Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Alma fina de la troika

Armado con anteojos, inútilmente he buscado una espina de rigor
en uniformes y embozos, afuera verdes y adentro huraños
y en la inclemencia velada con rositas y gotitas de brisa y mar. /
En el glaciar ya sabemos que no se trata de yerros, sino elección
que no torpezas de amor, sino sus amarillentos ardides.

Sus listos saben borrar a aquel Dios y a su hecho de redimir
que ya es pecar no mancharse las manos, ni el vientre
que la de hoy trinidad es de tierra, de impermeable sequedad
que fundamenta su estafa en el diseño de más ruedas de molino
que el ético cono del gran desorden lo forman tres, y es orden
y que la naturaleza fue el amo, y es objeto a destruir
y lo aseguran, todo escondiendo, los gusanos venenosos y trinos. /
¿Y el mundo, lo sabe? En el glaciar, fue cuerda meditación.

¿Dónde están las sanguijuelas que gozan de sangre humana?
¿en que edén ocultan los beneficios de su sagrado comercio?
¿en dónde ahorcan al virus de la dignidad?
Los malditos ya aprendimos de la náusea, y dónde los vomitorios
cuál el suplicio, cuántos azotes y dónde el límite de la cloaca
y cómo los hongos de la ceguera tarascan en los inanes. /
¿Y el mundo, sigue pastando? En el glaciar, lo rezumamos:

La trinidad es ya troika, emperador que diluye su nombre
los sin sustancia acostados, cegados por la creencia de ver
y estos ojos de esquimal autoflagelados con la indecencia.

Volver