Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Partitura tuya [iv]: Oratorio

Me arrasa el baile que traes, me atropellas decúbito supino,
me electrocutas dulzura con lo lentísimo de tus antojos:
y así házme, arrástrame por las llagas hasta el auge de tu cura,
e iníciame desenfreno con tu meneo celeste de rumba.

Tenaz mi lengua, alumna de cocinas golosinas,
y mis fauces en su oficio, artesanal, te alzarán a los altares:
son siervas inagotables, que suplican más y más de tu droga.
Te mojarán, cuando las moje el lamido de tu avidez y,
esclavas de su delirio, llevarán tu rigidez hasta mi cielo.

Eres tú mi religión, devoción yo de tu altar,
mi caricia la incendiaria ya es río, y mi succión su cascada:
ya a la orden de tus rayos, ya ya incansable loba del solivianto,
ya se te erizan los cueros con mi gemir torbellino,
ya novicia izo y estrujo mi bandera sobre tu asta.

Dueño de diosas, disponte a la bendición de mis aguas,
que no pueden resistir al suculento plañir de tu mástil.
Quema el furor, en la virgen ansiedad de mis hornos,
y vibra, por favor no te detengas y amánsame fustigando,
más y más sin sed de frenos, que te presiento,
retuérceme en tu furor, cuerda enlázame como si yo dueña,
usa todo tu vigor contra esta psique que es tuya, y así hazme,
impío viola mis cuencas, castígame sin marcha atrás,
híncate en mi descontrol y arrójame al estertor.

Y edifícame, que al fin mi espíritu ya vio la luz.

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