Esta sección se me ocurrió para poder disponer de un espacio complementario a OBRA y CALA pero más flexible — abierto a los lectores, p.ej.—, aunque siempre orientado a «la poesía y lo poético», y, más en concreto, a aspectos como su sentido, la valoración de su calidad, la aproximación a otros poetas y poemas y a un amplio continuo de ideas o buenas prácticas, además de reflexiones stricto sensu (muestras de poetas desconocidos u olvidados, homenajes, entrevistas, análisis y ensayos sobre otras manifestaciones artísticas, relaciones de frases o versos notables, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de poesía y poeta son para mí hermanos de magia o mago acerca del arte en general y el artista, y por ello tienen cómoda acogida en REFLEXIÓN.
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ALDA MERINI - Vida y poemas
(Milán, Italia, 1931-2009)
Reflexión 2
Con la primera versión de la sección Reflexión-2, continente y contenido, he procurado ser tímido —¿a qué excesos en poesía?— para evitar desorientar a los improbables lectores con cambios continuados o bruscos. Así, estuve una buena temporada trabajando sobre entrevistas que llamaban mi atención entre personajes de la poesía o del arte en general; después fue surgiendo una euforia tranquila hacia el maestro poeta Gamoneda, al cual dediqué un gustoso esfuerzo al respecto de su sublime y largo poema Descripción de la mentira. Y ahí sigue estando, como todo lo demás, bajo la doble colección de ya más de un mes de meses bajo el botón pulsable de Ir a reflexiones anteriores.
Mediado 2012, creí que era el momento de un nuevo derrotero, esta vez de más larga duración —si el cuerpo aguanta— y siguiendo una vía semejante a la que viene indicando la sección Reflexión-1, la del abecedario. Por otro lado, mi corazoncito me viene reclamando hace tiempo una complementaria dedicación a la mujer —la mujer poeta— que ayude a suavizar el abundante defecto histórico y, a la vez, me sirva para reconocerles su general valía y sus aportaciones en este campo de la creación. Y, naturalmente, sirva de agradecimiento especial a mis lectoras, que asombrosamente son más de una.
Esa es la razón de que el 1 de julio de 2012 haya iniciado, como Reflexión-2 el ABECÉ de Mujeres Poetas, que espero completar de la A a la Z, desde una selección posible de autoras y textos. Para cada letra iré buscando lo que entienda más oportuno y accesible, desde la primera, Anna Ajmátova, y las sucesivas (ver Ir a reflexiones anteriores). Espero que la esta nueva elección resulte óptima (mi preferencia es elegir poetas en español, pero algunas letras se resisten o me vence alguna devoción).
Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas:
«http://es.wikipedia.org/wiki/Alda_Merini
«http://tocandoalmas.wordpress.com/2011/02/11/alda-merini-las-mas-bellas-poesias/»
«http://http://dejenmevivir.wordpress.com/2012/04/01/1091/»
«http://http://dejenmevivir.wordpress.com/2012/04/01/1091/»
«http://escritorasunidas.blogspot.com.es/2012/11/alda-merini.html».
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar
Vida de Alda Merini
Alda Giuseppina Merini, (Milán, 1931-2009), “Soy una pequeña abeja furibunda. Me gusta cambiar de color. Me gusta cambiar de medida”. La poeta Alda Merini eligió estas palabras para abrir su página web. Nació de familia humilde y murió en esa misma ciudad el 1 de noviembre 2009, a causa de un tumor óseo. Fumaba 70 u 80 cigarrillos al día, pero a sus 78 años sostenía que el tabaco le había alargado la vida. Se la considera una de las voces más claras y profundas de la poesía italiana del siglo XX. Quienes la conocieron han escrito estos días que era amena y nostálgica, y que su personaje vital recordaba al eco de sus versos, de apariencia simple y burguesa, pero a la vez transgresores, intensos y dolorosos. Uno de sus primeros poemas se lo dedicó al banquero Enrico Cuccia: “Una vez me lo crucé por la calle y le dije que tenía hambre. Él respondió que era buena señal y siguió derecho”. Siempre llevaba un collar de perlas, pero vivía y murió en la indigencia, por o casi por elección personal.
