Esta sección se me ocurrió para poder disponer de un espacio complementario a OBRA y CALA pero más flexible — abierto a los lectores, p.ej.—, aunque siempre orientado a «la poesía y lo poético», y, más en concreto, a aspectos como su sentido, la valoración de su calidad, la aproximación a otros poetas y poemas y a un amplio continuo de ideas o buenas prácticas, además de reflexiones stricto sensu (muestras de poetas desconocidos u olvidados, homenajes, entrevistas, análisis y ensayos sobre otras manifestaciones artísticas, relaciones de frases o versos notables, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de poesía y poeta son para mí hermanos de magia o mago acerca del arte y el artista, y por ello tienen cómoda acogida en REFLEXIÓN.
[Ver más en VIDA y SAL / SALudo]
CHANTAL MAILLARD - Vida y poemas
(Bruselas, Bélgica, 1951)
Reflexión 2
Con la primera versión de la sección Reflexión-2, continente y contenido, he procurado ser tímido —¿a qué excesos en poesía?— para evitar desorientar a los improbables lectores con cambios continuados o bruscos. Así, estuve una buena temporada trabajando sobre entrevistas que llamaban mi atención entre personajes de la poesía o del arte en general; después fue surgiendo una euforia tranquila hacia el maestro poeta Gamoneda, al cual dediqué un gustoso esfuerzo al respecto de su sublime y largo poema Descripción de la mentira. Y ahí sigue estando, como todo lo demás, bajo la doble colección de ya más de un mes de meses bajo el botón pulsable de Ir a reflexiones anteriores.
Mediado 2012, creí que era el momento de un nuevo derrotero, esta vez de más larga duración —si el cuerpo aguanta— y siguiendo una vía semejante a la que viene indicando la sección Reflexión-1, la del abecedario. Por otro lado, mi corazoncito me viene reclamando hace tiempo una complementaria dedicación a la mujer —la mujer poeta— que ayude a suavizar el abundante defecto histórico y, a la vez, me sirva para reconocerles su general valía y sus aportaciones en este campo de la creación. Y, naturalmente, sirva de agradecimiento especial a mis lectoras, que asombrosamente son más de una.
Esa es la razón de que el 1 de julio de 2012 haya iniciado, como Reflexión-2 el ABECÉ de Mujeres Poetas, que espero completar de la A a la Z, desde una selección posible de autoras y textos. Para cada letra iré buscando lo que entienda más oportuno y accesible, desde la primera, Anna Ajmátova, y las sucesivas (ver Ir a reflexiones anteriores). Espero que la siguiente elección resulte óptima, pues mi preferencia es elegir poetas en español.
Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas:
«http://es.wikipedia.org/wiki/Chantal_Maillard»
«http://elpais.com/diario/2007/06/16/babelia/1181950750_850215.html»
«http://www.amediavoz.com/maillard.htm»
«www.lecturalia.com/autor/1558/chantal-maillard».
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar
Vida de Chantal Maillard
Chantal Maillard, poeta y ensayista española de origen belga (reside en España desde la preadolescencia), es Doctora en Filosofía y Profesora Titular de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Málaga. Ha vivido largas temporadas en Benarés (India), en cuya Universidad se especializó en Filosofía y religiones indias. Durante años impartió docencia en el Departamento de Filosofía de dicha universidad, donde impulsó los estudios de Filosofía y Estética comparadas. Desde 1998, ha colaborado con artículos y críticas de filosofía, estética y pensamiento oriental en los suplementos culturales de los principales diarios de la prensa española, especialmente en El País.
Además de la poesía, ha cultivado distintas facetas de la escritura, entre ellas aproximaciones a la reflexión filosófica (se le conocen al menos cinco cuadernos) y el ensayo, en cuyo campo cuenta con más de una docena de publicaciones sobre la estética, el placer, las doctrinas orientales (indias y chinas, principalmente), sobre la razón poética y artística en general, sobre autores como María Zambrano o Henry Michaux (al que ha traducido), en suma, sobre la misma vida. Ha recibido numerosos premios por el conjunto o parte de su trabajo, entre ellos el Premio Nacional de Poesía 2004 y el Nacional de la Crítica 2007.
