Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Rescoldos

Me acerqué un día a besarte,
crisol sobre crisol,
y me hablaste de un dentista afamado.
Mi beso calló.

Meses después, otro día
viajamos apretados a tu islote
en aquel vuelo de sauna.
Ante un abrazo, al llegar me comentaste
de las enormes ventajas
de la higiene corporal.
Mi abrazo escapó.

¿Qué me contarás ahora,
si reparas en mis uñas
cuchillas de lodo?
Mi boca muda no sabe.

Como sea, sea.
No meditaba, medito ahora.
Callar no es umbral sino proclama,
que iluminan los fósforos,
a su vez raíces de los incendios,
a su vez patentes de las cenizas.

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