Muy pronto, a los 16 años conoce los asaltos de la locura —de 1961 a 1978 vivió en manicomios—, casi a la vez que su vocación poética. Así, su poesía es confesión y remedio de su condición turbada, mezcla de confusión y lucidez, capaz de conectar realidades diversas como la memoria, el sueño, el deseo o la fantasía. La escritura es un exorcismo tangible y a la vez amenaza ante la premura interior de un estado psíquico que se resuelve en armonía o en arrebato frente al mundo exterior. Se mezclan sensualidad y misticismo, luces y sombras, el todo de la vida en una amalgama estilística que poco a poco se hace más amorosa e intuitiva. Es difícil dar cuenta de una artista que ha fundido la vidas, vivida y soñada, de forma inseparable y a contracorriente del destino.
“La poesía nace de un terreno de dulzura, de amor. Las verdades me vienen de los sueños, los muertos me visitan””, contaba. Además de poemas, escribió prosa y aforismos. En 1996 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura por la Academia francesa y su gran obra, La Terra Santa, le valió en 1993 el Premio Eugenio Montale. Se declaraba loca de amor por Rilke, y le gustaban Hölderlin, Valéry, Melville, Gide, Pirandello, Dante, Manzoni; y, en la vida, a algunos los amé y los tuve”.
Obra poética de Alda G. Merini
—no traducida al español
La presenza di Orfeo (1953), Paura di Dio (1955), Nozze romane (1955), Tu sei Pietro (1962), Destinati a morire (1980), Le satire della Ripa (1983), Le rime petrose (1983), Fogli bianchi (1987), Testamento (1988), Vuoto d’amore (1991), La vita facile (1992), Aforismi (1996), Un’anima indocile (1996)
—traducida al español
Poesías de Alda Merini (Fundación Cajasol, Sevilla 1999)
La Tierra Santa (Editorial Pre-Textos, España, 2002)
Baladas no pagadas (Ed. La Poesía, señor Hidalgo, Barcelona, 2005)
Clínica del abandono (Ed. Bajo la Luna, Buenos Aires, 2008)
Cuerpo de amor (Vaso Roto Ediciones, México–España, 2009)
Magnificat (Vaso Roto Ediciones, México–España, 2009)
La carne de los ángeles (Vaso Roto Ediciones, México–España, 2009)
Carta de amor
Escribe una carta de amor solamente
que tenga la semilla de un gran suspiro
y después olvídala en la memoria
para que yo la pueda escuchar.
De noche, cuando duermes,
aunque tú no lo sabes, vengo a buscarte:
mi límite frío de sueño
se compagina con el tuyo,
vivimos sobre dos desiertos
que al atardecer se transforman en colinas
y desnudo mis senos en la noche
ansiosa de que tú los mires.
El aforismo
El aforismo es el sueño de una sutil venganza
El poeta no rechaza sus sombras
El pecado me hace descansar
No puedo hacerme santa, porque siempre tengo en la mano el arma del deseo
Cuando sale el sol que se arrepienten amargamente de no haber pecado.
La lobotomía es el toque final de un gran peluquero
Se va al manicomio para aprender a morir
Agradezco a mis enemigos, porque son los más atentos a aquello que escribo.
Los colores maduran la noche
La hormiga es un ejemplo de seriedad natural
He intentado gritar con las manos
Dormía, y soñaba que estaba en el mundo
Yo como sólo para nutrir el dolor
Quien me mira rimará eternamente confuso.
La locura
Locura, mi joven y gran enemiga,
algún tiempo te llevé como un velo
en mis ojos, al conocerme apenas.
