Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

REFLEXIÓN

Esta sección se me ocurrió para poder disponer de un espacio complementario a OBRA y CALA pero más flexible — abierto a los lectores, p.ej.—, aunque siempre orientado a «la poesía y lo poético», y, más en concreto, a aspectos como su sentido, la valoración de su calidad, la aproximación a otros poetas y poemas y a un amplio continuo de ideas o buenas prácticas, además de reflexiones stricto sensu (muestras de poetas desconocidos u olvidados, homenajes, entrevistas, análisis y ensayos sobre otras manifestaciones artísticas, relaciones de frases o versos notables, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de poesía y poeta son para mí hermanos de magia o mago acerca del arte en general y el artista, y por ello tienen cómoda acogida en REFLEXIÓN.

[Ver más en VIDA y SAL / SALudo]

Reflexión 1

Abecedario de escritores – Letra M-2ª

  1. Meireles, Cecilia (Poeta, periodista) (Río de Janeiro, Brasil, 1901–1964)
    ('Retrato'): «Yo no tenía este rostro de hoy, / tan calmo, tan triste, tan delgado, / ni estos ojos tan vacíos, / ni este labio amargo. // Yo no tenía estas manos sin fuerza, / tan detenidas y frías y muertas; / yo no tenía este corazón / que ni se muestra. // Yo no advertí este cambio, / tan simple, tan cierto, tan fácil: / ¿En qué espejo se perdió / mi imagen?»
  2. Mello Breyner, Sofia de (Poeta) (Porto, Portugal, 1919-2004)
    1) (Frase): «El poema es un enlace íntimo con las cosas del mundo, ha de ser 'la verdad' de tu entero estar terrestre.»
    2) (Id.): «La poesía fue siempre una persecución de lo real. Un poema fue siempre un círculo trazado alrededor de una cosa, un círculo donde el pájaro de lo real queda preso»
    3) (Poema): «Sílaba a sílaba / el poema emerge: / como si los dioses lo diesen / lo hacemos.»
    4) ('Antinoo'): «Bajo el peso nocturno de los cabellos / O bajo la luna diurna de tu hombro / Busqué el orden intacto del mundo / La palabra no oída / Largamente bajo el fuego o bajo el vidrio / Busqué en tu rostro / La revelación de dioses que desconozco / Sin embargo pasaste a través de mí / Como pasamos a través de la sombra.»
  3. Merino, Ana (Poeta) (Madrid, España, 1931)
    1) (Poema): «El niño aprende sin saber que hay noches / que amanecen cuchilladas...»
    2) (Id.): «La vida se detiene / si el patio donde juegas / deja de ser inmenso / y ya no te impresiona / mirar a los adultos cuando hablan...»
  4. Micu, Alice Valeria (Poeta) (Simleu S. Salaj, Rumanía, 1971)
    1) De 'Migración'): «Migro como lo hace el olor en plena tarde. Tras los días que pasan / no queda sino este ir, / a veces a tientas, con llagas y dolor...»
    2) (De 'Sobriedad'): «(La memoria nunca sepulta el caracol de los segundos, ni hay defunciones / en la roca del alba: en el aliento del poema la quietud inapelable.) / Después del balbuceo y el sonambulismo, aprendí a leer el manuscrito / del oleaje con todas las ojeras de mi analfabetismo…»
    3) ('Khloé'): «Ha muerto. Ella ha muerto. ¿Qué sendero absorbe tu saliva, / la flauta del sollozo que me dejas, abandonado el escondite y los juguetes? / (Te me escapas, ahora, como lo hacen todos los días de las semanas.) / Eras el amor que ahora se me escapa de las manos; te vas y me dejas los brazos vacíos, extraviados. / Silva el viento mientras duermes, mientras se cierran los ojos. / El subsuelo muerde tu cadáver como un armario inasible. Al fin y al cabo, / serás memoria y el espectro que me amanezca entre lunas. / Serás, como volver a empezar en mi aliento, el rito de saludarme / todas las mañanas ladrándole todavía a mis sueños.»
  5. Mikhail, Dunya (Poeta, traductora) (Bagdad, Iraq, 1965)
