186
Sobre la piel de la enfermedad, no en su fruición.
Solo en el caparazón de la salud
no en su ambición.
En duelo.
187
Extraño de mí, ¿cómo podré reconocerte
para confundirme en ti?
Sosias de mí, ¿y cuándo sin la transfusión
de tu dolencia o sazón?
188
Él, Unicidad, siempre en plena inexistencia, o desbandada
nunca podrá acometer esa fina operación
de un generoso trasplante.
Seguiremos castigados, por tanto, por esas nubes oscuras.
189
Incomunicados, en esta cuarentena permanente
ajusticiados, por una cruda evaporación.
Como islotes, se indica.
190
Plenitud es apogeo de compartir.
Pero hay límites a la aleación y a los conciertos.
Ahí actúa esa impotencia viscosa que transportamos a cuestas
y con frecuencia, con demasiada frecuencia, la gran espada con su refinado filo.