Esta sección surgió para disponer de un espacio enriquecedor de OBRA y CALA, más abierto y flexible, aunque siempre orientado a «la poesía y lo poético», y, a modo de ejemplo, a aspectos como el ensayo o la reflexión stricto sensu (esencia, sentido, análisis de calidad, buenas prácticas, entrevistas... ), o la aproximación u homenaje a otros poetas (conocidos o no, olvidados o no), la atención a otras ideas, mías o ajenas, incluso reflexiones sobre otras manifestaciones artísticas (música, novela, pintura...), poemas o versos notables, opiniones o frases relevantes...). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de poesía y poeta son para mí hermanos de magia o mago en cuanto al arte o al artista, y por ello tienen cómoda acogida en REFLEXIÓN.
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EUNICE ODIO - Vida y poemas
(San José, Costa Rica, 1922-1974)
Reflexión 2
Con la sección segunda de REFLEXIÓN, en formato y contenido, he procurado ser austero —¿a qué excesos?— y mantenerme ahí, para evitar desorientar a los improbables lectores con cambios continuados o bruscos. Así, en una primera etapa estuve trabajando sobre entrevistas con personajes notables de la poesía o del arte en general; después me surgió una euforia tranquila hacia el maestro poeta Gamoneda, al cual dediqué varios meses de gustoso esfuerzo acerca del sublime y largo poema Descripción de la mentira. Y todo ello sigue estando en este sitio web, abajo en la página y bajo el botón pulsable de Ir a reflexiones anteriores.
En medio del 2012, creí que era el momento de un nuevo derrotero, esta vez de más larga duración —el cuerpo debe aguantar— y siguiendo una vía semejante a la de la primera sección de REFLEXIÓN, la del abecedario. Por otro lado, aprovechando que el corazón me reclama siempre una especial dedicación a la mujer —la mujer poeta—, porque es mi gusto, por colaborar en contra del abundante defecto histórico y, a la vez, porque me sirve de reconocimiento a su particular punto de vista y derivada aportación en este campo creativo. Y, de paso, me sirve de agradecimiento a mis lectoras, que asombrosamente son más de una.
Esa es la razón de que el 1 de julio de 2012 haya iniciado, como Reflexión-2 el ABECÉ de Mujeres Poetas, que espero completar de la A a la Z, desde la mejor selección a mi alcance de autoras y textos. Para cada letra iré buscando lo que entienda más oportuno, en lo posible, desde la primera elección, la rusa Anna Ajmátova, y las sucesivas (accesibles todas desde Ir a reflexiones anteriores). Espero que la propuesta actual resulte óptima. (Confieso que mi preferencia de base es elegir poetas en español, pero algunas letras se resisten y en otras me vence alguna devoción).
<Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas:
«http://es.wikipedia.org/wiki/Eunice_Odio»
«http://www.biografiasyvidas.com/biografia/o/odio.htm»
«http://www.poemas-del-alma.com/eunice-odio.htm»
«http://www.amediavoz.com/odio.htm»
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar
Vida de Eunice Odio
Yolanda Eunice Odio Infante (San José, Costa Rica, 1922-1974), poeta cuya obra se sitúa en entre el realismo y cierta tendencia a la corriente surrealista. Fue una viajera incansable: Guatemala, El Salvador, México (donde murió), etc., llevada por su espíritu inquieto y por el escaso aprecio e indiferencia que le prodigaron en su país y que la llevó a exiliarse y nacionalizarse en Guatemala. A partir de 1955 se trasladó a México, se hizo ciudadana mejicana en 1962 y, aparte de un par de años en Estados Unidos, ya no abandonó ese país, en el que trabajó como traductora para diversas editoriales y periodista, además de escribir artículos para revistas literarias y algunos cuentos.
