Esta sección nació para disponer de un complemento a OBRA, más abierto y flexible, aunque apuntando siempre a «la poesía y lo poético», y concretando, a aspectos como su sentido, la valoración de calidad, la aproximación a otros poetas y a un amplio continuo de ideas, reflexiones y prácticas (recordatorios, homenajes, muestras de poetas —bastante, apenas o nada conocidos u olvidados—, poemas, frases o versos notables, entrevistas y ensayos sobre esta u otras manifestaciones artísticas, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de «poesía y poeta» son hermanos de «magia, arte» y de «mago, artista», y por ello tienen fraternal acogida en REFLEXIÓN.
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EVA VAZ RODRÍGUEZ - Vida y poemas
(Huelva, España, 1972)
Reflexión 2
Con la primera versión de Reflexión-2, procuré ser tímido —ineficaz el exceso— para no desorientar al improbable lector con lo inestable o brusco. Así, una buena temporada trabajé sobre entrevistas que llamaban mi atención, como la de Rojas y enseguida otros artistas; después me surge una euforia tranquila hacia el sublime poema-libro Descripción de la mentira del maestro Gamoneda. Decido pronto conservar lo mensual y así nace la creciente biblioteca que hoy supera el mes de meses y brota desde el botón Ir a reflexiones anteriores, situado al final de Reflexión.
Mediado 2012, creí que era el momento de otro camino, esta vez largo pues sigue la vía del abecedario, tal como apuntaba ya la Reflexión-1. Además, el corazoncito me venía reclamando una mayor dedicación a la mujer, la de melena poeta, para torcer el excesivo defecto secular y, a la vez, reconocer su valía en este campo de la creación. Y, naturalmente, servir de agradecimiento a mis lectoras, que asombrosamente insisten.
En julio de 2012 he iniciado pues, como Reflexión-2, este ABECÉ de Mujeres Poetas, que de la A a la Z se completa mes a mes, desde la selección posible de autoras y textos. En cada letra rastreo recojo lo accesible y elijo lo oportuno (mi preferencia es elegir poetas en español, pero algunas letras se resisten y, además, más de una vez me vence la devoción). La primera, Anna Ajmátova, y las sucesivas, ya extensa serie, pueden verse en Ir a reflexiones anteriores). Me centro en que cada actual elección resulte óptima.
Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas:
«http://www.portaldepoesia.com/Biblioteca/Eva_Vaz_LaTernuraDeLosLobos.htm»
«http://minombre.es/evavaz/»
«http://lasafinidadeselectivas.blogspot.com.es/2009/11/eva-vaz.html»
«http://desdelaciudadsincines.blogspot.com.es/2011/04/fragil-antologia-2001-2009...»
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar
Vida de Eva Vaz Rodríguez
Eva Vaz nació en Huelva en 1972, es licenciada en Filosofía por la Universidad de Sevilla, y desde muy temprano se vinculó a la creación literaria. Ha realizado, además, incursiones en teatro, periodismo, Artes Plásticas, entre otras. Asimismo, ha recibido e impartido numerosos cursos de narrativa y poesía, y especialmente se dedica a la animación de la lectura, con su empresa Ex-Libris, y colabora y coordina con instituciones la programación de campañas de animación a la lectura, llevando a cabo la realización de talleres de creación literaria y diversas actividades de dinamización cultural. Ha sido firmante del Manifiesto de autores en defensa del préstamo libre y gratuito en bibliotecas públicas.
Está considerada como integrante de las corrientes poéticas innovadoras en la poesía española actual; en concreto, de la denominada Poesía de la Conciencia o Consciencia, a la que pertenecen muchos de los poetas de las nuevas generaciones; de su poesía, se dice que pretende ser sencilla y con un cierto compromiso social. Sus poemas han aparecido en numerosas antologías, ha recibido premios, ha sido traducida, ha colaborado en revistas…
Por el interés que despierta en mí, añado estas palabras de 2004 en las que habla de sí misma: “Mis palabras son ácidas y violentas, dramáticas hasta la sangre… No creo que sea justo tildar a mi poesía como «poesía de género», pues no persigo el protagonismo exclusivo de la mujer. Mi poesía no tiene sexo, pero sí su autora. No puedo mirar hacia otro lado cuando hay que reivindicar o denunciar la miseria humana. La mujer, por desgracia, está más afectada por la injusticia y su mundo me es cercano y comprendido. No hago poesía feminista, soy mujer y mi poesía es comprometida. La mujer sigue siendo vulnerada. Además, la iconografía de la mujer es espléndida: las emociones, prejuicios, miedos, obligaciones... somos muy ricas, literariamente hablando”.