    ('La diosa y las cosas'): «Ahora que te dispones a morir / permite que me presente. / Soy la diosa de las cosas, / soy el dinero que tanto buscaste, / los títulos, la gloria, las lentillas, / los libros, las lozas de tu casa, / los documentos de identidad, / la brújula, la maleta de cuero, / los muebles de caoba, el ordenador, / el cuaderno del diario, la vela apagada, / los paraguas, los alfileres, las vajillas, / las joyas, los calcetines, todo. // Soy la diosa de las cosas materiales, / que te acompaña, ahora, / en la hora de tu muerte.»
  6. Minga, Ana (Poeta) (Loja, Ecuador, 1983)
    1) (Del libro 'A espaldas de Dios', 2006): «Yo no escribo porque otros escribieron antes de mí. / Escribo porque me enteré que estaba viva / y entonces fui al parque a ver a la gente pasar como palomas.»
    2) (Id.): «Sabemos bien quienes son nuestros castigadores / pero no los mordemos / porque dejaríamos de ser perros buenos / nos convertiríamos en perros con rabia / perfectos terroristas vagamundos / para una eliminación con excusa.»
    3) (Id.): «¿Cuándo una invocación familiar / nos alumbró el alma? / ¿Cuándo nos impidieron acercarnos a los espejos?, / esas puertas que terminan con la magia / e inician con el mundo real. / ¿Cuándo?»
  7. Mistral, Gabriela (Poeta, maestra, P. Nobel 1945) (Vicuña, Chile, 1889-1957)
    ('Yo no tengo soledad'): «Es la noche desamparo / de las sierras hasta el mar. / Pero yo, la que te mece, / ¡yo no tengo soledad! // Es el cielo desamparo / si la Luna cae al mar. / Pero yo, la que te estrecha, / ¡yo no tengo soledad! // Es el mundo desamparo / y la carne triste va. / Pero yo, la que te oprime, / ¡yo no tengo soledad!»
  8. Monnier, Adrienne (Poeta –suicida–, editora) (París, Francia, 1892-1955)
    (De 'A James Joyce'): «¡Hombre de cólera! / ¡Vuelve impaciente a interrogar el olvido! / ¡Huye de tu padre y de tu isla, arranca tus raíces! / Viaja como extranjero, aún hay que tocar el fondo. / Hay que saber, hay que colmar el vacío. / ¡Que la virtud de un movimiento nuevo / te sea dada! ¡Vuelve impaciente!»
  9. Montagut, María Cintia (Poeta, crítica) (Madrid, España, 1946)
    (De 'Volver del tiempo': 'Poseer la verdad'): «Poseer la verdad / ¿qué es sino soñar que existe un cuerpo? / Uno solo. / Puro, desnudo, con un río de sangre. / Con un río de angustia escondida. / Con un río sin mar.»
  10. Moore, Marianne (Poeta, editora) (Kirkwood, Misuri, EEUU, 1887-1972)
    1) (Frases): «La belleza es eterna y el polvo sólo dura un tiempo.»
    2) (Id.): «La poesía es el arte de crear jardines imaginarios con sapos reales.»
    3) (Id.): «Si la técnica no es de interés para un escritor, dudo que el escritor sea un artista.»
    4) (De 'Poemas escogidos': 'La poesía'): «A mí tampoco me gusta. / Pero, al leerla con absoluto desprecio, descubrimos en ella, / al fin y al cabo, sitio para lo auténtico.»
  11. Mora, Ángeles (Poeta) (Rute, Córdoba, 1952)
    (De poema): «"Las contradicciones parecen insufribles / en nuestro mundo. / Pero uno intenta / huir de ellas / como los pájaros: / huir quedándose.»
  12. Morales, Piedad (Poeta, editora) (Puerto Berrío, Antioqua, Colombia, 1956-2012)
    (De 'Poemas escogidos': 'Desertora'): «Me piden que hable del dolor de patria / sin embargo la truequié / a la esperanza por la matria / sus blasones / sus himnos y banderas / pueblan a Colombia de destierro /en las noches violan las niñas / en las mañanas enrolan a los jóvenes / que acuden a matar a otros jóvenes en su nombre // De doler / me floreciste en las palabras.»
  13. Morán, Diana (Poeta, profesora) (Cabuya, Panamá, 1932-1987)
    De 'Eva definida': 'Ahora llevo el Istmo en cada poro'): «... Ahora sé que clandestinamente / tenemos que sembrar jazmines rojos / para que el estallar indomable / de su aroma proletario / nos devuelva: / La dignidad... la tierra... los productos... / Las rondas infantiles sin betunes, / los motetes robustos de mazorcas, / los suburbios con trajes de domingo, / la comida puntual de los obreros, / las entrañas de coco de la paz, / los crepúsculos-naranjas del poema, / los humanos derechos / en las simientes del amor fertilizado...»
