Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

REFLEXIÓN

Esta sección nació para disponer de un complemento a OBRA, más abierto y flexible, aunque apuntando siempre a «la poesía y lo poético», y concretando, a aspectos como su sentido, la valoración de calidad, la aproximación a otros poetas y a un amplio continuo de ideas, reflexiones y prácticas (recordatorios, homenajes, muestras de poetas —bastante, apenas o nada conocidos u olvidados—, poemas, frases o versos notables, entrevistas y ensayos sobre esta u otras manifestaciones artísticas, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de «poesía y poeta» son hermanos de «magia, arte» y de «mago, artista», y por ello tienen fraternal acogida en REFLEXIÓN.

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Reflexión 1

Abecedario de escritoras – Letra V-3

  1. Viejobueno Rodríguez, Raquel (Poeta, narradora) (Almonacid, Guadalajara, España, 1972)
    1) ('Imágenes difusas'): «Recojo mis imágenes difusas, a fuerza de creerlas reales. Cuán estafa es la vida que soñamos que existimos. He visto pasar mi niñez sobre dunas, iba sedienta. Fui cántaro donde bebieron las palabras secas. Gota que permaneció intacta a la caricia de la lluvia. Ahora que alguien me empuje al duelo de conocer otras tierras, antes que el día me descubra y sepa que no existiré más... // Imágenes, sólo reflejos de una vida que anochece sigilosa, y sutilmente en la palma de mi mano. // Que me encuentren amando y arrullada en el monte de hinojo, donde me perdí desnuda de pinceladas y melancolía. // Y amontono entre mi cabello hebras de un aire nuevo.»
    2) ('Colibrí'): «Seré imperfecta, / difícil de ver, sin belleza, / posiblemente enana y redonda, / pero... escucha... / Tengo alas y permanezco ante tu mirada / como el batir del colibrí..»
    3) ('Mujer'): «Yo sólo quise tener palabra, / me robaron la intención. / Nací como muchos otros / pero hubo un error: fui mujer. / Desde entonces intentaron ahogar mi sentido, / yo me arropo con la esperanza de encontrar la mejor frase. / Lo que desconocen / es que mientras intentan enterrarme, / ellos pierden destellos de humanidad.»
  2. Vilariño, Idea (Poeta, ensayista) (Montevideo, Uruguay, 1920-2009)
    1) ('Poema'): «... añoranza: Por qué / aún / de nuevo / vuelve el viejo dolor / me rompe el pecho / me parte en dos / me cubre de amargura. / Por qué / hoy / todavía.»
    2) ('Poema número diecinueve'): «Quiero morir. No quiero / oír ya más campanas. // Campanas —qué metáfora— / o cantos de sirena / o cuentos de hadas / cuentos del tí —vamos—. // Simplemente no quiero / no quiero oír más campanas.»
    3) ('Si muriera esta noche'): «Si muriera esta noche / si pudiera morir / si me muriera / si este coito feroz / interminable / peleado y sin clemencia / abrazo sin piedad / beso sin tregua / alcanzara su colmo y se aflojara / si ahora mismo / si ahora / entornando los ojos me muriera / sintiera que ya está / que ya el afán cesó / y la luz ya no fuera un haz de espadas / y el aire ya no fuera un haz de espadas / y el dolor de los otros y el amor y vivir / y todo ya no fuera un haz de espadas / y acabara conmigo / para mí / para siempre / y que ya no doliera / y que ya no doliera.»
  3. Vilhjálmsdóttir, Linda (Poeta, dramaturga) (Reykjavik, Islandia, 1958)
    1) ('Tiempo - Uno'): «Hubo una helada intensa / recuerdo los días previos / y recuerdo la aurora boreal / y luego comenzó a llover // y ahora sigue lloviendo / desde hace cinco días / y cinco noches interminables señor / ahora estoy agotada // y esa historia de los veinte caballos / atrapados en el islote en una inundación en el río blanco / peligro a la vista y al norte el río congelado / sería mejor una advertencia de hielo // los caballos en el islote / el río congelado / y la aurora boreal.»
    2) ('Rapsodia'): «La palabra / al comienzo luego marea alta / luego marea baja y ahora oímos el murmullo / a lo lejos pesado y fuerte.»
    3) ('Poema de madrugada'): «Estoy hecha / de luz y aire / sobre mí. // un ave marina que vuela / debajo de mí / el verso de un poema / el / mar / reluce y brilla.»
