Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

REFLEXIÓN

Esta sección nació para disponer de un complemento a OBRA, más abierto y flexible, aunque apuntando siempre a «la poesía y lo poético», y concretando, a aspectos como su sentido, la valoración de calidad, la aproximación a otros poetas y a un amplio continuo de ideas, reflexiones y prácticas (recordatorios, homenajes, muestras de poetas —bastante, apenas o nada conocidos u olvidados—, poemas, frases o versos notables, entrevistas y ensayos sobre esta u otras manifestaciones artísticas, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de «poesía y poeta» son hermanos de «magia, arte» y de «mago, artista», y por ello tienen fraternal acogida en REFLEXIÓN.

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Reflexión 1

Abecedario de escritoras – Letra V-2

  1. Vargas Robles, Vilma (Poeta) (S. José de CR, Costa Rica, 1961)
    1) ('Víspera'): «Todo nos falta, / un cigarrillo, / tiempo para escribir, / una excusa para los acreedores. // El último fósforo está empapado. // La humedad de la casa nos hace temblar. / Llueve. / Dame un mendrugo para el alma, / para el gesto huraño, / para el hambre / y buen tiempo / para los que se marchan.»
    2) ('Techo bajo'): «El cuerpo quiere rendirse / y no sé como aguardas todavía en vez de maldecir. // Nada pasa. Se mueven / algunos tallos; un silbido / entra por la ventana. // Tienes que aprender a alejarte / y no digas después dónde estuviste. / Cómo podrían entender Los que no han aruñado las paredes.»
  2. Vaz Ferreira, María Eugenia (Poeta) (Montevideo, Uruguay,1875-1924)
    1) ('Único poema'): «Mar sin nombre y sin orillas, / soñé con un mar inmenso, / que era infinito y arcano / como el espacio de los tiempos. // Daba máquina a sus olas, / vieja madre de la vida, / la muerte, y ellas cesaban / a la vez que renacían. // ¡Cuánto hacer y morir / dentro la muerte inmortal! / Jugando a cunas y tumbas / estaba la Soledad? // De pronto un pájaro errante / cruzó la extensión marina; / ¡Chojé! ¡Chojé! repitiendo / su quejosa marcha iba. // Sepultóse en lontananza / goteando ¡Chojé! ¡Chojé!; / desperté, y sobre las olas / me eché a volar otra vez.»
    2) ('La rima vacua'): «Grito de sapo / llega hasta mí de las nocturnas charcas... / la tierra está borrosa y las estrellas / me han vuelto las espaldas. // Grito de sapo, mueca / de la armonía, sin tono, sin eco, / llega hasta mí de las nocturnas charcas... // La vaciedad de mi profundo hastío / rima con él el dúo de la nada.»
  3. Ventroni, Sara (Poeta) (Roma, Italia, 1974)
    1) ('Cinco epigramas - I'): «Dura poco conviene quedarse dentro / el tiempo habita los cuerpos solamente.»
    2) ('Cinco epigramas - II'): «Habría que volver a fumar el bisonte el sultán Sherlock Homes / o ese pez que pone los ojos en blanco ante un editorial, habría que / retomar el gusto carnal / de las blasfemias.»
    3) ('Cinco epigramas - III'): «Y así, con saliva y saliva / la costra se rehace / sobre la carne viva. // (con saliva y saliva se forma la costa, la deriva) // porque es vital estar envueltos / en sólidas sustancias aparentes. // Y por vital se entiende: lo que es propio / de los seres vivos.»
    4) ('Cinco epigramas - IV'): «Ahora los teólogos actúan por síntomas / partes médicos / fibras de lana frotadas, tripitas, cánulas, lavados / (la alimentación autónoma garantiza / que la curia no venga a colocarnos el embozo sobre las mantas.»
