Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Invitación a la dejadez

Lapido de un tajo las paparruchas orantes
me yergo e insisto en carnal estiramiento
me enfilo a la generosidad del desayuno
la música de este siglo no sienta bien a mi café.

No se puede escapar de la indigencia:
cada mañana el espanto de la mugre bendecida
el mismo sermón y la misma misa
las mismas voces que nos pulverizan
las mismas pieles de oveja cuando es el pregón
los locutores aguados cuando la sopa es aguada.

(Los amos son esclavistas de la Orden Glaciar
los sicarios ejecutan y callan
y los hermanos se hieren y chillan.)

Ya se fabrican abrazos de oropel: y ustedes voten
a la alimaña del agrio gesto vertical
y a la propia baba del boca–abajo supino.
Y pronto se celebrarán certámenes y júbilos
y brotarán comercios de alto standing
expertos en fumigaros con colorines.
Pan no es trigo ni centeno, es pasto obeso
y el hambre insistirá en sus vuelos por las nubes.

(Cuando recité esta retahíla / todavía vivo
en mi intempestiva tertulia / ya no tan viva
vestal se enderezó una flor / mustia con vida
y me envolvió con su abrazo / ahora vivos.)

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