Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Comedias

«¡Dar o no dar! Es a veces la cuestión.»

Uno que pasaba por ahí

Agrio señuelo el de la súplica, horma el naufragio,
falaz himno el del óbolo y erizo mis canas.
Nada de hundir el instinto en avisperos de juicio.

El trote sablista del lince arrastra un tumulto,
como el embotado anzuelo del parásito ilustrado:
ambos son dientes que oculta el merengue de sonrisa
en la contrahecha peana de las bienaventuranzas.
Mendicar no es otra cosa que una prótesis bisoñé
y un espejo que refleja solamente lo indiscreto.

Por ahí va la miseria del talante de implorar,
más allá, el zorro lagrimón de voz
y, tras él, el teatro infantiloide del portazo
y la vergüenza huraña de decir quemo la nave.
Aún más lejos va el arrepentirse de hinojos,
ruido similar al estruendo de ceder y conceder.

Mi mente navega con el cilicio de cortar lenguas,
y con el sello de enlodar ojos y bocas de trapo.
Apenas me queda aprender del glaciar. Y aprenderé.

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