Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Verdades de la devoción

Antes del siglo asesino también hubo dioses mansos /
potentísima lucía la diestra tramoya de su impresencia
con sacerdotes de clima templado y de fina educación
que no usaban otro puño que el de su mano siniestra
ni tenían otras metas que la euforia de ahorcar el otro ardor

afortunados de su oro macabro – sus milagros no eran miel
de sus nubes no caían rugidos – su presunción ascendía
de azul helado sus ansias – y las flores de sus jarras
por fieles ciegos o pobres no oraban – les bastaba su dogal
predicaban con sus aburrimientos – no criticaban al odio oficial
no afanaban con sus llamas – al diente morboso del pecador

no precisaban de reino real – su placer era el invento
ni siquiera se auscultaban – la utilidad de su tanto no hacer
no aprovechaban los cuartos oscuros – apercibían con ¡ojo!
a los sumisos no abrían su nada – sí el desprecio a los orgasmos
doctrinarios repetían – lo ideal es disfrutar contra el placer
y solo azotarse en hielo – se premia con la corona de espinas

Después del siglo apacible también hubo dioses hienas /
nutríos con salsas que fanaticen, fervores universales
iniciaos en crueldad, clavadla sobre la espalda gemela
humillad a los que piensan igual, sea si piensan o no
rematad a los hermanos del iglú, que son odiados y no odian.

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