Su obra poética recrea una visión de un mundo poco atractivo, y lo hace con versos tan intensos como su entrega a la vida que quería. Sus obras son una muestra de su extrema sensibilidad, su lirismo y el dominio de la lengua. Se considera que Tránsito de fuego es la cima de su obra poética y marca el antes y el después de su evolución, desde propuestas tradicionales a otras más provocadoras; por ejemplo, los poemas de Los elementos terrestres son de un erotismo explícito y de entrega física y celebración del amor. A partir de Pasto de sueños, se orienta hacia poemas más extensos, metafísicos y conceptuales, incluso herméticos a menudo.
Los últimos años de su existencia fueron tristes entre el aislamiento y el alcohol, y una conducta extraña y agresiva. En 1974 murió sola, mientras reparaba las pruebas de su antología, Territorio del alba y otros poemas, con edición póstuma en el año de su fallecimiento; su cadáver fue encontrado en la bañera diez días después.
Obra poética de Eunice Odio. Algunas ediciones
Los elementos terrestres (Ed. El libro de Guatemala, Guatemala, 1948)
Zona en territorio del alba (1953 / Ed. Educa, San José, Costa Rica, 1974)
Tránsito de fuego (1957 / Editorial Larousse, Buenos Aires, 1976)
El rastro de las mariposas (1965 / Ed. Finisterre, México, 1970)
Pasto de sueños (1963-1971)
Últimos poemas (1972)
Territorio del alba y otros poemas (Ed. Universitaria Centroamericana, 1974)
Eunice Odio. Antología (Publisher Monte Avila, 1975)
De TRÁNSITO de FUEGO: Yo quisiera ser niña
Yo quisiera ser niña
para acoplar las nubes a distancia
(Claudicadoras altas de la forma),
Para ir a la alegría por lo pequeño
y preguntar,
como quien no lo sabe
el color de las hojas
¿Cómo era?
Para ignorar lo verde,
el verde mar,
La respuesta salobre del ocaso en retirada,
el tímido gotear de los luceros
en el muro vecino,
Ser niña
que cayera de pronto
dentro de un tren con ángeles,
que llegaban así, de vacaciones
a correr un poquito por las uvas,
o por nocturnos
fugados de otras noches
de geometrías más altas.
Pero ya, ¿que he de ser?
Si me han nacido estos ojos tan grandes,
y esos rubios quereres de soslayo.
Cómo voy a ser ya
esa que quiero yo
niña de verdes,
niña vencida de contemplaciones,
cayendo de sí misma sonrosada,
... si me dolió muchísimo decir
para alcanzar de nuevo la palabra
que se iba,
escapada saeta de mi carne,
y me ha dolido mucho amar a trechos
impenitente y sola,
y hablar de cosas inacabadas,
tinas cosas de niños,
de candor disimulado,
o de simples abejas,
enyugadas a rosarios tristes.
O estar llena de esos repentes
que me cambian el mundo a gran distancia,
Cómo voy a ser ya,
niña en tumulto,
Forma mudable y pura,
o simplemente, niña a la ligera,
divergente en colores
y apta para el adiós
a toda hora.
Aprisionada por la espuma
I
Aprisionada en cárceles de espuma,
en la medida de tu cuerpo,
no veo pasar la noche,
sólo veo el día
que entra por tus axilas transparentes
y te desnuda.
Veo, amor mío,
el lecho donde estamos
y compartimos
las dádivas,
los cielos...
Todo lo que nos negó y afirmó como lo que somos:
mil años de alegría corporal
y materia sin sombra
y palabras
que se dicen diurnamente porque vienen del aire
y hay que oírlas y decirlas
a través de los árboles
y en lo que no se escribe porque aún no se inventa su
nombre;
porque su júbilo
todavía no ha sido descubierto
y las flores de su alrededor
aún no son cosas del viento
(aún no han ido a un invierno ni regresado a la primavera).
II
Voy a tu cuerpo igual que ir a los ríos,
igual que van los ríos a los pájaros
y ellos al espacio desatado y florido.
Vengo de ti a la era
donde todo es de todos:
los que llegan, los que se han ido,
los que aún no han venido,
los que no volverán...
