Hay dudas huecas
«Esto tiene una seria consecuencia;
si abandonas a Cristo, también abandonas a Dios.»
F. Nietzsche
En un lugar de La ínsula, mi cámara del hotel
en un humilde cajón, bajo cubierto, descansa agreste
la estampación futurista de aquel Nuevo Testamento:
troglodita edición nueva, ranciedad hereditaria
un presente habitual de los imperios: ¡lo saben todo!
forofos de sus poemas, indigeribles en su infinitud /
poco usual, pero entregada al turismo esta tierra
se palpa ya en nuestro argot el NT con sus Salmos
parte clave de lo excelso del armamento mundial /
lo hojeo, parece ser un regalo de Los Gedeones *
fábrica de exploradores, cristianos dicen de origen divino /
dada mi incapacidad para lecturas mimosas
de estas obras tan maduras y tan bien documentadas
pero que a mí, ¿por qué será?, me hacen cosquillas
aunque enseguida, igual que el porno, me causan hipo /
y aunque se dé por supuesto, no romperlo ni mancharlo
¿qué habré de hacer?, ¿excretaré en el tesoro?
para que de ello, aun en pecado mortal, ¡nazca mi cielo!
¿Tendrá el Salvador que ver con tantísimos verbos gaseosos
o habrá dejado, falto de tiempo, un borrador a sus doctos?
¿Eran conscientes del lío que inferiría de tamaña herencia? /
La duda no es vomitable, se nutre de tradición y leyenda:
¿escriben pueblo o Su pueblo?, ¿escriben Dios o Su Dios?
¿redimen o no redimen y a quién?, ¡esas sí son la cuestión!
* (Futurista introducción —se ve que seria—: "Los Gedeones Internacionales reconocen por escrito, ser una banda pequeña de hombres dispuestos a servir a Dios y, a su través, Dios logró el éxito de grandes obras para Su pueblo".)