Medio día contigo
Despabilé hartamente relleno de perezas
dormité más en la bruma del amanecer
apenas desayuné desganado de aspirar
en tímidamente ausencia casi no almorcé
dormité más en la clausura infantil de la siesta
soñaba soñé refrescos de agua yodada
(fue apenas antes del alunizaje)
transité por el suelo de tus plantas
no cené en el nirvana de lo inquieto
hueso de oliva
desdén de miga
agua sin uvas
me venció el afán de sumersión en lo oscuro
oquedad bajo el cristal de una noche sin luna
(cinco o siete veces te escuché jugar
al parloteo fónico
y, aún así, la fantasía
—aliada con mi avidez—
tuvo tiempo de imaginar que comprendía.)
puñal bajo el cristal de una noche más sin luna.