286
El sabio se urde pausado.
Fino escoge las palabras y las desnuda.
Delicado su sudor a la hora de tejer sus alfabetos
que ordenado emparentará, uno tras otro en su libro perpetuo.
287
Cada otro sabio, con su limen semejante
calienta la nieve con sus palabras complementarias
y se entretejen sus hojas, se suplementan
y consagran afín su libro.
288
Así cada sabio ofrece su libro y dispone del afín
se perfeccionan con las diferencias
alumbran la confluencia.
288-bis
Cada otro sabio, en cada otro libro
se encuentra a las mismas voces.
289
Los sabios saben que los que tengan que encontrarse se encontrarán.
Ellos conocen que sus palabras ya no son tan solo suyas
que son los vástagos de estos encuentros
y de los viejos encuentros.
289-bis
Cuando se encuentran dos sabios
los del uno y los del otro dejan de ser extranjeros.
290
El sabio le habla más bien a los suyos al escribirles: "No te acotes en tu otear
haz esfuerzos para ver, para alcanzar cada día mucho más lejos".
El sabio les habla más bien a sus otros cuando escribe:
"Frénate, cada vez que tu mirada se nuble
y escudriña minucioso a la luz
y continúa sin fin".