    5) ('Cinco epigramas - V'): «Baila el limbo baila la lambada baila bella niña / Bakunin vuelve a casa. // En las paredes los grafitos primitivos, / huellas de la bestia sobre la roca / y cantos desde la garganta de la tierra. // Cencerros amarrados al cuello, máscaras de madera / para que no se sepa de donde viene / esa voz tremenda.»
  4. Verduchi Acuña, Enzia María (Poeta, escritora) (Roma, Italia—>México, 1967)
    1) ('Radio de onda corta'): «A oscuras mi padre sintonizaba la radio: / una pelea de box en japonés, / la crónica de un atentado en italiano / o la caída de un avión en ruso. / Aunque los periódicos al día siguiente / desmintieran sus versiones, él se entendía / con la frecuencia y la estática. / Fiel receptor de hechos incomprendidos / a lo largo del cuadrante, insomne / en las ondas de alguna estación. / Mientras, junto a él, mi madre / soñaba encontrar un interlocutor.»
    2) ('Carta de usurpación'): «Tal vez la lluvia estaba a un costado / en el borde de la ausencia, / lejos de la aterciopelada idea del reencuentro / Quizá sólo fuimos un lampo, / una mueca de arlequín / la carcajada del séquito / Esta es nuestra historia: / Una batalla librada sobre esferas de cristal / Una encrucijada de vanidades / Una emboscada del ego.»
  5. Victoria, Laura (Poeta) (Boyacá, Colombia, 1904-2004)
    1) ('Íntima'): «Fue tan tibia la felpa de las sombras, / que sin querer callamos, / y nos bebimos como vino añejo / la frase que tembló sobre los labios. / A pesar de no amarnos, en silencio / se troncharon las manos, / sin saber si acunábamos un sueño / o era el sopor de algún amor lejano. / Y también, sin saber por qué misterio, / nuestras bocas ajenas se juntaron, / y en las pupilas húmedas de ausencia / la tarde lila se quedó temblando. // Después, en la maraña del reproche, / nos perdimos hablando, / y en la roca del alma se hizo sangre / la fruta mentirosa de los labios... // Tal vez el viento de otras soledades / nos sorprenda llorando, / y entonces nacerá como eco roto / la frase que nos callamos.»
    2) ('Salvaje'): «No me mires así que me haces daño... / Qué bellas tus pupilas de inconsciencia / que tienen el hondor de los abismos / y el verde oscuro de las aguas muertas. / Qué fuertes esos músculos maduros / bajo la carne aceitunada y fresca, / que tiene a veces el temblor de un niño / o la tensión salvaje de una fiera. // No me mires así que me haces daño... / Con ese aliento abrasador me enervas, / y frente a ti soy gajo que se dobla / rindiendo sus frescuras a la tierra. / Cómo rompe el crepúsculo sus oros / en el lustroso añil de tu cabeza / mientras tus manos torpes se resisten / al loco impulso que en tu ser golpea. // No me mires así con esos ojos / oscuros de la inconsciencia... / Dobla mi talle entre tu brazo fuerte, / embriágate en la flor de mi belleza. // Sobre la felpa tibia de los musgos / seremos yo el silencio: tú la selva.»
  6. Valencia Rentería, Laura Victoria (Poeta, afro, modista) (Quibdó, Colombia, ~1950)
    1) ('Elegía a Fausto Rentería Machado, jurista negro'): «Fausto Rentería Machado, hijo de Rosalía y Anselmo y nieto de Gregorita, cuya madre, fue la última mujer esclavizada de una dinastía de nobles esclavizados y venidos de África. / Recuerdo, el celo con el que mi madre, conservaba tus libros en un baúl...Recuerdo, el recorte de un periódico colombiano que mi madre guardaba en un cajón de su despacho que tenía una fotografía tuya y un texto que hablaba de tu brillante tesis doctoral... sobre todo, recuerdo el pañuelo de seda de múltiples colores que me enviaste desde París, tan fino, tan fino, que llegó a casa en su sobre, como si una carta fuera. Recuerdo, mi emoción al ver mi nombre impreso en aquel sobre, “Señorita Laura Victoria Valencia