Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

[Treinta y dos]

Imagen ilustrativa del poema

Tiempos más tarde, con ojalá,
sumidos vos en cada vuestra tupida altamar,
pasearéis por los ritmos de aquel abuelo
en la solidaridad de los propios aislamientos.
Y, fugaz entonces,
vendré invisible de lo inmortal
para estrecharos de nuevo.

Tiempos más tarde, sin ojalá,
vosotros mismos escribiréis cuentos
para mis tataranietos.
Y, entonces raudos,
saldréis trémulos de lo inacabable
para estrecharlos de nuevo.

Mas entretanto, peregrino yo a la meca
de la humedad de ceniza,
permitidme que os bautice
herederos de una humilde querencia,
la última soledad de mi ensueño:

sólidos verdes ante el páramo de la iteración,
soportanto la rutina de tanto sumiso trébol,
sufriendo las copias gris de las idénticas ramas
y el fanatismo imperial de la hojarasca.
Y aún así, e incluso más,
plantando, y aun sin plantar,
nunca tumbéis, no humilléis jamás a un árbol.
Abrazados abrazadlos.

Fig. Aldara 11

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