Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Umbral de la isla

Llegado apenas, aislada y breve
robinsoniana isla, estaba visto ya un todo
mas no era el que yo husmeaba.

Estaba visto ya el azul ligero, y el grave
los verdes del magnetismo, y los oscuros
el árbol ofreciendo el pan y ofreciéndose los panes
el derroche de millones de mangos, y de sábila
la tentación de la arena, su frágil glotonería
e, irresistible, el parpadeo verdeazul del agua.

Estaba vista tu brevedad al completo
tu arrecife y su esparcido linaje
vista incluso tu cimbreante cima
donde se albergan los vientos
vistos tu pulpa y tu sexo, y la gran piedra
y la tierra hecha de tierra, y las adyacentes nupcias
lejanísimas, de la mar y el cielo.

Y al cabo, surgió el milagro
el despuntar de mi alba bajo tu alba.
Y al pronto, la timidez levitante
del remolino marino en tu danza;
y asomó el descenso de tu hebra dulce
y mi ascenso por el ovillo de la esperanza.

Solo e incrédulo, así he oído los cantos
mudos tus ojos y mudo mi iris, pasmados.

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