Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Canto a mi soledad [vii]

«... cuánto te agradezco que me entrenes...»

Darío Jaramillo

Solícita inagotable, centinela de mi estabilidad,
cobijo de cachemir, fermento de calidez,
sedante de mis insomnios, austeridad
en los pozos de la gloria y en las alturas de nuestro dolor.
Canto feliz de mis teclas,
tus murmullos reaniman el río de mis locuras,
tus voces rehabilitan mis gemidos en la cruz
y tus salmos riegan mis balbuceos.

Como gatita me cebas con tu arte,
ese ovillarte a tu estilo del culebreo;
y, vegetalmente, con tu olor a enredadera.
¡Y mientras, cómo me agita tu parsimonia,
cómo tu angora me lame, cómo refrescas mi fertilidad
y cómo, ay, los tuyos escorzos me erigen mago!

Eres guantes, que vencen a mi ansiedad,
eres centellas, que me alborean la sombra,
eres escote, que me consuela que me tonifica,
eres mi esencia, el agua de mis fogatas.

¿Qué otra eres más, sino el vigor de mi fragilidad?
¿Qué otro soy yo, sino el reloj al que das cuerda?

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