Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Claro el silencio...

Solitaria surgiste de la noche, silente
al amparo de la silueta oscura del misterio.
Luminoso el vestido,
levitantes el hábito y la toca, no el suelo,
y transparente en tu danza, desprevenida sibila,
una a una desabrochaste para mí tus cuerdas,
gemas ocultas de tu partitura.

Tras el límite de tu carne, y tú sin apreciarlo,
emergía tu sustancia
con la dignidad bajo los dientes,
y atávica la majestad en el ansia de tus pechos,
y, sobre el espejo del mar, el puñal de tu respeto,
la vagarosa nostalgia.

Y, debajo, la elegancia tallada en tus caderas
y, encima, lo incurable tras las cicatrices,
mas tú misma sin caerte.
Y, por dentro, flotante la hoguera de tus arcanos
y, por fuera, móvil la rueda de la inmóvil mina,
mas tú misma sin rotarte.

Escrito estaba tu nuevo signo, y tú profana,
cumbre vestal del magnetismo que me vencía,
y tú convencida de que el vencedor / era yo.

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