Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Hay infiernos no perdonables

«El glaciar es deslumbrante, es limpio;
tanto, que a los corderos los ciega
y a los pastores enciende.»

Xoán A. Leiceaga

En la parroquia hace tiempo que escarbas
la gran parroquia, quiero decir, la del león invisible
viejo león, sin apéndices, pero con canes parlantes del fango /
instalados en su ya, se olvidan de Bachs y aún de Cervantes
no cumplimentan hostiles a los Picassos y Hawkings
y se emponzoñan en frente de los Nietzsches y Baudelaires
los maquillan con sus heces y golpean con sus qués —
dirías, eméticos nos vomitan encima de las mejores especias /
de lo ergonómico dicen que nos aleja remotos del cielo
a los venenos garantes de óbito los proclaman ambrosía
y afirman que consumir sus ladrillos nutre el reverso del mal
pues fueron tallados dicen, letra tras letra, por los garras del león /
afirman que sus discursos son regalo de belleza para los feos
pero esconden su obediencia a la hermosura del verde papel —
les ves su linfa y su aliento, oscuros como la virtud del humo
la gran parroquia fabrica tinieblas contra el glaciar.

Has visto informes, con sangre, de Edgar Poe y otros malditos
y la reconoces como saliendo de tus arterias
has rumiado libros de Dostoievski, y no son tuyos qué pena
has penetrado escrituras y otros cuentos para niños
has subrayado historias sin historia, hasta lucirlas sagradas
has desaguado en las bocas que escupen letras de pus
y has osado condenar, a su infierno, al cuerpo de la parroquia.

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