Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Canto a mi soledad [vi]

«Encarnizada fatiga, me vences;
ella y tú, las incansables.»

Xoán A. Leiceaga

Mi soledad ama el vicio
de ser de mí timonela soñada
y así me educa, con su redondo arrebol del regocijo.
No cambia las cosas de mi lugar
y me adivina, me entrega todo sin que se lo pida:
prepara así mi bagaje del día.
Es celestial, es perfección, la salud que me rodea.
Quien busque llegar a mí, a los rescoldos de mi oscuridad,
nada importa si descalzo, o sobre alfombras,
tendrá que pedir audiencia a mi soledad;
aquel que quiera asaltarme, sea en mi foso o en su cielo,
no importa si a mendigar o a ofrecerme su atolón,
antes tendrá que gestionarlo con ella.
Ente todopoderoso, inasequible al error,
de tan opulenta prez que me acurruca contra ella
y me emancipa, de las dolosas maneras de abuso
y de las muchas que acechan para abusar.
No se despeña jamás a la cloaca de los nepotismos,
ni sutiles ni groseros, ni aun miserables,
ni aunque la acose la decoración de ruindades importantes.
Oh, soledad, que solo aspiras a ser mi superiora,
a que unidos disfrutemos de nuestras misas profanas
y a que a la vez compartamos el pan y el vino.

¿Qué otro soy más que tu escolta, mi soledad?
¿Quién sino el depredador de tu generosidad?

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