  4. Villafañe, María Juliana (Poeta, música) (Santurce, Puerto Rico, 1948)
    1) ('Damas de la noche'): «ascendida por la realidad / hoy, Madrid me sabe a lágrima / imantada en el dolor / cae la tarde / desde mi ventana del Meliá / veo aparecer / las damas de la noche / tristes / sonreídas / tiritando de frío / proyectando vuelos imaginarios / yo, una sombra en el encuadrado / de una ventana entre mil / testimoniando / su falsa verdad.»
    2) ('Me piensa'): «Me piensa piedra dura, inquebrantable / me baña limo, resbala / me baña río, agua mutable / me abandona para vivir mares // Me deja presa de arena / al final de su cauce // Me piensa piedra / y soy luz que se cuela en manantiales // Me cree fuerte y soy fiera herida / en el valle que descansa / en el frescor de sus aguas / voluntarias / desniveles que me bañan // Me piensa piedra / me piensa arraigada // ¿Me piensa?»
    3) ('Silueta'): «Miro la foto en la mesa / mi silueta cincelada / en una piedra / sueño / Machu Pichu detrás / lleno de antigüedad / medito / respiro hondo / y veo tus ojos / mirándome / a través del lente / de la cámara / lloro / no estás.»
  5. Vinderman, Paulina (Poeta) (Buenos Aires, Argentina, 1944)
    1) (De 'El muelle' / 'Otra vez cúpulas): «Otra vez cúpulas en el poema, otra vez la ciudad. / Las travesías se volvieron copias / de ciudades tocadas sólo por supervivencia, / para regresar a la mía. / Como si ella contuviera todos los números, los secretos, / las pasiones del mundo. / Alguna vez una calle me devuelve el desierto / y cuando oscurece, / las sombras de las bolsas de basura / son instalaciones de museo, que sólo puedo ver / cuando mi memoria agotada olvida el mar, aquellas grúas / detrás de las cercas, la mujer del turbante azul que / me vendió la caja mágica y la oportunidad / de atesorar mis miedos como mariposas atrapadas / en la belleza de su oro. / Hay que aprender la asfixia como se aprende un idioma. / Nadie llorará por la ausencia de las alas contra el cielo.»
    3) (De 'La mirada de los héroes? / 'El poema que no escribió'): «Se sentó a escribir en su mesa / de noche, pero sin tilos perfumados. / Pensó en el mar / pero era sólo una lámina / con las puntas dobladas. / La infancia se había convertido / en una cajita de música / con la cuerda gastada, / y el sonido irrescatable del mar / había quedado adentro. / No veía la luna pero la sentía brillar / y no era necesario expresar aquello / que brillaba desde sí mismo. / Algo ladró en su conciencia. / Nada era necesario expresar / excepto con alguna mancha oscura / o una línea curvada. / Mientras los postigos de su mente / se iban cerrando como corolas insulsas / alcanzó a pensar en un desván. / No escribió el poema esa vez. / Hacía demasiado frío. / Su necesidad era demasiado grande.»
  6. Vinyes i Olivella, Cèlia (Poeta, profesora) (Lleida, Catalunya, 1915-1954)
    1) ('El primer resfriado'): «Me duelen los ojos, / me duele el cabello, / me duele la punta / tonta de los dedos. // Y aquí en la garganta / una hormiga corre / con cien patas largas. / Ay, mi resfriado, / chaquetas, bufandas, / leche calentita / y doce pañuelos / y catorce mantas / y estarse muy quieto / junto a la ventana. // Me duelen los ojos, / me duele la espalda, / me duele el cabello, / me duele la tonta / punta de los dedos.»
    2) ('Y yo buscaba'): «Y yo buscaba... / buscaba una forma / para reflejarme / y sentirme limitada. / Y el horizonte puro y blanco / me abrió sus brazos. / ¡Oh camino sin meta, / sin principio ni fin! / Y yo era yo, / y buscaba un tú / para concretar la anchura / de mi alma, / indeterminada / difusa / como un espacio. / Y caminaba por la tierra. / Humildad.»
  7. Vitale, Ida (Poeta, crítica) (Montevideo, Uruguay, 1923)
    1) (De 'Reducción del infinito' / 'Sumas'): «Uno más uno, decimos. Y pensamos: / una manzana más una manzana, / un vaso más un vaso, / siempre cosas iguales. // Qué cambio cuando / uno mas uno sea un puritano / más un gamelán, / un jazmín más un árabe, / una monja y un acantilado, / un canto y una máscara, / otra vez una guarnición y una doncella, / la esperanza de alguien / más el sueño de otro.»