De lejos me viste, como blanco tuyo
y pensaste que yo sería tu musa;
cuando empezó la pérdida de dientes,
que aún me aflige entre tanto despojo,
compraste la manzana del futuro
para darme el fruto de tu fragancia.
El manicomio
El manicomio es una gran caja de resonancia
y el delirio se vuelve eco,
el anonimato medida,
el manicomio es el Monte Sinaí,
maldito, en el cual recibes
las tablas de una ley
que los hombres no conocen.
De ‘Baladas no pagadas’, Yo como vosotras
Yo como vosotros fui sorprendida
mientras robaba la vida,
expulsada de mi deseo de amor.
Yo como vosotros no fui escuchada
y vi los barrotes del silencio
crecer en torno a mí y arrancarme los cabellos.
Yo como vosotros lloré,
reí, esperé.
Yo como vosotros sentí que me despojaban
de mis vestidos
y cuando en mis manos pusieron
mi vergüenza,
vergüenza comí cada día.
Yo como vosotros socorrí al enemigo,
tuve fe en mi frágil destino
y pregunté qué era el Señor,
luego de la idea de su existencia
saqué fuerza para sentir el martirio
volando a mi alrededor como paloma viva.
Yo como vosotros consumé sola el amor
alejada incluso del Cristo resurrecto.
Mas como vosotros regresé a la ciencia
del dolor del hombre, que es la ciencia mía.
De ‘Tú eres Pedro’, En las fervientes uñas del dolor
Si el dolor me embiste y me retiene
en sus fervientes uñas
y agotada siento que me asola
por una horrible zancada
que me arrastra y me derrumba toda,
gimo porque soy débil, de arcilla
mas presionando el labio ya me crece
dentro no sé qué orgullo sin mesura
por la muerte aparente, de una fibra
de demonio o de ángel estoy hecha...
De 'Presencia de Orfeo', La más bella poesía
Los más bellos poemas se escriben
sobre las piedras
con las rodillas ulceradas
y las manos afiladas por el misterio.
Las más bellas poesías se escriben
frente a un altar vacío,
rodeado de agentes
de la divina locura.
Así, loco, criminal, como eres
le has dado versos a la humanidad,
versos de reconquista
y de bíblicas profecías
y eres hermano de Jonás.
Pero la tierra prometida
donde germinan las manzanas de oro
y el árbol del conocimiento
de donde Dios no ha descendido
ni jamás te ha maldecido.
Pero tú sí, maldices
hora tras hora tu canto
porque has descendido en el limbo,
donde aspiras el Ajenjo
de una sobrevivencia negada.
De 'Destinados a morir', Los poetas trabajan de noche
Los poetas trabajan de noche
cuando el tiempo no les urge,
cuando se calla el ruido de la multitud
y termina el linchamiento de las horas.
Los poetas trabajan en la oscuridad
como halcones nocturnos o ruiseñores
de canto dulcísimo
y temen ofender a Dios.
Pero los poetas, en su silencio,
hacen mucho más ruido
que una dorada cúpula de estrellas
De 'Destinados a morir', Canto de respuesta
Haber estado en ciertos lugares tristes,
cultivar fantasmas,
como dices tú, atento amigo mío,
no da derecho a creer que dentro
dentro de mí continúe la locura.
He seguido siendo poeta hasta en el infierno
sólo que yo buscaba de Eurídice
la casta sombra y no tengo más palabras...
Ésta, Franco, la tierna respuesta
a tu dilema: yo soy poeta
y poeta seguí siendo tras los barrotes;
sólo que afuera, sin casa y perdida
he continuado a mi pesar el canto
de la tristeza, y dentro de cada flor
de mi voz existe aún la esperanza
de que nada haya sucedido que devaste
mi surco de luz y haya perdido
la verdadera llave que me cierra a la verdad.
