Esta sección se me ocurrió para poder disponer de un espacio complementario a OBRA y CALA pero más flexible — entreabierto a los lectores, p.ej.—, aunque siempre orientado a «la poesía y lo poético», y, más en concreto, a aspectos como su sentido, la valoración de su calidad, las aproximaciones a poetas y poemas y a un amplio continuo de buenas ideas o prácticas, además de reflexiones stricto sensu (muestras de poetas singulares, homenajes, entrevistas, análisis y ensayos sobre otras manifestaciones artísticas, relaciones de frases o versos notables, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de poesía y poeta son para mí hermanos de magia o mago acerca del arte y el artista, y por ello tienen cómoda acogida en REFLEXIÓN.
[Ver más en VIDA y SAL / SALudo]
CONCHA GARCÍA - Vida y poemas
(La Rambla, Córdoba, 1956)
Reflexión 2
Con la primera versión de la sección Reflexión-2, continente y contenido, he procurado ser prudente — limitadamente, en poesía no veo adecuado su exceso— para evitar desorientar a los improbables lectores con cambios seguidos o bruscos. Así, estuve una buena temporada trabajando sobre entrevistas que me llamaban la atención entre personajes de la poesía o del arte en general; después me surgió una especie de euforia —no repentina, por cierto— hacia el maestro poeta Gamoneda, al cual dediqué un gustoso esfuerzo al respecto de su sublime y largo poema Descripción de la mentira. Y ahí sigue estando la doble colección completa de ya más de treinta secciones bajo el botón pulsable de Ir a reflexiones anteriores.
Creo, ahora, que ya es el momento de hacer un nuevo derrotero, esta vez de más larga duración —si el cuerpo aguanta—, y siguiendo una vía semejante a la que viene indicando la anterior Reflexión-1, la del abecedario. Por otro lado, mi corazoncito me viene reclamando hace tiempo una complementaria dedicación a la mujer —la mujer poeta— que ayude a suavizar los abundantes defectos históricos y, a la vez, me sirva para reconocerles su general valía y sus aportaciones en este campo de la creación. Y, naturalmente, que sirva de agradecimiento especial a mis lectoras, que asombrosamente son más de una.
Esa es la razón de que el 1 de julio de 2012 haya iniciado, como Reflexión-2, el ABECÉ de Mujeres Poetas que espero completar de la A a la Z, siendo mía la selección de autoras y textos. Para cada letra iré buscando lo que entienda más oportuno y asequible; después de Anna Ajmátova y las siguientes (ver Ir a reflexiones anteriores), espero que la actual elección resulte satisfactoria (mi preferencia es elegir poetas en español, pero a veces me vence alguna devoción).
Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas «es.wikipedia.org/wiki/», «sobreconchagarcia.blogspot.com.es/» y «unrinconparalapoesia.blogspot.com.es/».
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar
Vida de Concha García
Llegó de niña a Barcelona, donde se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Ha colaborado en ABC Cultural y actualmente lo hace en la sección cultural del diario Avui. Es miembro fundador del Aula de Poesía de Barcelona, así como de la Asociación Mujeres y Letras. Es también codirectora de la revista Ficciones. Ha publicado una larga lista de poemarios, además de narración. Ha ganado varios premios literarios, como el Premio Poesía Aula Negra, por su libro Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas o el Gil de Biedma con Ayer y calles. Perteneció al comité científico de los encuentros celebrados en Vigo en 1996, Córdoba en 1997 e Islas Canarias en 1998, en torno a la poesía escrita por mujeres y es un referente no sólo en España.
Concha García es autora de una poesía personal e innovadora y su obra sobresale con largueza en el panorama de la poesía moderna española. Dueña de un original estilo poético, ha recibido influencia de poetas renombrados como Celan, Stevens, Milosz, Ajmatova y otros, sintiendo la poesía, según su propio concepto, "ligada a la sensación de lo efímero, todo préstamos de los objetos cotidianos, de pensamientos fugaces y de experiencias vivas o imaginadas". Afirma estar marcada por pintores, como Remedios Varo, Edward Hopper, Frida Kahlo o los pintores flamencos... Y, evidentemente, no podemos obviar a los escritores que andan en el subconsciente de Concha García, como Walter Benjamin, Wittgenstein, Clarice Lispector, María Zambrano, Ingeborg Bachman, Séneca, Dorothy Parker, Jim Thompson, Marguerite Yourcenar, Antonio Machado... y las ideas entorno a la lírica de la poeta Hilde Domin y el fisósofo Hans-Georg Gadamer.
Obra poética de Concha García
Por mí no arderán los quicios ni se quemarán las teas (Universidad de León, 1986) / Otra ley (Ed. Víctor Orenga, 1987) / Ya nada es rito (Premio Barcarola de Poesía, 1988) / Desdén (Ed. Libertarias, 1990) / Pormenor (Ed. Libertarias, 1992) / Ayer y calles (Ed. Visor, 1995) / Cuantas llaves (Ed. Icaria, 1998) / Árboles que ya florecerán (Ed. Igitur, 2001) / Diálogos de la Hetaira (Cajasur, 2003) / Lo de ella (Ed. Icaria, 2003) / Acontecimiento (Ed. Tusquets, 2008) /
Bajo los auspicios
La cosa más profunda que he vivido
ya la he olvidado. Ahora sólo me importa
arreglar la ventana si se rompiera, o
limpiar los cristales. Todas las verdades
han sido un largo pronunciamiento sin fecha,
de pronto no recuerdo ninguna. Se confunden
encaramadas bajo los auspicios de mi necedad
que tampoco se precia. A mí me gusta
el encantamiento de ciertas tardes, cuando
lo evidente no es real.
Cúspide
U olvidar. Hacia atrás sueño.