  14. Morchid, Fatiha (Poeta) (Ben Slimane, Marruecos , 1958)
    1) (De 'Signos': 'Ausencia'): «No digas que la ausencia tiene sabor a locura. / Cierra tus ojos dondequiera que estés / me encontrarás / como el mar errante / que persiste entre las dos mareas / y nunca desfallece.»
    2) (De 'Signos': 'Desespero'): «Con el ocaso / su día amanece / ya no le importa / quien será ese que monte / su caballo. // Preparada está para morir.»
  15. Muela Sopeña, Ana (Poeta, editora) (Bilbao, Euskadi, 1961)
    ('Desde el génesis'): «Soy ésa que se muere por los pórticos / y la que baila en mundos de la sombra, / la que saluda al sol cada mañana, / la que vierte una lágrima de exilio. // También la que te cuida y que te abraza, / que habita en lupanares de la noche, / que busca entre mil nombres clandestinos, / que sueña con susurros de la especie. // Soy la mujer de viento y sin fronteras, / la virgen que persigue al unicornio, / la hetaira perversa en el silencio. // Soy todos esos rostros de la historia / unidos en mi caja de cristal, / en mi memoria antigua, desde el génesis.»
  16. Müller, Herta (Poesía, novela, ensayo / P Nobel 2009) (Timis, Rumanía, 1953)
    1) (Frases): «¿Qué hacer cuando con la palabra no puede decirse mucho, cuando la mejor palabra es mala?»
    2) ('Cuando callamos, resultamos desagradables...'): «El silencio es una actitud vital, puede mantenerse durante toda una vida dentro de la cabeza, cuando se está convencido de que gastar las ideas hablando es un despropósito.»
    3) ('Todo lo que tengo lo llevo conmigo'): «A lo vivido en tanto proceso ni le importa lo más mínimo la escritura, no es compatible con las palabras. (...) Para describirlo es necesario recomponerlo a la medida de las palabras y reinventarlo por completo. (...) Hay que demoler las presunciones de lo vivido para poder escribir sobre ello, apartarse de cualquier camino real para tomar uno inventado, porque tan sólo éste podrá parecerse al primero.»
    4) (De 'Los pálidos señores con las tazas de moca'): «Madre se convirtió en una ortiga / Padre se convirtió en un álamo / en lugar de esto me dijo uno / durante la cena / todo amor se nos convierte en fregona / yo sé en lo que él se convirtió / y cómo yo me empaqueto / pero me gustaría ser la espuma / en la boquilla del clarinete / el penumbroso dinero de los ladrones / o el flaco ladrido de los perros / contra la marca de las costillas de una chaqueta.»
  17. Mustafa Sahioni, Malak (Poeta, periodista y más) (Latakia, Siria,1957)
    1) (Poema): «Cuando se durmió la noche / Abrí sus ojos / Para asegurarme de mi insomnio– // Como el eco / en el desierto, / como el punto / en el mar, / como el camino / sin final, / ¿acaso soy yo?»
    2) (Poema): «Soy el eco en tu desierto. / Soy la sombra en tu espejo. / Soy la mañana en tu noche. / ¿Por qué no das el primer paso?»
    3) (Poema): «¿Dónde estás? / ¿Bajo mi camisa, / bajo mi párpado, / bajo mi piel? / ¿Dónde estás? / ¿En mi sangre, / en mi saliva, / en mis entrañas? /No te veo. / ¿Eres yo?»
  18. Mutter, AnneSophie (Violinista) (Rheinfelden, Alemania, 1963)
    1) (Entrevista): «Recuperar la espontaneidad, algo que nos falta. Mozart fue una estrella del pop en el siglo XVII. Entonces la improvisación era parte de los espectáculos. Hoy falta eso. Si pusiéramos más espontaneidad en lo que hacemos, si devolviéramos a la música esa sensación de estar creándola en el mismo momento en que la interpretamos, no de repetirlo, nos iría mejor. Una de las claves de la música moderna es esa. A nosotros nos falta fuego.»
    2) (Id.): «La perfección no es el objetivo. La perfección técnica es una herramienta que viene bien. Pero tienes que liberarte de ella para ir al fondo.»
    3) (Id.): «No todos podemos ser Beethoven, pero puedes aportar algo para que Beethoven sea mejor.»

