Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

El cuidado de los ojos

«Desde que conozco el arte
mi celda se ha convertido en mazmorra.»

Hermanos Taviani, "César debe morir"

No se trata de escoger si optimismo o pesimismo
no debemos olvidar que los adultos, sólidos o renacidos
se inclinan ante los hechos, tantos de ellos adulterios.

Al otro lado del muro, sumidos en la miopía
sueñan alegres los gases en existencias sin vida
pero seguros de estar en las fiestas del edén

su cuestión no es calidad, solo cosas importantes
¿ejemplo?, la vista, por el confort que la ceguera genera
¿y otro?, la nariz, por sus moqueos ante un rigor.

Conscientemente, o no, con voluntad o sin ella
nos encontramos al pairo, expuestos a temporales
y a decidir, caso 1º, si aspiramos a volar o a la gayola

es claro que dependemos, si ojos puros o glaucomas
si el epitelio olfatorio con o sin sano quimiorreceptor
en suma, de elegir por libre ir o dejarnos manejar.

Recuerdo, cuando de niño visitaba yo el mercado
un mediodía chocar contra el hombre del farol
que reía abiertamente de tanta mercadería sin luz
decían «es Diógenes», el canino del barril
le pregunté y me contó que la risa es el sarcasmo
y yo ando en busca de ojos felinos y hocicos de perro
y, por el momento, he tropezado con nada.

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