Sin lugar para el remordimiento
Cuando ese cuanto
de belleza me despierta,
cuando me atrapa,
cuando en mí se desparrama,
cuando me empapa y me siembra
la fila de escalofríos,
entonces,
apago yo mis cautelas,
cierro el paraguas,
libo de esa dulce espuma,
me corrompo, y eyaculo,
aprendiz de cocodrilo,
con lágrimas
mas sin arrepentimiento.