Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

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Muchas verjas nos saludan con agresión
un ejemplo es el pasquín «Perro adiestrado».
Yo he puesto otro, uno de escombro insurgente
que como una invitación, invoca la «Soledad».

Nietos y abuelos, leen y callan.
Sumisos aquellos amos, insumisos ante mí
en contra de la frescura, o del boicot
y tras del miedo a perder el bastón
no leen hondo, pero lo aúllan.

Aun siendo raro, de vez en cuando
cruza otra melancolía, o reaparece
y al no encontrase con timbres ni con aldabas
siente que dentro no hay un dueño peligroso
ni ningún chucho adiestrado.
E intuye que puede entrar sin llamar.

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