Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Las fotos son verdugos

Me derrota el disparate de caer,
aunque extremadamente aguja,
en la olvidada tentación del interruptus
sobre el místico reposo
del álbum que aplasta las fotos caseras.
Quisiera pasar página, pero es que me ata;
la observo, pues, y no paso, porque es que me ama
y, con nostalgia, acude la pose sonriente de la gente
y el rictus turbador de esta aspereza que firma.
No sé si lo causó un humor, o el malhumor,
pero vestía la usual fugacidad del cromo romo.

Me resisto a la marcha atrás, pero es que no olvida.
La idea jamás fue la de un regreso, pero es que ella
recupera el uniforme del desasosiego, y me fustiga:
Compañera en sazón, hijos empapados de salud,
altruista jornada de sol, solemne playa...
e, incluso, la incordiante calidez del agua de aquel día
me lleva por la contraria y como aluvión se vierte
en el hueco esquelético de mis argumentos.

Anomalía quieta yo, e inquieto tizón este cerebro
incapaz de un firme asentar la gorra del disimulo,
me niego a la marcha atrás, pero es que ella
reactiva el incurable paladar de mis narices,
ese vicio pituitario de un corromper convulsivo
la santísima oscuridad de olvidar.
Y así, malgasto los copos de luz, con tinta negra.

Volver