Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Cada promesa pare mañana

Las doctrinas muerden, unas más y otras menos todas muerden
con sus muelas afiladas en la piorrea
puede que alguna, muy primitiva, conserve sana una encía
los historiadores no se concilian, y yo no sé, debo fiarme de ti /
el fervor no es genético, ojos que se abren, ojos que ciegan con fe
ni tú ni yo nos dejamos taladrar por lo increíble, como la sed de creer
la diferencia es que tú la vomitas, te desahogas, y te liberas
y después te disparatas, es decir, lo explicas mejor que nadie.

Desde el invierno descargan su tromba de certezas asesinas
y en el verano descansan ocultos en paraísos fiscales
sus dogmas, repiten, evolucionan, con los climas y los tiempos
usualmente son hostiles, cierran los párpados y atan las manos
aunque a veces, en viendo orejas de lobo, admiten limpiar el moco /
ni tú ni yo concursamos, jamás, en su folklore de felicidad
esa urgente gratuidad que siempre espera a mañana, día que fía,
maravilla en la que insisten con el hielo en la sonrisa
pero tú y yo, si aun cediendo voluntad la exigiríamos ya
también por duda: ¿sabe alguien cuándo será ese mañana?

¿Habrá sumideros donde botar tantas hostias intragables
o es que hoy paren inconsciencias con tragaderas hambrientas
o es que alumbran excrementos con bulas para quien mame?
estoy dispuesto a pensar que nacimos deficientes
o es que nos crece el instinto cordial, el de ser oposición
y nos impide catar el hedor de su esperanza /
¡claro que somos soldados, tú sobre todo!
incluso tú general, aunque no quieras sumisos a mano
más bien infieles con santa higiene en la sangre.
¿Habrá sagrarios, en uso, donde enterrar tanto engaño?

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