Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

La reineta

... o es culpa mía, que al no pedir
pido un exceso,
pues comienzo ya a comprender
que pedir apenas o pedir nada
o nunca,
es la más insoportable exigencia.

Aquel mordisco ha sido
—o preveía justo ser
con aquel tímido inicio—
no más que un toque
de vitamina para mi anemia.
En cambio, terminó como el gusano,
poquito a poco insistente hasta el final.

Enterita y radiante la recuerdo, pero
compulsivos sucesivos
fueron aquellos mordiscos golosos
los que acabaron con ella.

Y de pronto, como un cierzo,
se me incrustó el frío lumbar.

Volver