Reflexión 2

ABECÉ de MUJERES POETAS – Letra M-2ª

Alda Merini.jpg

ALDA MERINI - Vida y poemas

(Milán, Italia, 1931-2009)

Reflexión 2

Con la primera versión de la sección Reflexión-2, continente y contenido, he procurado ser tímido —¿a qué excesos en poesía?— para evitar desorientar a los improbables lectores con cambios continuados o bruscos. Así, estuve una buena temporada trabajando sobre entrevistas que llamaban mi atención entre personajes de la poesía o del arte en general; después fue surgiendo una euforia tranquila hacia el maestro poeta Gamoneda, al cual dediqué un gustoso esfuerzo al respecto de su sublime y largo poema Descripción de la mentira. Y ahí sigue estando, como todo lo demás, bajo la doble colección de ya más de un mes de meses bajo el botón pulsable de Ir a reflexiones anteriores.

Mediado 2012, creí que era el momento de un nuevo derrotero, esta vez de más larga duración —si el cuerpo aguanta— y siguiendo una vía semejante a la que viene indicando la sección Reflexión-1, la del abecedario. Por otro lado, mi corazoncito me viene reclamando hace tiempo una complementaria dedicación a la mujer —la mujer poeta— que ayude a suavizar el abundante defecto histórico y, a la vez, me sirva para reconocerles su general valía y sus aportaciones en este campo de la creación. Y, naturalmente, sirva de agradecimiento especial a mis lectoras, que asombrosamente son más de una.

Esa es la razón de que el 1 de julio de 2012 haya iniciado, como Reflexión-2 el ABECÉ de Mujeres Poetas, que espero completar de la A a la Z, desde una selección posible de autoras y textos. Para cada letra iré buscando lo que entienda más oportuno y accesible, desde la primera, Anna Ajmátova, y las sucesivas (ver Ir a reflexiones anteriores). Espero que la esta nueva elección resulte óptima (mi preferencia es elegir poetas en español, pero algunas letras se resisten o me vence alguna devoción).

Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas:
«http://es.wikipedia.org/wiki/Alda_Merini
«http://tocandoalmas.wordpress.com/2011/02/11/alda-merini-las-mas-bellas-poesias/»
«http://http://dejenmevivir.wordpress.com/2012/04/01/1091/»
«http://http://dejenmevivir.wordpress.com/2012/04/01/1091/»
«http://escritorasunidas.blogspot.com.es/2012/11/alda-merini.html».
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar

