t-27 [¡Cuántas purezas ...]
¡Cuántas purezas –
habitantes de tu entraña
ahora enfangadas
y amputadas de tu cuajo
por las zarpas de la grima
– se derraman por tus ojos!
Amarilla se vuelve tu lividez –
un cruel reflujo del árido llanto
y de tu «no»
– tu muro ante la renuncia.
¡Qué incesante es la afluencia –
de tus humores
antes verdes y ahora secos
– desde aquel humus a este arenal!
Ese detritus
es lo que exhiben las fotos
al fimar a tu impotencia.