Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

El tiempo limpia, o maquilla

Los salvadores se arrugan, y ellos los suyos los amarillean
su pureza original inevitable no crece, pues envejece
la ficción los manosea, la devoción los ensucia /
quedan huellas de niñez, pero se van y ellos van desfigurando
la historieta es un chubasco de aguas pasadas
el agua con que lo empapan, la fe con que lo congelan /
y así no explican, ni editan, los realistas de la falsedad:

árboles autoritarios como doctrinas, extrañas copas mohosas
jardines regados con semen de infantilismo
jardines en los que brotan el idiotismo y sus hojas oscuras
parques regados con hongos de salvación
parques en los que brotan las flores artificiales.

Ser salvavidas es vocación, símbolos como las boyas
viven en su isla, nadan pero no bucean
son escultores de la bajamar, hacen estatuas de arena
como discípulos vierten su potente tosquedad /
les diseñan ellos sus uniformes, y los mantienen lustrados
y en cada oportunidad los alzan en andas por suelos yermos
les generan hechiceros, los moralistas y los agoreros
e insuperable es su forma de exhibir la devoción, cobrando:

oh tradición subjetiva, hambruna infiel
oh indiferentes y cutres astucias, horizontal fanatismo
oh doctrinarios, erutadores rellenos de viejas bilis
oh preces, lujuria con la directa al infierno de tierra.

Aun en medio del otoño, entre lo basto y lo sucio
siempre surge un esquimal con una flor en la frente.

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