Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

231

Algunas de esas palabras, tras un encierro de siglos en la caverna de libros
nos tañen inesperadas, lluvioso un día, en el timbal del poeta.
Estiran de nuevo el arco, y aterrizan en su blanco
como un goteo de dardos inciertos.

232

¿Será verdad que retorna a jardín, el baldío en el que las palabras
desembarcan en letargo tras de su dulce erupción?
Venturoso y sincopado volcán.

232-bis

¿Será verdad que es un horno, ese hueco que reside
entre las voces dormidas y su explosión?
¿Un silvestre horno de amor?

233

Un lento infierno que arde en su paz
que en verde atmósfera resurgirá, con nuevas llamas
y marcará con fogonazos, otra templada, incontenible, resurrección.

234

Remontes en sucesión, ascensos desde la noche solar a la amargura amarilla
y el aliento desplegado, desde la dulce insolencia del sol de estío
a la solidaridad del inevitable invierno, húmedo y frío.

235

Qué irrespirable es el enfrentamiento dela angustiada pasión
con la enana inmensidad de la nada
o la miniatura descomunal del oasis asombrado
con el parco y sensual desierto de ese arenal que lo abruma.

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