Rentería”, era la primera vez que alguien me decía señorita, pues para todos, hasta entonces, era la niña Laura... Recuerdo la cara de envidia de mis hermanas, que hicieron un círculo a mi alrededor para ver, tocar y admirar aquella tela... Recuerdo, cuando mi madre me dijo: “Tu tío Fausto me cuenta, en una carta que acaba de llegar, que ha entrado en contacto con la cúpula del poder africano en una asamblea de la ONU y que se marcha al Congo”... recuerdo que llegabas a Colombia en una canoa remada por dos bogas a canalete limpio, llegar a la aldea Playa de Oro, a visitar a tu madre y a tu parentela a orillas de los ríos del Chocó... / Te doy mi despedida, situándome en la margen derecha del rio Atrato, para desde allí, en ese viaje imaginario que quizás emprenda un día, decirte adiós con los versos de un poeta, cuyo nombre me recordaste en nuestra ultima charla, hace apenas unos días.»
    2) ('Adiós, tío Fausto'): «Te hablé de aquí, de la ciudad bañada, por la espesa corriente aletargada / en la quietud profunda de un remanso, / de la ciudad que hoy, a ti se inclina, como si se inclinara / sobre el ancho lomo de un gran león domesticado y manso.»
  7. Vidal-Conte, Mireia (Poeta, traductora) (Barcelona, Catalunya, 1970)
    1) (De 'Gestual': 'doS voces'): «Hay un segundo diálogo interior / mientras hablo contigo // Te digo que, / hablándote, te hablo doble. // Mientras lees estos versos. // —¿me oyes—?.»
    2) (De 'Gestual': 'Que no hay'): «Pasando por encima de todos mis cadáveres / aparezco yo mirándome / en la última cara que puedo poner. // Me miro a mis ojos de salitre espejo / y no me hago ninguna pregunta / al contrario de lo que podía imaginar. // Espero mi expresión / mi último modo / para comprobar si te menciono o no. // —Y no—.»
    3) (De 'Gestual': 'EsperO'): «De debajo de mi ropa / salen efluvios y huellas / que tú no sabes. / Que tu no esperas ni en mis costuras. // Aunque si preguntas / a la nada del naranjo / encuentras —porque quieres— // mis // frutos.»
  8. Vieira, Maruja (Poeta) (Manizales, Colombia, 1922)
    1) ('Última llama'): «Por qué lloras? // Porque anoche a mi lámpara / la apagó un viento amargo. // ¿Qué buscas en la sombra? / La sombra de unas manos, / unas manos desnudas que se alzan / contra vientos de fuego / y los enlazan / y retuercen sus uñas malhirientes. / Unas manos que nacen / en el cauce del río de la infancia / y crecen en los árboles / y vuelan con el ala de los pájaros. // ¿Quién apagó tu lámpara? // No importa. / Hoy he vuelto a encenderla / con la última llama.»
    2) ('Siempre'): «Siempre regresas. / Para ti no hay tiempo / ni tiene oscuros límites la tierra. / Siempre vuelves. / Y siempre estoy aquí, esperando tus manos, / llenándome de sueños como de lluvia un árbol. / No hay nada diferente. Todo es igual y puro / cuando vuelves. / No han pasado los días ni he sufrido. Estoy sola, / con el corazón limpio como una fuente nueva. / Tengo otra vez palabras y caminos / y contigo regresan las brisa y las estrellas. / Regresan las campanas y los pájaros, / me devuelves la música, el murmullo / de los ríos lejanos, / la claridad del monte, / la perfecta verdad de que te amo.»
  9. Vienne, Gisèle (Teatro, títere) (Francia—>Austria, 1976)
    ('Frase'): «No soy creyente, pero siento que el teatro tiene un fondo ritual, y que el espectador acude a él buscando una experiencia catárquica compartida con tan poderosa como la que acontece en las ceremonias religiosas, las fiestas ancestrales, el carnaval y y el fútbol. Yo voy al teatro como quien va a misa. De la experiencia artística hago mi religión.»

