Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Dichos contra–hechos

«A cada mentira sigue otra pisándole los talones.»

Publio Terencio

¡Cuán libres sois!, adulan los que nos quieren atados
pero a nosotros, decimos los eremitas del hielo
nos vence nuestra misión, que exige extremo albedrío
y esa ambición, que es carísima, nos la cobran al contado /
y pagamos aun sabiendo, que esa atalaya no es alcanzable.

No podremos guerrear, impunes, contra patrañas obesas
ni con angostas, son reinas, ni con huesudas, gobiernan /
especialmente intocables son las mentiras celestes
las preñadas de ponzoña, que integridad, os dicen, rezuman
no dicen que las mentiras se defienden con mentiras
no dicen que las mentiras se alimentan con veneno
no dicen que los venenos son su arrogante verdad
ni que con guerras destruyen las otras iglesias viejas
ni que con guerras construyen sus viejas iglesias nuevas /
no dicen que las iglesias son planas, mercados sin mercancía
ni que su flete son pringues de cocodrilo, luces de nocturnidad.

Su codiciosa ración, de inhumanidad humana
pide postración de bruces y alternancia de rodillas
y usa el tálamo faquir en su caza de beatos /
sordos son los intereses que mueven a ese hormiguero
y a su chusma espiritual que ataca siempre detrás.

Nosotros, los eremitas del hielo, sarcástico olfato a punto
y lágrimas de tragedia, ya acostumbrados reímos
de lo rancio de la orina que arrojan desde su hueco /
sus dientes y nuestros ojos, semindiferencias opuestas.

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