La rareza de un bosque en un póster
sobre la aguja del reloj. Te tuve
cuando no te tenía, corre brisa
tanto corre que ventea. Un libro
y dos páginas leídas, qué cuerpo
tienes. Ya no te quiero, qué hermoso:
ya no te quiero. Me da perplejidad
tomarte de la mano, y tus rayas
qué largas, no te vas a morir nunca.
Paseo de invierno. Es verano
fue trescientos sesenta y cinco días antes
más o menos, me miraba en el espejo
para peinarme y no amanecía.
Proyectaba aunamientos con nadie
más sola que tú. Conoces
el estertor y el declive.
Yo de fatiga, cuánto te quise.
El efecto de un paisaje
Es la una y treinta
medio cuerpo asomado
a la vida entera. Desapercibo
un raro calambreo que nace
en las piernas. Brilla lo que
queda de luna. Mis oquedades
buscan ritos, mis soledades
están sobre los zapatos
que he deshebillado
porque me ladeaba su presión.
Estoy entera como la vida que miro
como la vida que me deja
me deja medio cuerpo asomado
a ella.
Empezar
Todavía no he bebido lo suficiente.
No digo mucho, digo lo suficiente.
Así que ahórrate la otra vez
y próximas. Nunca dije: atada soy.
Ni me horroricé por un beso
en cualquier parte. Adoro
sólo lo adorable. Un día, u otro
siempre puede asomarse una
a la ventana y ver tejados.
Adoro los tejados y beber.
Bebo para la tirria, para
comprender. No te entiendo,
me levanto, está bien,
no me quedo.
Heladas por el presente
Soy una mujer que se alejó del mar.
El pequeño fin, como dije.
Ponerse la toalla, el pequeño
trozo de pared, pon la mano
y échate sobre mí, un poco lejos,
el pecho es piedra. Sobre mí
deja la cal un rastro de tres dedos,
debió apretar más con el pulgar
que con el índice. Luego esa porquería
de libro y la camarera que nos trajo
la bandeja oxidada el amor
no cabe en fuente alguna tumbas
tierra adentro ondulaciones
de tierra raíces secas brotes
de ramas retorcida hiedra
tierra adentro la mano, la cal,
la bandeja, la camarera,
el mar.
Lo abstracto
De vez en cuando
un vicio nuevo me invade y miro la hora
porque se ha vaciado la alcancía,
mis besos rebotan por las paredes
y mi mera ilusión es ese hábito
que escapa de la escasez y se regodea
solo, como un altivo gusano,
y me como los dedos de mi amante
que no me amó, y me lamento
de la humedad que da eso en la mirada,
y me pongo frenética aupándome para verlo
todo más lejos, y me acuso de divinizar
lo que toco con el ojo, y me
asusta llevar la incertidumbre
en los besos, y me pongo celosa
porque soy olvidable.
Lo que se sabe
Toda mi vida la pasión soterrada
en el bajo fondo de la placidez.
La idea de la pericia escapa. Un lento
proceso al amanecer. La quinta vez
que reescribo. Te lo dije. No creo.
La fe ha resbalado como la resina joven,
como el trazo de una oruga,
la fe se ha derretido en la baba
de varios caracoles. Toda tu vida
escapa o huye. No negué lo que vi.
No vi nada. Sombra en un pacto
toda mi vida: la ventana, arrullando
el más puro sonido del silencio, un crac
rompe la desidia, un sonido leve de rotura
precipita el único acontecimiento imposible
e indeseable. Soy tu túnica, tu vajilla
y tu despecho. Me voy irritada. Sé que ahora
el velo del día es un espeso manto,
una capa del rey Recaredo. Una enagua.
¿Qué es lo que cae?
Cada año me convierto en un grupo de personas
que se disuelven en una calle peatonal,
los días dos de enero veo esparcirse
un trozo de mi alma
que yo contemplo apostada en una esquina
buscando en las grietas de la pared
una especie de recuerdo como de ventana
caída. También veo
la disolución de una edad y me observo
con una mueca sin días previos
que se lleva parte de mi ser
y es entonces cuando me distraigo
y entran a mi casa las cartas, resuenan
en los párrafos, en los trozos de frases.
¿Y aquel encuentro? Ahora que no estás yo.
No te... viajaremos este verano.
Vayamos al lugar. Árboles frutales,
tú la fru... te vivo en la azotea.
Cuando quebró. ¿Quién creería?
Tu compañía me endul... me rompe
el mar.
Retrato fingido
Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aún
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable,
sacrifica partículas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y fría, poco tocable. Se siente
enervadora y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzón si salida
es tener hipo con asco o si mira
con un deshilvanado interés la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre tu tez
con los dedos. Es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sílabas. Tampoco mora.
Ni habitaría.
Lejos de ti todo es moral
Da igual que vivas en un primer piso
también cae sin deseo especial.
Lo sé todo de ti, pero no te siento.
Se dobló delante mío, como si no
estuviese, me indicó su presencia
con el lenguaje del que lo ha perdido todo.
Has traído mi vieja ropa no sé por qué
últimamente me falla la incoherencia.
Dejó el algodón en una silla. Se levantó
siendo otro hombre. Su gesto me dijo en clave
que ya no era necesaria. Quédate
con el deseo de los que ya no están
quizá crezca en ti la armonía de alguno.
Yo me voy, la tierra me ha tragado.
Te apresuraste encontrando el amor
entre los muertos. Da igual que estés
localizable. Cogió su jeringuilla con placidez.
Tú no lo viste, no viste cómo
la miraba atentamente ocultando su punta.
Digamos que mi origen es provinciano.
No veo por qué dar consejos
prefiero internarme entre los cortinajes.
FIN de los poemas de Concha García
Xoán A. Leiceaga Baltar, Enero de 2013