De una entrevista en El País en 2007, acerca de la conexión entre su pensamiento y su poesía, he seleccionado dos reflexiones suyas que creo de interés: «Es difícil ligarlos porque son dos modos de encarar la realidad. El modo poético es receptivo, y el filosófico requiere la indagación, y la actitud en filosofía es voluntariosa, mientras que la poesía requiere un decaimiento de la voluntad. Yo pretendo ligar una y otra porque participo de ambas. Lo que no se puede hacer es filosofía cuando se hace poesía ni poesía cuando se hace filosofía, eso descartado.» La segunda, acerca de las pérdidas importantes de la vida, es: «Husos e Hilos son libros de pérdidas. Pérdida de mi integridad física, por un lado, y por supuesto la pérdida de mi hijo, marcada por su suicidio. ¿Qué más puedo decir? Es todo.»
Obra poética de Chantal Maillard
Azul en re menor (Ed. La Farola, Málaga, 1982)
Semillas para un cuerpo (Ed. Diputación de Soria, 1988)
La otra orilla (Ed. Qüásyeditorial, 1990)
Poemas a mi muerte (Ed. La Palma, Madrid 1993)
Conjuros (Ed. Huerga y Fierro Editores, S.L., Madrid, 2001)
Lógica borrosa (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2002)
Matar a Platón (Ed. Tusquets, Barcelona, 2004)
Hilos (Ed. Tusquets, Barcelona, 2007)
La tierra prometida (Ed. Milrazones, Barcelona, 2009)
Hainuwele y otros poemas (Ed. Tusquets, Barcelona, 2009)
Polvo de avispas (Ed. Árbol de Poe, Málaga, 2011)
Balbuceos (Ed. Árbol de Poe, Málaga, 2011)
De MATAR a PLATÓN, 1
Un hombre es aplastado.
En este instante.
Ahora.
Un hombre es aplastado.
Hay carne reventada, hay vísceras,
líquidos que rezuman del camión y del cuerpo,
máquinas que combinan sus esencias
sobre el asfalto: extraña conjunción
de metal y tejido, lo duro con su opuesto
formando ideograma.
El hombre se ha quebrado por la cintura y hace
como una reverencia después de la función.
Nadie asistió al inicio del drama y no interesa:
lo que importa es ahora,
este instante
y la pared pintada de cal que se desconcha
sembrando de confetis el escenario.
(Tuerzo la esquina. Apresuro el paso. Se hace tarde y aún no he almorzado.)
De MATAR a PLATÓN, 2
¿Debo añadir que el viento ululaba
como un perro salvaje
tras la puerta envestida?
No lo haré.
No me pregunten por el viento:
yo no sé si lo había.
Y aunque así fuese, en todo caso,
sería irrelevante.
(Acabo de encontrarme con un viejo amigo.
Me ha pedido consejo acerca de unos poemas
que está escribiendo.)
De MATAR a PLATÓN, 3
Su rostro es muy delgado y dirige hacia el cielo
el mirar casi obsceno de un gran ojo azul
y otro ojo al que ciega
el guano que ha estampado una paloma
al modo en que se sellan
las cartas con el lacre.
(Le ha puesto al libro un título extraño:
Matar a Platón.)
De MATAR a PLATÓN, 5
Son sé si era su hija. El hombre
aplastado agarraba la mano de una niña,
o puede que la niña fuese
la que tenía cogida la mano de aquel hombre,
ahora ya tan rígida, tan apretada y fría.
Vendrán para cortarle los dedos uno a uno.
Amputarle la mano tal sería más sencillo,
pero ¡imagínense una niña huyendo
con una mano ensangrentada
prendida de la suya!
Vendrán con instrumentos
de cirujano a liberarla y ella
atenderá, absorta,
al charquito de orina y sangre
que se extiende hasta sus pies.
Piensa que es una pena
no llevar puestas las botas de agua
y que no siempre es cierto que los charcos
se forman con la lluvia.
(… el sonido que hace una idea cuando vibra y se
convierte en proyectil.)
De MATAR a PLATÓN, 12
Si hubiese sucedido al alba,
habría mencionado el denso olor a manzanilla
salvaje que rezuma
el aire en el estío de las regiones bajas.
Pero no es el alba
y el pueblo es casi una ciudad,
una ciudad que huele
a pueblo que desiste de ser pueblo.
No huele a manzanilla,
huele a piel que se agrieta,
huele a asfalto mojado,
huele a perro, a trasplante,
huele a miedo enfundado en la mirada cómplice
de los espectadores,
los que miran a otros, los que miran,
los que siempre son otros, transeúntes,
los que transmigran siempre
de sí mismo a sí mismo
y desembocan siempre por el mismo costado.
