Carta para mañana
Hola, mi amor y devoción:
Tus dones son hoy mis soles...
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[Nace el óxido del tiempo...]
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Te veré nueva alguna vez,
cuando reine la nostalgia,
cuando pese al fofo abono
que montaraz se me aloje
en la carne de un nuevo hoy,
yo no consiga olvidarte.
Te veré nuevo, cada vez
que la nuestra salud me soliviante
o cuando, ya en la plena alevosía del rondón,
se vierta vade retro la impaciencia
sobre el moho germinante del rencor.
Y, hoy lo sé, algo más tarde me verás,
cuando sea ya pasado
el tiempo de que aún estemos,
y, en una fresca mutación de tu memoria,
el vendaval de tu dolor retorne
a un nuevo embate contra la paz de mi polvo.
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[... creció el tóxico del tiempo.]
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