Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

El sino

El sol, ufanía por delante,
hasta la hora de la cima
despliega su esplendor
las auroras de verano.
Al paso del mediodía,
el fálico endiosamiento
de Su Majestad andante
suelta vigor como un lastre.

Así es, destilación de inercia,
la solidez lábil del vagar.
O pendiente de sordidez
o tal vez sutil limosna,
un don que no se demanda
pero que nos mortifica
como las simetrías imparables
y mal encaradas del espejo.

¡Qué maniqueo es lo inapelable!
¡Qué oscura recalcitrancia
la de esos rayos que se apagan
para que nos apaguemos!
Como el vuelo incorregible
de las migajas de grasa
que sin piedad nos salpican,
la vanidad amarilla, sigue adelante.

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