    2) (De 'De procura de lo imposible' / 'La palabra infinito'): «La palabra infinito es infinita, / la palabra misterio es misteriosa. / Ambas son infinitas, misteriosas. / Sílaba a sílaba intentas convocarlas / sin que una luz anuncie su dominio, / una sombra señale a qué distancia de ellas / está la opacidad en que te mueves. / Van a algún punto del resplandor y anidan, / cuando las dejas libres en el aire, / esperando que un ala inexplicable / te lleve hasta su vuelo. // ¿Es más que su sabor el gusto de la vida?»
    3) (De 'Nuevas arenas-I' / 'Cultura del palimpsesto'): «Todo aquí es palimpsesto, / pasión del palimpsesto: // a la deriva, / borrar lo poco hecho, / empezar de la nada, / afirmar la deriva, / mirarse entre la nada acrecentada, / velar lo venenoso, / matar lo saludable, / escribir delirantes historias para náufragos. // Cuidado: / no se pierde sin castigo el pasado, / no se pisa en el aire.»
  8. Vivien, Renée (Poeta, novelista) (Londres, UK —> Francia, 1877-1909)
    1) ('Torres de Burgos'): «Cubriéndose a manera de sudario / con sombras grises y hondas agonías, / graves como el retrato de un abuelo, / las torres seculares se alzan muertas. // Calles y callejuelas / hormiguean con ásperos espantos. / Las casas, con tejados perforados, / viven sepulcralmente. // Se siente allí un impulso muy confuso: / la incertidumbre cambia los caminos / de la fecundidad hacia la muerte / y de la podredumbre hacia la vida.»
    2) ('Lasitud'): «Me dormiré esta noche con dulce y largo sueño. / Cerrad los cortinajes, que no se abran las puertas. / No dejéis, ante todo, que entre el sol. Y poned / En torno a mí una noche saturada de rosas. // Posad en la blancura mullida de la almohada / esas flores mortuorias de perfume obsesivo. / Ponedlas en mis manos, la frente, el corazón. / Esas pálidas flores como de cera tibia. // Y yo diré muy bajo: «Nada mío perdura. / Mi alma reposa al fin. Tened piedad de ella. / Respetad su descanso por toda eternidad». / Me dormiré esta noche con la más bella muerte. // Que se deshojen flores —blancos nardos y lirios—. / Que se calle, en el umbral de las puertas cerradas, / el eco persistente de los viejos sollozos. / ¡Ah, la noche infinita, empapada de rosas!»
  9. Vizcardo Rozas, Noemí (Poeta, lingüista-quechua) (Calca-Cusco, Perú, ~ 1950)
    1) ('El destino de mi vida' —> En español'): «Quiero que mi cerebro regule mis acciones y reacciones; / Soy el único ser racional capaz de cambiar lo que pienso y siento. / Ante mis emociones mis células reaccionan cual timbre de nuestra casa. / Muchas veces la una profunda pena me dejó indefensa, / lista para recibir la visita de las más graves enfermedades. / Hoy, no quiero morir derrotada por mis impulsos / Busco estar sosegada, estar relajada es mi escudo de defensa, / Contra la enfermedad mortal de mi alma y cuerpo.»
    2) ('Kausayniypa puriynin' —> En quechua'): «Ñosqoytan munani kamachiyta astawan tajyasqa puriyninta; / Noqallapuni kani yuyaysqayta hionaspa rwasqayta t’iqray atiq. / Imayna kasqayman hinan “celus” nisqakunawajasqa punku hina kutipakun. / Askha tuki llaksqaiynikunapi mana kallpayoqmi rikukurani, / Phaku ima onqoykuna kurkuypi chaskinaypaq. / Khunan, manan ruwasqay rayku saranchusqa wañuyta munaspaymi / Masqkashinipuni sumaq thaq kayta vchaymi hark’aqnin kananpaq, / Mana allin onqoy nunayta hinaspa kurkuy sipinanpaq.»
  10. Vizcarrondo, Carmelina (Poeta, escritora) (Fajardo, Puerto Rico, 1906-1983)
    ('Búscame'): «¿Qué no me encuentras? / ¡Si es que no me has buscado! // Búscame tras tu sombra / o en las retinas de tus ojos claros. / Búscame entre tus dedos / o en tu boca de sándalo. // Yo soy un soplo vivo / a tu vida arraigado. // Búscame por tu alcoba / entre tu sueño alado, / o por la senda rosa / de aquel amor lejano. // Por sobre tu orgullo, / en las flores azules de los prados. / Yo estoy dentro de ti / como un amor sellado. // ¿Que no me encuentras dices? / Siendo en tu misma vida / que me pierdo… / ¡Si es que no me has buscado!»