Vida de Alda Merini

Alda Giuseppina Merini, (Milán, 1931-2009), “Soy una pequeña abeja furibunda. Me gusta cambiar de color. Me gusta cambiar de medida”. La poeta Alda Merini eligió estas palabras para abrir su página web. Nació de familia humilde y murió en esa misma ciudad el 1 de noviembre 2009, a causa de un tumor óseo. Fumaba 70 u 80 cigarrillos al día, pero a sus 78 años sostenía que el tabaco le había alargado la vida. Se la considera una de las voces más claras y profundas de la poesía italiana del siglo XX. Quienes la conocieron han escrito estos días que era amena y nostálgica, y que su personaje vital recordaba al eco de sus versos, de apariencia simple y burguesa, pero a la vez transgresores, intensos y dolorosos. Uno de sus primeros poemas se lo dedicó al banquero Enrico Cuccia: “Una vez me lo crucé por la calle y le dije que tenía hambre. Él respondió que era buena señal y siguió derecho”. Siempre llevaba un collar de perlas, pero vivía y murió en la indigencia, por o casi por elección personal.

Muy pronto, a los 16 años conoce los asaltos de la locura —de 1961 a 1978 vivió en manicomios—, casi a la vez que su vocación poética. Así, su poesía es confesión y remedio de su condición turbada, mezcla de confusión y lucidez, capaz de conectar realidades diversas como la memoria, el sueño, el deseo o la fantasía. La escritura es un exorcismo tangible y a la vez amenaza ante la premura interior de un estado psíquico que se resuelve en armonía o en arrebato frente al mundo exterior. Se mezclan sensualidad y misticismo, luces y sombras, el todo de la vida en una amalgama estilística que poco a poco se hace más amorosa e intuitiva. Es difícil dar cuenta de una artista que ha fundido la vidas, vivida y soñada, de forma inseparable y a contracorriente del destino.

“La poesía nace de un terreno de dulzura, de amor. Las verdades me vienen de los sueños, los muertos me visitan””, contaba. Además de poemas, escribió prosa y aforismos. En 1996 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura por la Academia francesa y su gran obra, La Terra Santa, le valió en 1993 el Premio Eugenio Montale. Se declaraba loca de amor por Rilke, y le gustaban Hölderlin, Valéry, Melville, Gide, Pirandello, Dante, Manzoni; y, en la vida, a algunos los amé y los tuve”.

Obra poética de Alda G. Merini

—no traducida al español

La presenza di Orfeo (1953), Paura di Dio (1955), Nozze romane (1955), Tu sei Pietro (1962), Destinati a morire (1980), Le satire della Ripa (1983), Le rime petrose (1983), Fogli bianchi (1987), Testamento (1988), Vuoto d’amore (1991), La vita facile (1992), Aforismi (1996), Un’anima indocile (1996)

—traducida al español

Poesías de Alda Merini (Fundación Cajasol, Sevilla 1999)
La Tierra Santa (Editorial Pre-Textos, España, 2002)
Baladas no pagadas (Ed. La Poesía, señor Hidalgo, Barcelona, 2005)
Clínica del abandono (Ed. Bajo la Luna, Buenos Aires, 2008)
Cuerpo de amor (Vaso Roto Ediciones, México–España, 2009)
Magnificat (Vaso Roto Ediciones, México–España, 2009)
La carne de los ángeles (Vaso Roto Ediciones, México–España, 2009)

DIECIOCHO poemas de Alda Merini

Carta de amor

Escribe una carta de amor solamente
que tenga la semilla de un gran suspiro
y después olvídala en la memoria
para que yo la pueda escuchar.
De noche, cuando duermes,
aunque tú no lo sabes, vengo a buscarte:
mi límite frío de sueño
se compagina con el tuyo,
vivimos sobre dos desiertos
que al atardecer se transforman en colinas
y desnudo mis senos en la noche
ansiosa de que tú los mires.

El aforismo

El aforismo es el sueño de una sutil venganza
El poeta no rechaza sus sombras
El pecado me hace descansar
No puedo hacerme santa, porque siempre tengo en la mano el arma del deseo
Cuando sale el sol que se arrepienten amargamente de no haber pecado.
La lobotomía es el toque final de un gran peluquero
Se va al manicomio para aprender a morir
Agradezco a mis enemigos, porque son los más atentos a aquello que escribo.
Los colores maduran la noche
La hormiga es un ejemplo de seriedad natural
He intentado gritar con las manos
Dormía, y soñaba que estaba en el mundo
Yo como sólo para nutrir el dolor
Quien me mira rimará eternamente confuso.