Reflexión 2

ABECÉ de MUJERES POETAS – Letra V-2

Eva Vaz.jpg

EVA VAZ RODRÍGUEZ - Vida y poemas

(Huelva, España, 1972)

Reflexión 2

Con la primera versión de Reflexión-2, procuré ser tímido —ineficaz el exceso— para no desorientar al improbable lector con lo inestable o brusco. Así, una buena temporada trabajé sobre entrevistas que llamaban mi atención, como la de Rojas y enseguida otros artistas; después me surge una euforia tranquila hacia el sublime poema-libro Descripción de la mentira del maestro Gamoneda. Decido pronto conservar lo mensual y así nace la creciente biblioteca que hoy supera el mes de meses y brota desde el botón Ir a reflexiones anteriores, situado al final de Reflexión.

Mediado 2012, creí que era el momento de otro camino, esta vez largo pues sigue la vía del abecedario, tal como apuntaba ya la Reflexión-1. Además, el corazoncito me venía reclamando una mayor dedicación a la mujer, la de melena poeta, para torcer el excesivo defecto secular y, a la vez, reconocer su valía en este campo de la creación. Y, naturalmente, servir de agradecimiento a mis lectoras, que asombrosamente insisten.

En julio de 2012 he iniciado pues, como Reflexión-2, este ABECÉ de Mujeres Poetas, que de la A a la Z se completa mes a mes, desde la selección posible de autoras y textos. En cada letra rastreo recojo lo accesible y elijo lo oportuno (mi preferencia es elegir poetas en español, pero algunas letras se resisten y, además, más de una vez me vence la devoción). La primera, Anna Ajmátova, y las sucesivas, ya extensa serie, pueden verse en Ir a reflexiones anteriores). Me centro en que cada actual elección resulte óptima.

Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas:
«http://www.portaldepoesia.com/Biblioteca/Eva_Vaz_LaTernuraDeLosLobos.htm»
«http://minombre.es/evavaz/»
«http://lasafinidadeselectivas.blogspot.com.es/2009/11/eva-vaz.html»
«http://desdelaciudadsincines.blogspot.com.es/2011/04/fragil-antologia-2001-2009...»
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar

Vida de Eva Vaz Rodríguez

Eva Vaz nació en Huelva en 1972, es licenciada en Filosofía por la Universidad de Sevilla, y desde muy temprano se vinculó a la creación literaria. Ha realizado, además, incursiones en teatro, periodismo, Artes Plásticas, entre otras. Asimismo, ha recibido e impartido numerosos cursos de narrativa y poesía, y especialmente se dedica a la animación de la lectura, con su empresa Ex-Libris, y colabora y coordina con instituciones la programación de campañas de animación a la lectura, llevando a cabo la realización de talleres de creación literaria y diversas actividades de dinamización cultural. Ha sido firmante del Manifiesto de autores en defensa del préstamo libre y gratuito en bibliotecas públicas.

Está considerada como integrante de las corrientes poéticas innovadoras en la poesía española actual; en concreto, de la denominada Poesía de la Conciencia o Consciencia, a la que pertenecen muchos de los poetas de las nuevas generaciones; de su poesía, se dice que pretende ser sencilla y con un cierto compromiso social. Sus poemas han aparecido en numerosas antologías, ha recibido premios, ha sido traducida, ha colaborado en revistas…

Por el interés que despierta en mí, añado estas palabras de 2004 en las que habla de sí misma: “Mis palabras son ácidas y violentas, dramáticas hasta la sangre… No creo que sea justo tildar a mi poesía como «poesía de género», pues no persigo el protagonismo exclusivo de la mujer. Mi poesía no tiene sexo, pero sí su autora. No puedo mirar hacia otro lado cuando hay que reivindicar o denunciar la miseria humana. La mujer, por desgracia, está más afectada por la injusticia y su mundo me es cercano y comprendido. No hago poesía feminista, soy mujer y mi poesía es comprometida. La mujer sigue siendo vulnerada. Además, la iconografía de la mujer es espléndida: las emociones, prejuicios, miedos, obligaciones... somos muy ricas, literariamente hablando”.

Elegía a una sombra (Ed. 1900, Huelva, 1995)
Ahora que los monos se comen a las palomas (Ed. Cacúa, Huelva, 2001)
La otra mujer (Ed. Celya, Salamanca, 2003)
Cuaderno de Isla – Poemas del sudor (Facsímil, Ed. La última canana de Pancho Villa, 2003)
Leña (Ed. Cacúa, Huelva, 2004)
La ternura de los lobos (Ed. 4 de Agosto, Logroño, 2004)
Metástasis (Ed. If, Béjar, Salamanca, 2006)
Frágil (Ed. Baile del Sol, Tenerife , 2010)
Ruido de venenos (Ed. Crecida, Ayamonte, 2013)

DIEZ poemas de Eva Vaz Rodríguez

A los tres años y medio

Eva improvisa un castillo de arena
con una fiambrera.
Ahora todo le vale.
Le prepara viajes a sus muñecos
en los zapatos monovolumen de su padre
o en el nº 27 que ya le va quedando justo.

Yo le ayudo en su arquitectura de flan pétreo
y le traigo conchenitas.
Le incrusto ventanas, ventanitas, / puertas, balcones, terrazas...

Eva, fácil desbordada,
me dice: / Ya, mamá, ya...
que se te va a escapar / la princesa.

Auto de fe

Puedo contar cómo
y cuánto he jodido.
A cuántos me he follado
sin hacer el amor.

Puedo contar cuánto me he
metido en el cuerpo,
en cualquier orificio de entrada.

Puedo contar que entre
la sociedad y yo
hay un odio recíproco,
y que me importa
un carajo.

Pero es MENTIRA.

