Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Brillo insular

Tu sol agita a la resignación de mi lucidez,
tanta claridad acosa a mis iris anochecidos.
La dulce gravidez de tanta luz convocada,
esa terrible jauría de fotones,
me arroja vertiginoso
al convento de la convalecencia.

Tu luna juega al escondite con las nubes,
y, expectante en su silencio,
me cubre de dicha en su paz de plata.
Su nocturnidad trabaja para mí
y me regala un recreo, rotundo oscuro,
en el que me estiro, y me estiro aún
hasta que mis contracturas se fugan.

De tu firmamento, descienden
alas invisibles que me ponen a volar.
En esa música rumor, ancestral y recóndita,
ahí hierve la fascinación y se urde la armonía,
y yo, con mi copa embelesada, ayer cruenta,
brindo y mi brindis limpio te atraviesa.

Y veo, aunque menguante, que logra asomar
el prodigio blanquísimo de la vieja virgen:
misterio y eternidad del fuego oculto.

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