Huele a pueblo que es casi una ciudad y el alba
no huele a manzanilla aunque ahora no sea
ni el alba ni las doce del mediodía, cuando
el viento trae aquellos olores a resina que empalaga.
No es el alba. Tampoco es pueblo ni ciudad,
es una calle o mejor una esquina
y huele a suelas calientes de asfalto
huele a asfalto sediento,
y a neumático.
(Y en ese instante está el universo entero,
en superficie, el universo en extensión,
como una enorme trama.)
De MATAR a PLATÓN, 16
Usted sigue mirando fijamente a aquel hombre aplastado.
Está detrás de usted, alojado en su cráneo. Persistente
como un insecto volador, la imagen
ataca siempre el mismo punto
vulnerable. Por eso,
usted le mira fijamente,
sin querer verle más que a medias,
pero tropieza su mirada
con el guano que oculta la del muerto
—¿está del todo muerto?—
y esa ventana ciega
al par le tranquiliza y le inquieta.
Usted quiere volver la cabeza y mirar
hacia otro lado: al cielo,
que es tan denso que alivia,
o a lo demás, que el más siempre conforta,
pero ellos también son presa de esa angustia deliciosa,
también miran al hombre aplastado
que usted sigue mirando
sin poderlo evitar.
¿Puede acaso?
(Censuró a Homero porque permitía la
metamorfosis, el llanto de los héroes y la risa
de los dioses.)
De MATAR a PLATÓN, 17
Pudo evitarlo, pero no lo hizo.
No quiso hacerlo. Pudo
cerrar las páginas del libro
y no lo hizo. ¿Qué le retiene de hacerlo?
(Cualquier ser se alimenta de los demás en un
acontecimiento.)
De MATAR a PLATÓN, 18
Aquel que se le acerca a usted
es un músico. Debe serlo
porque lleva una funda negra
en forma de violín.
Se le acerca al oído y murmura
algo que usted no entiende.
Usted le dice algo y él
no se entera tampoco, pero asiente,
luego frunce los labios como quien se concentra.
La seriedad es una variante del olvido:
nos ayuda a ser otro,
a construir distancias, a creer
que la piel es un límite.
Y es porque somos serios
que no sentimos en los labios
el aliento de un hombre que agoniza
a pocos metros de distancia;
gracias a nuestra seriedad
el impacto no logra hacernos
perder el equilibrio.
Y usted, entonces, mira al músico
y sonríe. Y yo sé que usted comprende
que los violines tocan
de otro modo, hoy en día.
(¿Y la mujer?, pregunté. ¿Por qué una mujer?)
De SEMILLAS para un CUERPO, Deseé alguna vez que un poeta me amase
Ahora duelen sus poemas en mi cuerpo‚
algo de mí que en él se reconoce hasta quebrar la imagen
de todo lo que fui.
Ahora deseo que me amase tanto que dejara de amarme
y sus palabras fuesen nieve
que el sol de junio fundiese entre mis pechos‚
allí donde su aliento insiste en acallar
esta tristeza antigua que siempre me acompaña.
De CONJUROS, Heme aquí raíz
Heme aquí raíz,
savia de impulsos ascendentes,
madre aún,
posible siempre,
anticipada gestación
de un porvenir intruso,
intrusa de un presente
que desestima
el valor de nacer
a sí mismo de nuevo.
Heme aquí clavando
mis ojos
de savia encarcelada
en los troncos vacíos de los árboles
muertos,
heme aquí creyendo,
queriendo creer
en la impostura de las ruinas,
en el candor del desastre,
el valor de lo opaco,
la calidez del humo en los rescoldos.
Heme aquí,
heme aquí,
he aquí que me atrevo
a creer en las ruinas.
¡Me atrevo a creer en las ruinas!
De LÓGICA BORROSA, Intermedio
Entre una imagen tuya
y otra imagen de ti
el mundo queda detenido.
En suspenso. Y mi vida
es ese pájaro pegado al cable
de alta tensión,
después de la descarga.
De HAINUWELE, Todos tienen
Todos tienen algún objeto precioso que ofrecer:
un cuenco de agua negra en que mirarse,
la piel recién curtida de un leopardo,
un hijo o un potro amado por los vientos.
Pero yo nada tengo:
cuando quiero mostrar tu reflejo en mis manos
te pierdo, y otra noche infinita
comienza, pues al perderte ni siquiera yo
me pertenezco.
FIN de los poemas de Chantal Maillard
Xoán A. Leiceaga Baltar, Julio de 2013