No me interesa ser
una máquina de follar,

ni destrozarme el hígado,
que es único.
Ni quiero vivir en
perpetua soledad y dejadez.
Ya lo viví,
y casi me muero
de ASCO.

Ahora no,
ahora me gusta hacerle el amor
al que respira mi respiración todas las noches,
en la gloriosa cama
regalo de mis suegros.
Y retirarme despacio y paciente
mis drogas legales.
Y sacarme las oposiciones
para enseñar Filosofía
a unos adolescentes que
vivirán el mismo proceso.

Ahora prefiero soñar con mis hijos
en vez de soñar con mi muerte.

YO NO QUIERO SER MALDITA.

Correo

A la 1:30
corro a arañar
el polvo de un buzón
vacío.

A la 1:31
subo las cuatro plantas
con el alma
cada vez más vacía
y las uñas,
cada vez más
sucias.

Disculpas

Necesitas un cargamento de fe para seguir adelante.
Lou Reed

Porque me hice mujer
antes de aceptarlo
–y todavía no me acostumbro–.

Porque perdí la fe
antes que la virginidad
–y ya pasan los diez años–.

Porque aprendí a sobrevivir
antes que a vivir
–y se me va olvidando–.

Porque de mi identidad
sólo queda el número
–y es el de un muerto–.

Porque empecé a drogarme
demasiado pronto
–gracias a la seguridad social–.

Porque el ego se me fue
des-pe-da-zan-do
–con una precocidad imparable–.

Porque la poesía
era mi mejor ansiolítico
–y ahora me hace nudos en las venas–.

Porque necesito disculparme
por haberlo hecho tan mal
–y no poder corregirlo–.

Porque el amor
no me arregló la vida
–y tampoco era para tanto–.

Donde habita el olvido

La abuela se fue muriendo
de olvido.
Se olvidó de sobrevivir.
Y a su corazón se le olvidó
seguir latiendo
después del último latido.

A la abuela se le fue olvidando
el significado de las palabras
y hasta su propia voz olvidó
de qué forma salir.
Olvidó qué eran sus lágrimas o
como abrir sus ojos transparentes.
Se le olvidó el dolor que duele
el dolor
o dar un paso tras el último
paso dado.

Las cortezas de su cerebro
se hicieron blandas e inútiles.

Al principio, cuando aún
se acordaba de andar,
de cagarse encima
o llorar,
la abuela nos hacía mucho
daño sin querer.
En las retinas lo guardo todo.

Mi madre, su hija, su madre,
murió antes que ella.
Y nos dejó huérfanos a todos.
Y a ella.
Pero mi madre,
se moría un poco,
cada vez que la reñía
por beberse una botella de lejía
o desnudarse en la calle
como un bebé vagabundo.

Y la abuela, la que tanto miedo
le hizo a mi vida,
y tanto añoro,
la de la vida convulsa de hambres,
niños muertos,
e hijos enfermos,
la de las palizas del abuelo
que murió de un calambre
por alcohólico, fascista o pobre loco,
Se fue muriendo en aquel sitio
al que nunca tuve el valor de ir.

Y sé que la abuela murió
de olvido
pero no olvidada.
Que sus huesos se plegaron
en posición fetal
como un recién nacido famélico
y listo para morir.

Hasta que se le olvidó de respirar
después de la última respiración.

Y ese día, todos respiramos.

Para seguir respirando...

El laberinto de las herencias

Madre, de los cuatro hermanos,
yo heredé el menor número
de centímetros
y la mayor resistencia
para tumbarme, dejar de sonreír,
contener el miedo, estirar los brazos y
mirar dentro del cielo
o del botiquín.

Pero ando derecha por el mundo, madre,
y por la izquierda, como el padre.

Heredé la misma forma de tu risa
y la misma textura de tus lágrimas.
No heredé tu gusto por el victimismo,
pero sí tu tendencia natural para manipular
de forma invisible.
Heredé un trozo de vuestras casas
de protección oficial,
los balcones, supongo,
y tu entusiasmo por aprender.

Y no sé si fueron aquellas tardes
de plancha, con la abuela,
cuando hablabais de "la vida"
como una enfermedad incurable.
El caso es que dejaste para mí la peor
de tus herencias.
Este cortocircuito en el cableado
de mis neurotransmisores,
este nudo en las venas,
esta maraña de nervios
mal ordenados hacia mi cerebro,
estas ganas horrorosas
de llorar
o morir
a cualquier hora.
Esta vida sentida como
un clown ciclotímico.