De 'Destinados a morir', Soy una mujer
(A Salvatore Quasimodo)
Soy una mujer que desespera
que no encuentra paz nunca en ningún lugar,
a la que la gente desprecia, a la que los paseantes
miran con despecho y con furor;
soy un alma colgando de una cruz
pisoteada, burlada, escupida:
me han quedado sólo los ojos
que yo elevo al cielo a Ti gritando:
¡quítame del regazo los suspiros!
De 'Destinados a morir', ”, A Héctor
He sentido miedo de la muerte,
miedo de tus paraísos.
Tú eras mi abeja,
te apoyabas sobre mí
con tu benevolencia
y chupabas la flor de mis rimas
todo el tibio coraje.
Tú eras mi hermano
y eras también poeta...
Pero perderte así,
por banal alegría,
por la muerte burlona,
oh compañero de sueños,
¡qué no habría hecho!
No soy mujer de llorar las estelas
ni los silencios de los cementerios;
yo soy mujer de amor,
y tú lo sabes bien
qué no habría hecho.
Te habría perseguido en los sueños,
lo sé, y luego lentamente
habría resbalado en el sueño,
en el sueño de la locura
y allí, amándote siempre,
yo habría muerto de amor.
De ‘La Tierra Santa’, 3
Ante la verja se coagulan las víctimas
vueltas desnudas y perfectas
cerradas en la ignorancia,
paradójicas las manos
agarradas a un hierro
y afuera el tren que pasa
soleado y ligero,
un estallido de luz propia
sobre mi margen ofendido.
De ‘La Tierra Santa’, 10
Yo era un pájaro
del blanco vientre gentil,
alguien cortó mi garganta
apenas para reírse
no sé.
Yo era un albatros grande
y volaba sobre los mares.
Alguien me cerró el viaje,
sin limosna de sonido.
Pero aun tirada por tierra
canto ahora para ti
mis canciones de amor.
De ‘La Tierra Santa’, 11
He caído en una trampa profunda
como dentro de un pozo pantanoso.
Oh ¿quién podrá salvarme de esta imagen astuta
que ensombrece un móvil amor?
En el fondo del pozo hay juncos de sombra
y mi grito sobrevuela el agua.
El gallardo camaleón mira desde las horribles plantas
este mi precipicio secreto.
De ‘La Tierra Santa’, 17
Cuando entré
tres ojos me recogieron
dentro de sus esferas,
tres ojos duros enloquecidos
de enfermas dementes:
entonces perdí yo los sentidos
entendí que aquel lago azul
era un pantano
ciénaga de deshechos triturados
en el que me ahogaría.
De ‘La Tierra Santa’, 27
Las dunas del canto se han cerrado,
¡oh maldita magia del universo,
que todo puede sobre una esfera tan blanda!
No vengas tú a mi pasado,
no me abras deltas vertiginosos,
llagas latentes, accesos
a las escalinatas que móviles se abren
sobre la balaustrada del declive;
quédate, podrías ser quizá Orfeo
que otra vez viene a rescatarme de la nada,
quédate de mi valiente y sumo caballero,
padezco la luz, en las sombras
soy reina mas fuera en el mundo
podría estar muerta y tú lo sabes
la confusión que me prende de lleno
cuando veo un árbol seguro.
De ‘La Tierra Santa’, 29 'Aseo'
El triste aseo de la mañana,
cuerpos desilusionados, carnes decepcionantes,
alrededor del lavabo
la negra peste de las cosas infames.
Oh, este temblar de carnes obscenas,
y el frío oscuro
y el caer más inhumano
de una enferma al pavimento.
Este el tráfico que la estratosfera
no conocerá jamás, esta la infamia
de los cuerpos desnudos puestos a arder
bajo la atávica luz del ser humano.
De ‘La Tierra Santa’, 37
Encendí una fogata
en mis noches de luna
para llamar a los clientes,
como hacen las prostitutas
al borde de algunas carreteras,
pero nadie paró a mirar
y mi fogata se apagó.
FIN de los poemas de Alda Merini
Xoán A. Leiceaga Baltar, Agosto de 2013