Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Cruces

«Ese otro que también me habita, /
... ese otro, / también te ama.»

Darío Jaramillo

Adentro se nos columpia la admiración
esa forja de coyundas sin huellas de olor a yugo.
Funciona en turnos:
del suspense de las armas ante la madera verde
a la virtud del martillo sobre el blando hierro al rojo.
También en tajos:
desde las bombas, ineludibles, que nos lanza la ternura
a la densa flaccidez que sucede al frenesí.
¡Qué resiliente es la hilera, de nuestros furiosos hilos
que se desvelan entre las arias y los sacrilegios!

Entre una tregua y otra tregua, el interior nos ordena
sin estrategias, con el fuego natural:
sábanas tizne carnal y olor a hornos de trigo.
Desde una ofensa a otra ofensa, el exterior nos enreda
con la táctica de los tornillos sin fin:
guillotinas solapadas, viajeras al acecho
condenas vivas sin llave, hondas para desnucar
y raspas, del óxido de sus filos de elite.

Y yo me niego a escapar de ese marasmo en cadena
sin verte libre de los eslabones de la inquietud
por eso, enciendo cada mañana, hasta que hierve
el átomo inmunizado que regenera la resurrección.
¡Cuán guerrillera, nuestra azul fidelidad
el cielo de los albores, sin nubarrones oscuros!

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