Empeño en tropezar
« ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con hombres!
Y un poco de veneno al final, para tener un morir agradable.»
Friedrich Nietzsche
Acomodado en mis ojos cerrados, ausculto
el patrimonial desfile de las hormigas /
a veces veo el rebote de alguna obrera
que, iracunda ante el rigor de sus genes y el recorte de sus alas,
arrecia sorda su caminar contrariado
como quien súbita envía las pestes a su destino
la reina se mueve inmóvil en su silla de apariencias
la colonia gasta esterilidad en disuadirla
sin pensar todos la piensan: trompicona humanidad /
no se exculpa ni disculpa, no tuerce su paso recto
arden sus sienes contra el talego de la sumisión
circula su topetazo directo al cortocircuito
y el general malestar se aproxima al huracán /
pero erre que erre la obrera se encadena a su revés
como si fuera previsto, más se enrolan paulatinas
eran autistas y están infectadas del venerable veneno /
y sola se entreabre firme la vía de los traspiés.
Los racionales lo explican de lírica irracional
otros comentan los riesgos del contagio y la locura:
el eternamente infiel vagón de descarrilar
de los rayos emperrados en sanar el porvenir.