Reflexión 2

ABECÉ de MUJERES POETAS – Letra V-3

 Carmen Villoro.jpg

CARMEN VILLORO - Vida y poemas

(México DF, 1958)

Reflexión 2

Con la primera versión de Reflexión-2, procuré ser tímido —ineficaz el exceso— para no desorientar al improbable lector con lo inestable o brusco. Así, una buena temporada trabajé sobre entrevistas que llamaban mi atención, como la de Rojas y enseguida otros artistas; después me surge una euforia tranquila hacia el sublime poema-libro Descripción de la mentira del maestro Gamoneda. Decido pronto conservar lo mensual y así nace la creciente biblioteca que hoy supera el mes de meses y brota desde el botón Ir a reflexiones anteriores, situado al final de Reflexión.

Mediado 2012, creí que era el momento de otro camino, esta vez largo pues sigue la vía del abecedario, tal como apuntaba ya la Reflexión-1. Además, el corazoncito me venía reclamando una mayor dedicación a la mujer, la de melena poeta, para torcer el excesivo defecto secular y, a la vez, reconocer su valía en este campo de la creación. Y, naturalmente, servir de agradecimiento a mis lectoras, que asombrosamente insisten.

En julio de 2012 he iniciado pues, como Reflexión-2, este ABECÉ de Mujeres Poetas, que de la A a la Z se completa mes a mes, desde la selección posible de autoras y textos. En cada letra rastreo recojo lo accesible y elijo lo oportuno (mi preferencia es elegir poetas en español, pero algunas letras se resisten y, además, más de una vez me vence la devoción). La primera, Anna Ajmátova, y las sucesivas, ya extensa serie, pueden verse en Ir a reflexiones anteriores). Me centro en que cada actual elección resulte óptima.

Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas:
«http://www.resonancias.org/content/read/374/carmen-villoro-el-trabajo-corporal-de-la-escritura/»
«http://carmenvilloro.com/pdf/poemas/»
«http://argos.cucsh.udg.mx/19jul-sept01/19pvilloro.html/»
«www.elcalamo.com/carmen.html/»
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar

Vida de Carmen Villoro

Carmen Villoro, que estudió psicología en la Universidad Iberoamericana, se cuenta así a ella misma (y yo resumo): Nací en México D.F. en 1958, y tuve pues una infancia urbana. Una de mis travesuras era ir a los almacenes de El Puerto de Liverpool a jugar las escaleras eléctricas. Yo creía que los plátanos se daban en el supermercado. En contraste estaba Veracruz, donde vivían mis tíos y mis primos y a donde solíamos ir de vacaciones. Tomábamos el tren pullman “El Jarocho” y viajábamos toda la noche en los coches dormitorio. Allá nos esperaba el mar, el calor, el café con leche en vaso y las marimbas. Quizá por eso en mi poesía está muy presente el paisaje marino, porque era ese otro mundo de sensualidad ajeno a mi vida cotidiana, con otro ritmo y en el que podía tener otra relación con mi cuerpo y mis emociones.

Mi padre era profesor universitario y mi madre estudiara Letras. Crecí en un ambiente intelectual en el que la lectura era algo natural; alguien dijo que, así como la rubéola es una enfermedad de la infancia, la escritura es una enfermedad de la adolescencia y estoy de acuerdo. Cuando empiezas a descubrir el mundo, el amor, la política, la ciudad, la cultura, no sabes cómo acomodarlo en tu mundo interno, de tan grande, tan enigmático, maravilloso, y entonces sientes la necesidad de tomar notas que luego se convierten en poemas, en cuentos, en reflexiones. Me tocó la época de las peñas, los cantautores como la Nueva Trova Cubana, las ideas sociales que cautivaban a la juventud en los años setenta. Serrat musicalizaba los poemas de Machado y Miguel Hernández, en mi casa había libros de Alberti, García Lorca, Unamuno, León Felipe, conocí a los autores del Boom latinoamericano: Cortázar, García Márquez, Borges, Benedetti, Neruda. La literatura formaba parte de mi mundo y; con 17 años ingresé a mi primer taller de poesía.

