0 – Los polos y el foco
«No hay nada más oscuro que las uniones
entre seres humanos.»
Pascal Quignard
Tan efímero soy, oh fulminante aparición, como para
>haber podido —insensatamente— cincelar casi todo acerca de la coyunda
como bendición y de la bendición como coyunda, y del desequilibrio
que deshacen los arrebatos ante el dogma, esa dinamita que rige
tantas hartas eternidades;
haber alzado testimonios de la confusión en la gran autopista, lombriz de
enorme eslora, interesada y estúpida, puente con dos apoyos sobre la
nada, menos distantes que distanciados; y de los ímpetus centrífugos
que nos afloran, y de las milicias centrípetas que, según cuentan, nos
encarcelan para salvarnos;
haber soportado el chorro de vilezas sobre mi sensibilidad; toda caste de
insidias, celestiales y rastreras, todo tipo de argucias y sofismas; y
los panes crudos o ya duros; toda clase de experiencias, de ventilador
a escoba, de quórum de cornadas a minoría de escolios;
haber sufrido encima, como propios y ajenos, gigas de humores malos
reprobaciones, reproches, culpas, broncas y censuras; helicoides
erráticas de humo y su revoloteo de pavesas; huecos que pronto caen,
se hacen ceniza y enseguida terrible poso, sin que a nadie importe que
llueva como diarrea organizada;
haber contemplado, con templanza, la interminable zozobra del pájaro ana-
coreta —el que elige— y de la bandada —la que obedece pero no a
él—; la polaridad, que va y viene entre el polo claro de luna que nos
enciende y el polo despótico con su parpadeo de pregones y ultimá-
tums, y vaselinas que nos gastan como velas;
no querer padecer de nuevo el menor contrato, ni siquiera el de la disculpa,
ni menos reivindicar inyección alguna, ni aun contra la rabia.
Extraño producto el de mi estar,
que no habita en un extremo ni en el centro,
pero arcana tiene como ellos la fecha de caducidad.
Oscura es la oscuridad entre nosotros, los injustos,
y la doctrina instruye que por nuestro bien.
Lo sé, incapaz aparición, lo sé, sin fe.