La locura

Locura, mi joven y gran enemiga,
algún tiempo te llevé como un velo
en mis ojos, al conocerme apenas.
De lejos me viste, como blanco tuyo
y pensaste que yo sería tu musa;
cuando empezó la pérdida de dientes,
que aún me aflige entre tanto despojo,
compraste la manzana del futuro
para darme el fruto de tu fragancia.

El manicomio

El manicomio es una gran caja de resonancia
y el delirio se vuelve eco,
el anonimato medida,
el manicomio es el Monte Sinaí,
maldito, en el cual recibes
las tablas de una ley
que los hombres no conocen.

De ‘Baladas no pagadas’, Yo como vosotras

Yo como vosotros fui sorprendida
mientras robaba la vida,
expulsada de mi deseo de amor.
Yo como vosotros no fui escuchada
y vi los barrotes del silencio
crecer en torno a mí y arrancarme los cabellos.
Yo como vosotros lloré,
reí, esperé.
Yo como vosotros sentí que me despojaban
de mis vestidos
y cuando en mis manos pusieron
mi vergüenza,
vergüenza comí cada día.
Yo como vosotros socorrí al enemigo,
tuve fe en mi frágil destino
y pregunté qué era el Señor,
luego de la idea de su existencia
saqué fuerza para sentir el martirio
volando a mi alrededor como paloma viva.
Yo como vosotros consumé sola el amor
alejada incluso del Cristo resurrecto.
Mas como vosotros regresé a la ciencia
del dolor del hombre, que es la ciencia mía.

De ‘Tú eres Pedro’, En las fervientes uñas del dolor

Si el dolor me embiste y me retiene
en sus fervientes uñas
y agotada siento que me asola
por una horrible zancada
que me arrastra y me derrumba toda,
gimo porque soy débil, de arcilla
mas presionando el labio ya me crece
dentro no sé qué orgullo sin mesura
por la muerte aparente, de una fibra
de demonio o de ángel estoy hecha...

De 'Presencia de Orfeo', La más bella poesía

Los más bellos poemas se escriben
sobre las piedras
con las rodillas ulceradas
y las manos afiladas por el misterio.
Las más bellas poesías se escriben
frente a un altar vacío,
rodeado de agentes
de la divina locura.
Así, loco, criminal, como eres
le has dado versos a la humanidad,
versos de reconquista
y de bíblicas profecías
y eres hermano de Jonás.
Pero la tierra prometida
donde germinan las manzanas de oro
y el árbol del conocimiento
de donde Dios no ha descendido
ni jamás te ha maldecido.
Pero tú sí, maldices
hora tras hora tu canto
porque has descendido en el limbo,
donde aspiras el Ajenjo
de una sobrevivencia negada.

De 'Destinados a morir', Los poetas trabajan de noche

Los poetas trabajan de noche
cuando el tiempo no les urge,
cuando se calla el ruido de la multitud
y termina el linchamiento de las horas.
Los poetas trabajan en la oscuridad
como halcones nocturnos o ruiseñores
de canto dulcísimo
y temen ofender a Dios. Pero los poetas, en su silencio,
hacen mucho más ruido
que una dorada cúpula de estrellas

De 'Destinados a morir', Canto de respuesta

Haber estado en ciertos lugares tristes,
cultivar fantasmas,
como dices tú, atento amigo mío,
no da derecho a creer que dentro
dentro de mí continúe la locura.
He seguido siendo poeta hasta en el infierno
sólo que yo buscaba de Eurídice
la casta sombra y no tengo más palabras...
Ésta, Franco, la tierna respuesta
a tu dilema: yo soy poeta
y poeta seguí siendo tras los barrotes;
sólo que afuera, sin casa y perdida
he continuado a mi pesar el canto
de la tristeza, y dentro de cada flor
de mi voz existe aún la esperanza
de que nada haya sucedido que devaste
mi surco de luz y haya perdido
la verdadera llave que me cierra a la verdad.

