Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

2 – El advenimiento

Aquel rayo irresponsable destruyó mi confortable mundo, bien atado y
seguro, de la imposición y de las manchas de nacimiento; su lumbre
fulminó a la opacidad de las escrituras y, aun, a las impudicias
sacralizadas.

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Aquella brusca agitación arrasó con los arreos que nos cabalgaban,
con las artificiosas construcciones rococós del azul y del marrón,
y con los maquillados acosos, del divino y el inhumano.

Aquella hoguera arrasó con toda negociación y todo impago, todo
papel y todo trato, toda predicción y todo afán de garantía, e hizo
arder todas las salas de espera y los consensos imperiales.

Y aquella sofocante nieve clausuró la sublime memoria de las heces.

El huracán, entonces, se fusionó con su hogar, igual que el arte del
puñal con el de su vaina, igual que la aureola de la devoción con
el vigor de su duelo.

Se abrió una esfera de luz donde reina lo espontáneo, donde el
agasajo anula a la amenaza y la entrega revoca a la sumisión.

El aire, límpido ahora, culmina el desnudamiento de prisas y
de rutinas, y abre la llave del manantial de los vates.

Y así, hasta que el infalible Aquel sobrevuelve:

con su simulación de paloma blanca, surge la gran aparición
adornada por los más potentes artificios, amarillo de amanecer
tapando a su amarillo violeta.

Y aquella sofocante nieve clausuró la sublime memoriadel débil cielo.

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