Porque eso es tu cuerpo:
un adentro, un afuera compartido
por mí y por el viento,
por el mar y los seres que lo guardan;
por el color y las embestidas del otoño,
y las andanzas del verano
¡que viste cosas silvestres
y es custodio de las abejas
y funde las hierbas en un crisol matutino,
en una prolongación de azucenas.
Preludios
Óyeme esta canción que en mí te nombra
carne para la fruta necesaria.
Cuando la soledad
bajo tu nombre oída y apretada,
Cuando yo era como niño enterrado
a quien llaman por su nombre pasado,
y responde, y no se oye en sí mismo;
Y mi mano en el fondo,
confundida,
tenía ya atisbo, llave, forma mía,
Y se sentía más arriba del pecho y del abrazo
como corona alegre y consumada.
Tú me llamabas a tu nombre,
y vine,
con clara identidad de nacimientos,
con la veraz acostumbrada gracia
con que sueñan su honor las catedrales.
Si pudiera abrir mi gruesa flor
«Yo no me dejaré humillar por las cosas irracionales:
penetraré lo que haya en ellas de sarcasmo hacia mí
haré que las ciudades y civilizaciones se me rindan.»
W. Whitman
«En un lugar de la Mancha de cuyo nombre
no quiero acordarme...»
M. de Cervantes
«Eunice andaba en el sueño
con zapatos de vigilia,
¡ay, Eunice, por tus pies
te van a negar el día!»
Eunice Odio
Si pudiera abrir mi gruesa flor
para ver su geografía íntima,
su dulce orografía de gruesa flor:
si pudiera saltar desde los ojos
para verme, abierta al sol,
si no me golpeara de pronto, en la mejilla,
esta reunida sombra,
esta orilla de silencio
que es lo que ciertos pañuelos a la lágrima,
un aposento blanco, descubierto
Si pudiera quedarme abierta al sol
como el sencillo mar
y alta, recién nacida hija del agua,
creciera mi color al pie del agua.
Por qué no he de poder desnudarme los pies
en una casa en que los alfabetos ascienden
por el labio a la palabra, y en que duendes de menta,
sirven té verde y florecida sombra.
Por qué no he de poder
desnudarme los pies en una casa
en que todos los días
un año desviste su estatura melancólica,
y en que la costa azul de un relicario
guarda el retrato de un vecino de mayo que se ha ido.
Sin embargo
no puedo desnudarme los pies en esta casa
ni poner sobre la mesa el corazón.
abierta al sol.
Ven
Ven
Amado
Te probaré con alegría.
Tú soñarás conmigo esta noche.
Tu cuerpo acabará
donde comience para mí
la hora de tu fertilidad y tu agonía;
y porque somos llenos de congoja
mi amor por ti ha nacido con tu pecho,
es que te amo en principio por tu boca.
Ven
Comeremos en el sitio de mi alma.
Antes que yo se te abrirá mi cuerpo
como mar despeñado y lleno
hasta el crepúsculo de peces.
Porque tú eres bello,
hermano mío,
eterno mío dulcísimo,
Tu cintura en que el día parpadea
llenando con su olor todas las cosas,
Tu decisión de amar,
de súbito,
desembocando inesperado a mi alma,
Tu sexo matinal
en que descansa el borde del mundo
y se dilata.
Ven
Te probaré con alegría.
Manojo de lámparas será a mis pies tu voz.
Hablaremos de tu cuerpo
con alegría purísima,
como niños desvelados a cuyo salto
fué descubierto apenas, otro niño,
y desnudado su incipiente arribo,
y conocido en su futura edad, total, sin diámetro,
en su corriente genital más próxima,
sin cauce, en apretada soledad.
Ven
Te probaré con alegría.
Tú soñarás conmigo esta noche,
y anudarán aromas caídos nuestras bocas.
Te poblaré de alondras y semanas
eternamente oscuras y desnudas.
FIN de los poemas de Eunice Odio
Xoán A. Leiceaga Baltar, Octubre de 2013