De 'Destinados a morir', Soy una mujer

(A Salvatore Quasimodo)

Soy una mujer que desespera
que no encuentra paz nunca en ningún lugar,
a la que la gente desprecia, a la que los paseantes
miran con despecho y con furor;
soy un alma colgando de una cruz
pisoteada, burlada, escupida:
me han quedado sólo los ojos
que yo elevo al cielo a Ti gritando:
¡quítame del regazo los suspiros!

De 'Destinados a morir', ”, A Héctor

He sentido miedo de la muerte,
miedo de tus paraísos.
Tú eras mi abeja,
te apoyabas sobre mí
con tu benevolencia
y chupabas la flor de mis rimas
todo el tibio coraje.
Tú eras mi hermano
y eras también poeta...
Pero perderte así,
por banal alegría,
por la muerte burlona,
oh compañero de sueños,
¡qué no habría hecho!
No soy mujer de llorar las estelas
ni los silencios de los cementerios;
yo soy mujer de amor,
y tú lo sabes bien
qué no habría hecho.
Te habría perseguido en los sueños,
lo sé, y luego lentamente
habría resbalado en el sueño,
en el sueño de la locura
y allí, amándote siempre,
yo habría muerto de amor.

De ‘La Tierra Santa’, 3

Ante la verja se coagulan las víctimas
vueltas desnudas y perfectas
cerradas en la ignorancia,
paradójicas las manos
agarradas a un hierro
y afuera el tren que pasa
soleado y ligero,
un estallido de luz propia
sobre mi margen ofendido.

De ‘La Tierra Santa’, 10

Yo era un pájaro
del blanco vientre gentil,
alguien cortó mi garganta
apenas para reírse
no sé.
Yo era un albatros grande
y volaba sobre los mares.
Alguien me cerró el viaje,
sin limosna de sonido.
Pero aun tirada por tierra
canto ahora para ti
mis canciones de amor.

De ‘La Tierra Santa’, 11

He caído en una trampa profunda
como dentro de un pozo pantanoso.
Oh ¿quién podrá salvarme de esta imagen astuta
que ensombrece un móvil amor?
En el fondo del pozo hay juncos de sombra
y mi grito sobrevuela el agua.
El gallardo camaleón mira desde las horribles plantas
este mi precipicio secreto.

De ‘La Tierra Santa’, 17

Cuando entré
tres ojos me recogieron
dentro de sus esferas,
tres ojos duros enloquecidos
de enfermas dementes:
entonces perdí yo los sentidos
entendí que aquel lago azul
era un pantano
ciénaga de deshechos triturados
en el que me ahogaría.

De ‘La Tierra Santa’, 27

Las dunas del canto se han cerrado,
¡oh maldita magia del universo,
que todo puede sobre una esfera tan blanda!
No vengas tú a mi pasado,
no me abras deltas vertiginosos,
llagas latentes, accesos
a las escalinatas que móviles se abren
sobre la balaustrada del declive;
quédate, podrías ser quizá Orfeo
que otra vez viene a rescatarme de la nada,
quédate de mi valiente y sumo caballero,
padezco la luz, en las sombras
soy reina mas fuera en el mundo
podría estar muerta y tú lo sabes
la confusión que me prende de lleno
cuando veo un árbol seguro.

De ‘La Tierra Santa’, 29 'Aseo'

El triste aseo de la mañana,
cuerpos desilusionados, carnes decepcionantes,
alrededor del lavabo
la negra peste de las cosas infames.
Oh, este temblar de carnes obscenas,
y el frío oscuro
y el caer más inhumano
de una enferma al pavimento.
Este el tráfico que la estratosfera
no conocerá jamás, esta la infamia
de los cuerpos desnudos puestos a arder
bajo la atávica luz del ser humano.

De ‘La Tierra Santa’, 37

Encendí una fogata
en mis noches de luna
para llamar a los clientes,
como hacen las prostitutas
al borde de algunas carreteras,
pero nadie paró a mirar
y mi fogata se apagó.

FIN de los poemas de Alda Merini

Xoán A. Leiceaga Baltar, Agosto de 2013