Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Animalmente

«... y sin resentimiento la tarde se oscurece...»

JOAN MARGARIT

Remabas sobre tu amigo, el mar de remos
te enriquecías, desde lo manso hacia lo pensado
te deslizabas, sobre tus juegos y danzas
y tu calma se fundía, con las imberbes urgencias.
En alejándote de la pureza, de los despistes
cercano aún a la maraña de higienes, innaturales
en apurando tus pasos hacia redes intrincadas
y en sorteando el huir de lo pensado a lo manso.

Después de las zambullidas, todavía a escasa altura
pero olvidados los juegos y bailes
recién subiendo, en doblando tu incompleta
primera cima
pero rayado aquel disco del acatar
convertías lo pensado, hacia insumiso
y lo insumiso, lo comenzabas a usar.

Remoto ahora, encorvados ya el macaco
y el rito breve de la comunión, de perro y gata
y también, aunque algo menos, el gallo
exhibes ladina errancia con toques de candidez.
Como aquel niño que observa, presta atención
pronto gira media vuelta, y saluda con el rabo.

O la versión anterior

Tal vez gatuno

«A vos confieso el fluir.»

Xoan Leiceaga

En ralo mar de Noia, metido entre remo y remo
era un rapaz inquieto pero obsecuente.
Entre los bailes de la huidiza marea
era yo un púber, quizá algo raro pero aplicado.
Algo más tarde, abandonado de aquella ría entrañable
ante la espesa maraña de la lozanía
seguía siendo aplicado, aunque no dócil
y en crecimiento la indocilidad.

Certeramente, algunos años después
subida la prima cima, comenzada la bajada
enviados a mi olvido los remos, y los vaivenes
se fue borrando la ingenuidad
y cambié la natación por el buceo
y las travesuras organizadas por el rigor de mi azar
como un chiquillo al que pinchas y sin pensar
te regala media vuelta, y se burla con el rabo.

Muy pronto pasaron lustros
y ya las crestas curvadas, y aun los rabos
lejano a la candidez y cercano al nomadismo
me siento como un bebé veterano, nutrido
en la enciclopedia de las barbas de su gato.

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