Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Tú, no el Tal sujeto

Ese reputado Tal, que no habla ni escucha,
que no actúa, ni dirige su teatro, ni a él asiste,
que pasa de su cloaca pero no —dicen— de su jardín,
que sobrevive en los lugares planos, hoja gris,
y en la música cuando es cerrojo, o ruido,
que una vez —afirman— se disfrazó de carne y hueso
y fue dividido en tres sin romperlo ni mancharlo,
ese tipo difuso que se disuelve en el fenómeno
y se escurre entre los dedos de la historia,
ese concepto que irresponsablemente creó, y ampara,
al infinito tren del esperpento, y sus despojos,
ese escurridizo doctor, en diplomacia,
que se ensucia en la caridad y se mece en el poder,
ese murciélago convenientemente pasteurizado
tan poco útil para tanto inútil, y para tantas inutilidades,
ese polvo ante el que millones de figurantes
justifican de rodillas su abrasadora nada,
ése al que los miopes ven bien, en su no mirar,
ése que exige subir por escaleras sin escalones,
ése que vive en lo más beligerante de mi indiferencia,
ante ése me planto, agnóstico como un relicario,

pues no aspiro sino a ser fiel, por siempre,
a la piel rubor que limita la carne de mi cuerpo,
con mi lignina y tu propia salsa, sabrosa,
sobre todo cuando quema,
cuando, sin condiciones pero con peldaños,
de una en una, me abre tus puertas.

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