[Veinticinco]
Caminábamos bajo tu atmósfera,
tu irreverente urticaria yendo de caza,
fisgando selecta en la polvareda
entre especias de la bulla posmusical:
y a mí tocaba el arrastre de extravagancias.
¡Qué impetuosa tu curiosidad!:
auscultas las venas de mi arpa,
las ajustas a lo tuyo, las rasgas
y me llevas a remolque de tus acordes.
Tu balsámico atropello
me va orientando a tu ritmo,
tu nomadismo remueve mi calentura
y sacude a mis sentidos comunes.
Arrimas mis yemas a su tañer,
y las aceitas con su incandescencia.
Al cabo, me zarandeas las letras,
también las arias, un tanto descoloridas,
y me actualizas en tus armonías.
Regresamos de tu circo,
boto las extravagancias
y reposo afortunado, hasta otro día.
Fig. Aldara 44