Elegía a una sombra (Ed. 1900, Huelva, 1995)
Ahora que los monos se comen a las palomas (Ed. Cacúa, Huelva, 2001)
La otra mujer (Ed. Celya, Salamanca, 2003)
Cuaderno de Isla – Poemas del sudor (Facsímil, Ed. La última canana de Pancho Villa, 2003)
Leña (Ed. Cacúa, Huelva, 2004)
La ternura de los lobos (Ed. 4 de Agosto, Logroño, 2004)
Metástasis (Ed. If, Béjar, Salamanca, 2006)
Frágil (Ed. Baile del Sol, Tenerife , 2010)
Ruido de venenos (Ed. Crecida, Ayamonte, 2013)
A los tres años y medio
Eva improvisa un castillo de arena
con una fiambrera.
Ahora todo le vale.
Le prepara viajes a sus muñecos
en los zapatos monovolumen de su padre
o en el nº 27 que ya le va quedando justo.
Yo le ayudo en su arquitectura de flan pétreo
y le traigo conchenitas.
Le incrusto ventanas, ventanitas, / puertas, balcones, terrazas...
Eva, fácil desbordada,
me dice: / Ya, mamá, ya...
que se te va a escapar / la princesa.
Auto de fe
Puedo contar cómo
y cuánto he jodido.
A cuántos me he follado
sin hacer el amor.
Puedo contar cuánto me he
metido en el cuerpo,
en cualquier orificio de entrada.
Puedo contar que entre
la sociedad y yo
hay un odio recíproco,
y que me importa
un carajo.
Pero es MENTIRA.
No me interesa ser
una máquina de follar,
ni destrozarme el hígado,
que es único.
Ni quiero vivir en
perpetua soledad y dejadez.
Ya lo viví,
y casi me muero
de ASCO.
Ahora no,
ahora me gusta hacerle el amor
al que respira mi respiración todas las noches,
en la gloriosa cama
regalo de mis suegros.
Y retirarme despacio y paciente
mis drogas legales.
Y sacarme las oposiciones
para enseñar Filosofía
a unos adolescentes que
vivirán el mismo proceso.
Ahora prefiero soñar con mis hijos
en vez de soñar con mi muerte.
YO NO QUIERO SER MALDITA.
Correo
A la 1:30
corro a arañar
el polvo de un buzón
vacío.
A la 1:31
subo las cuatro plantas
con el alma
cada vez más vacía
y las uñas,
cada vez más
sucias.
Disculpas
Necesitas un cargamento de fe para seguir adelante.
Lou Reed
Porque me hice mujer
antes de aceptarlo
–y todavía no me acostumbro–.
Porque perdí la fe
antes que la virginidad
–y ya pasan los diez años–.
Porque aprendí a sobrevivir
antes que a vivir
–y se me va olvidando–.
Porque de mi identidad
sólo queda el número
–y es el de un muerto–.
Porque empecé a drogarme
demasiado pronto
–gracias a la seguridad social–.
Porque el ego se me fue
des-pe-da-zan-do
–con una precocidad imparable–.
Porque la poesía
era mi mejor ansiolítico
–y ahora me hace nudos en las venas–.
Porque necesito disculparme
por haberlo hecho tan mal
–y no poder corregirlo–.
Porque el amor
no me arregló la vida
–y tampoco era para tanto–.
Donde habita el olvido
La abuela se fue muriendo
de olvido.
Se olvidó de sobrevivir.
Y a su corazón se le olvidó
seguir latiendo
después del último latido.
A la abuela se le fue olvidando
el significado de las palabras
y hasta su propia voz olvidó
de qué forma salir.
Olvidó qué eran sus lágrimas o
como abrir sus ojos transparentes.
Se le olvidó el dolor que duele
el dolor
o dar un paso tras el último
paso dado.
Las cortezas de su cerebro
se hicieron blandas e inútiles.
Al principio, cuando aún
se acordaba de andar,
de cagarse encima
o llorar,
la abuela nos hacía mucho
daño sin querer.
En las retinas lo guardo todo.
Mi madre, su hija, su madre,
murió antes que ella.
Y nos dejó huérfanos a todos.
Y a ella.
Pero mi madre,
se moría un poco,
cada vez que la reñía
por beberse una botella de lejía
o desnudarse en la calle
como un bebé vagabundo.
Y la abuela, la que tanto miedo
le hizo a mi vida,
y tanto añoro,
la de la vida convulsa de hambres,
niños muertos,
e hijos enfermos,
la de las palizas del abuelo
que murió de un calambre
por alcohólico, fascista o pobre loco,
Se fue muriendo en aquel sitio
al que nunca tuve el valor de ir.
Y sé que la abuela murió
de olvido
pero no olvidada.
Que sus huesos se plegaron
en posición fetal
como un recién nacido famélico
y listo para morir.
Hasta que se le olvidó de respirar
después de la última respiración.
Y ese día, todos respiramos.
Para seguir respirando...
El laberinto de las herencias
Madre, de los cuatro hermanos,
yo heredé el menor número
de centímetros
y la mayor resistencia
para tumbarme, dejar de sonreír,
contener el miedo, estirar los brazos y
mirar dentro del cielo
o del botiquín.
Pero ando derecha por el mundo, madre,
y por la izquierda, como el padre.
Heredé la misma forma de tu risa
y la misma textura de tus lágrimas.
No heredé tu gusto por el victimismo,
pero sí tu tendencia natural para manipular
de forma invisible.
