176
Es claro y turbio a la vez.
Se nutre y está nutriendo a su hez.
¿No es grosería la esgrima del que apuñala?
¿No es un resplandor de bestia, y a la vez humanidad?
177
¿No está, el que apuñala,
ad infinitum su proeza estimulando?
¿No redobla su tentación imparable de perfección?
¿Y no se encoge más y más su inasequible escalada a la libertad?
178
Cada hoja de nuestro libro, cada una de sus palabras
es campanada, ojo avizor, es la esperanza de que alguien la estudie.
Debería ser más: dura súplica, un canto angustioso en contra del impávido destino.
179
La palabra es por lo tanto nuestra intrusión, en el nido de la inhumanidad
sobre cada huevo humano, al margen de su nivel de torpeza
sobre este hogar extranjero, que es el de todos.
179-bis
Las palabras son mensajes universales
o sea, para los seres humanos
o sea, cada extranjero.
180
Ni siquiera el Hechicero puede descongestionar, con su dedo imperceptible
la aduana que separa la higiene y la enfermedad del extranjero.
La tuya y mía, presentes en plenitud del exilio.