157
Entre sigilos
tus acordes me desbordan
colman a mi silencio de tu música inaudita.
158
Eras brújula, pertinaz señal hacia los husos queridos.
Pero tu desprendimiento me cedió, al fin
el habitat de mis deseos.
159
Crepúsculo, inmensidad
vértigo de sinsabores, de zozobras y dolor.
Y brusco adiós a ese ayer ultrajado con el nombre de salud.
160
Fuere paloma o halcón, aquella mirada era de lágrimas.
Son ojos que aprendieron a volar, que se niegan a aprender a engañar.