Heredé un trozo de vuestras casas
de protección oficial,
los balcones, supongo,
y tu entusiasmo por aprender.
Y no sé si fueron aquellas tardes
de plancha, con la abuela,
cuando hablabais de "la vida"
como una enfermedad incurable.
El caso es que dejaste para mí la peor
de tus herencias.
Este cortocircuito en el cableado
de mis neurotransmisores,
este nudo en las venas,
esta maraña de nervios
mal ordenados hacia mi cerebro,
estas ganas horrorosas
de llorar
o morir
a cualquier hora.
Esta vida sentida como
un clown ciclotímico.
Si no te hubieras muerto, madre,
compartiríamos benzodiacepinas
y platos pequeños para nuestro
fino esqueleto.
Si no te hubieras muerto,
te habría gustado mi vida,
mi hombre y mi hija.
Y habrías llegado a quererme.
Y puede, incluso, que algún neurotransmisor
hubiera recuperado su dirección.
Pero aquel quirófano
hizo realidad tu sueño
de aliviar el peso de tu vida.
Y tuve que heredar, también,
el mismo psiquiatra.
Él me ha enseñado a perdonarte
la herencia,
a emocionarme con lo pequeño,
a ingresar en la vida
con el nudo en las neuronas
y la serotonina inservible.
Y no te apures, madre,
si me tocó a mí
tu desarraigo crónico,
la fatiga de mis venas
huérfanas.
Tengo el corazón de hueso
y aprendí a flotar
antes que a nadar.
Madre, también he heredado
tu botiquín
y las mismas drogas que
te calmaban
tres veces al día.
Todavía tengo fuerza,
madre,
para darte
LAS GRACIAS.
Electra
Padre, dime que has escuchado alguna vez
el grito agonizante de los pájaros.
Necesito saber que mi debilidad
es un gen dormido,
que es por eso que sólo escribo elegías
que a todos emocionan
porque la muerte es algo corriente.
Papá, no sé darte un abrazo.
Tengo algunos gestos mutilados.
Y estoy tan perdida como un animal recién destetado,
tan fuera de este cuerpo
y de este nombre.
No me preguntes,
no pasó nada,
sólo los años.
Alúmbrame un camino a casa.
Qué camino, qué casa, qué yo.
Esta noche quiero dormir
sin susto.
Dime que todavía es posible.
Sin pastillas.
Estigmas
M.J. tenía una libreta
donde recogía los insultos de P.
Cuando discutían
sacaba la libreta
P.crujía los huesos de sus manos.
Y comenzaban a insultarse
En una de esas escenas
a P. no le dio tiempo
de crujirse los huesos.
M.J. no escribió
nada en la libreta.
Se escribieron las frases más contundentes
con la mano abierta
Y las uñas.
M.J. no sabe cómo
se escribe eso
en la libreta.
Ahora pinta,
con maquillaje oscuro
sobre el estigma
para que no se note
Su hijo utiliza
ahora la libreta
para pintar casitas.
La maestra le ha dicho
que sus casitas
son muy raras
No tienen ventanas
Ni sol
Para gritar
Mi madre siempre deseó
una parcela en el campo:
«Descansar
es invertir en calidad de
vida».
Para su último hogar
improvisó un alquiler
de cinco años y flores de
plástico.
La muerte también tiene
fecha de caducidad.
Ha vencido el alquiler
y mi padre le ha comprado
su propia parcela en el campo,
en el pueblo.
La muerte también entiende
de clases.
Vuelven a encontrarse,
por arte del negocio inmobiliario.
Su última cita,
en el paraíso del cementerio municipal:
mi padre asiste al siniestro desnudo
de huesos desordenados.
Y el anillo de matrimonio.
Su esposa, mi madre,
en una paz brutal como nunca tuvo.
Todo en una bolsa de plástico.
Sin más mística:
el espanto en una bolsa de basura.
Mi padre volvió a sentar
a su amante
en el asiento del copiloto.
Con cariño. Con la tragedia
instalada en el volante.
Con arcadas. Con amor.
Depositó la bolsa,
como el que regresa del supermercado,
en la propiedad,
en una bolsa de basura
de plástico.
Tantas bocas viven
de la muerte.
Hasta mi poema vive de la muerte.
Mi ego liba de tu muerte.
Perdóname,
mamá,
has tenido una nieta.
Tercera planta
Baja a mi habitación.
Estuve pensando en ti.
Y estuve a punto de seducirme a mí mismo.
Leonard Cohen
Sube a mi habitación, amor
sabes que allí está la verdad.
Una mujer y un hombre
que comparten mucho más
que el miedo a la muerte.
Sube a mi habitación, amor
no sea que la muerte se acerque
y nos coja
rezándole a otro Dios.
Un hombre encuentra
a una mujer desnuda
sobre la cama.
Ven aquí, amor,
vamos a matarnos de mentira.
FIN de los poemas de Eva Vaz Rodríguez
Xoán A. Leiceaga Baltar, Agosto de 2014