Si no te hubieras muerto, madre,
compartiríamos benzodiacepinas
y platos pequeños para nuestro
fino esqueleto.
Si no te hubieras muerto,
te habría gustado mi vida,
mi hombre y mi hija.
Y habrías llegado a quererme.
Y puede, incluso, que algún neurotransmisor
hubiera recuperado su dirección.
Pero aquel quirófano
hizo realidad tu sueño
de aliviar el peso de tu vida.
Y tuve que heredar, también,
el mismo psiquiatra.
Él me ha enseñado a perdonarte
la herencia,
a emocionarme con lo pequeño,
a ingresar en la vida
con el nudo en las neuronas
y la serotonina inservible.

Y no te apures, madre,
si me tocó a mí
tu desarraigo crónico,
la fatiga de mis venas
huérfanas.
Tengo el corazón de hueso
y aprendí a flotar
antes que a nadar.

Madre, también he heredado
tu botiquín
y las mismas drogas que
te calmaban
tres veces al día.

Todavía tengo fuerza,
madre,
para darte
LAS GRACIAS.

Electra

Padre, dime que has escuchado alguna vez
el grito agonizante de los pájaros.
Necesito saber que mi debilidad
es un gen dormido,
que es por eso que sólo escribo elegías
que a todos emocionan
porque la muerte es algo corriente.
Papá, no sé darte un abrazo.
Tengo algunos gestos mutilados.
Y estoy tan perdida como un animal recién destetado,
tan fuera de este cuerpo
y de este nombre.
No me preguntes,
no pasó nada,
sólo los años.
Alúmbrame un camino a casa.
Qué camino, qué casa, qué yo.
Esta noche quiero dormir
sin susto.
Dime que todavía es posible.
Sin pastillas.

Estigmas

M.J. tenía una libreta
donde recogía los insultos de P.
Cuando discutían
sacaba la libreta
P.crujía los huesos de sus manos.
Y comenzaban a insultarse

En una de esas escenas
a P. no le dio tiempo
de crujirse los huesos.
M.J. no escribió
nada en la libreta.

Se escribieron las frases más contundentes
con la mano abierta
Y las uñas.

M.J. no sabe cómo
se escribe eso
en la libreta.

Ahora pinta,
con maquillaje oscuro
sobre el estigma
para que no se note

Su hijo utiliza
ahora la libreta
para pintar casitas.
La maestra le ha dicho
que sus casitas
son muy raras
No tienen ventanas
Ni sol

Para gritar

Mi madre siempre deseó
una parcela en el campo:
«Descansar
es invertir en calidad de
vida».

Para su último hogar
improvisó un alquiler
de cinco años y flores de
plástico.

La muerte también tiene
fecha de caducidad.

Ha vencido el alquiler
y mi padre le ha comprado
su propia parcela en el campo,
en el pueblo.

La muerte también entiende
de clases.

Vuelven a encontrarse,
por arte del negocio inmobiliario.
Su última cita,
en el paraíso del cementerio municipal:
mi padre asiste al siniestro desnudo
de huesos desordenados.
Y el anillo de matrimonio.

Su esposa, mi madre,
en una paz brutal como nunca tuvo.
Todo en una bolsa de plástico.
Sin más mística:
el espanto en una bolsa de basura.

Mi padre volvió a sentar
a su amante
en el asiento del copiloto.
Con cariño. Con la tragedia
instalada en el volante.
Con arcadas. Con amor.

Depositó la bolsa,
como el que regresa del supermercado,
en la propiedad,
en una bolsa de basura
de plástico.
Tantas bocas viven
de la muerte.
Hasta mi poema vive de la muerte.
Mi ego liba de tu muerte.
Perdóname,
mamá,

has tenido una nieta.

Tercera planta

Baja a mi habitación.
Estuve pensando en ti.
Y estuve a punto de seducirme a mí mismo.

Leonard Cohen

Sube a mi habitación, amor
sabes que allí está la verdad.
Una mujer y un hombre
que comparten mucho más
que el miedo a la muerte.
Sube a mi habitación, amor
no sea que la muerte se acerque
y nos coja
rezándole a otro Dios.
Un hombre encuentra
a una mujer desnuda
sobre la cama.
Ven aquí, amor,
vamos a matarnos de mentira.

FIN de los poemas de Eva Vaz Rodríguez

Xoán A. Leiceaga Baltar, Agosto de 2014