Mi poesía parte de una mirada distinta a las cosas que ya están ahí, es el deseo de buscarle mangas al chaleco. Cualquier asunto puede ser tema de inspiración, desde un concepto abstracto como la línea, hasta algo tan concreto como un cenicero. Cuando le dedicas tiempo y atención a algo, ese algo empieza a dictarte cosas inusuales, aunque suene un poco delirante. En México hay una efervescencia de poetas jóvenes. Da gusto saber que la poesía está viva. Como en todas las artes, me parece que hay que esperar y dentro de un tiempo sabremos cuáles y cuántos de esos jóvenes supieron decantar su obra hasta convertirla en una voz poética. La poesía, es por lo tanto, la forma que el ser humano tiene para nombrar la experiencia subjetiva de estar en el mundo.

Obra poética de Carmen Villoro

Barcos de papel (Ed. Punto de Partida, México DF, 1986)
Que no se vaya el viento (El ala del tigre, UNAM, México DF, 1990)
Delfín desde el principio (UAM, México DF, 1993)
Herida luz (Ed. Hernández y Ramírez, Guadalajara, México, 1995)
El habitante (Ed. Cal y Arena, México DF, 1997)
Jugo de naranja (Ed. Trilce, México DF, 2000)
En un lugar geométrico (Ed. Sin Nombre, México DF, 2001)
Marcador final (Universidad Michoacana de San Nicolás, Morelia, 2002)
Obra negra (Ed. El Cálamo, Guadalajara, México, 2002)

Espiga antes del viento (Secretaría de Cultura, Guadalajara, México, 2011)

DIEZ poemas de Carmen Villoro

Amatorio

Desnuda
me miro en el espejo perturbable.
No tengo rostro
mi signo del zodiaco es el desorden.

Sola estoy
cuando podría ser otra vez el lento
obstinado presagio de tus dedos.

Este es sólo el exordio del placer.
Después vendrá la imagen de tu boca
atravesando un claro en la arboleda.
Vendrá la llama tibia como el gato.

Oscura la garganta se tragará tu nombre
oscuro de saliva.
Vendrán la lengua y tus rodillas.
Escucha cómo suena el otoño en las ingles:

gástame el vientre
exacerba mi boca
altera mi
silueta
rasga esta tarde hasta la pura muerte
degrada este silencio
denso como una zorra
devasta quiebra
asola mi virtual desatino.

Sólo imaginación.
Sólo un espejo. La humedad que te grita desde el bosque.

Ángeles

Sus pies apenas tocan los andamios,
sus brazos se apoyan en latas de pintura
vacías y ligeras,
su fuerza se desplaza
sobre delgadas tablas que cruzan el abismo.
No saben que son dioses,
que edifican destinos
y que la mezcla en sus manos
fecunda los espacios
y hace crecer las sombras.
Son ángeles de piedra,
tallas de polvo,
gárgolas cuya sangre
pone en movimiento las fachadas
y vuelve los deseos góticos posibles.
Sus objetos sagrados descansan en el suelo:
un radio, unos zapatos, un refresco.
Por la tarde descienden,
guardan sus alas rotas
y el edificio en construcción
mira crecer su soledad
desangelado y gris.

Bajo amorosa sombra

Cúrame con tus manos,
toca de mí el olvido
que se fue acomodando entre los pliegues.
No venga la tormenta a amordazar mis sueños,
sólo esta lluvia suave, vespertina
despierte en mí los pétalos dormidos.
Desnúdame en silencio,
hoja por hoja
hasta dejar al descubierto el punto
del estremecimiento.
No debe haber estrépitos
que vulneren la calma de mi piel
tendida para ti como un estanque
en donde sólo el toque de tus labios
perturba la quietud.
No quiero los platillos
festejando con notas deslumbrantes
la pasión de los cuerpos,
ni los timbales ebrios
apurando la noche;
sólo la melodía de una flauta
tenue pero sinuosa
que adormezca con ritmo acompasado
estos miedos que vas quitando al paso.
Disuelve con tus dedos
el dolor y sus máculas guardadas
en rincones ocultos;
que se adelgace el tiempo
con tu humedad benigna
hasta llegar al límite de lo que no ha sufrido
magulladura alguna.
Devuélvele la paz a mis palabras
deseosas de ser playas
donde arriben tus barcas sigilosas.
Este amor en penumbra
aluza más que el sol
la gruta en que se había escondido
una parte de mí,
tal vez la más secreta.
Acerca con prudencia
toda tu voz, tus años, tu tibieza
y cuídame despacio
como una flor quebrada
que revive por fin
bajo amorosa sombra.

Campo amado

Tu tierra fértil y segura
Tu savia reposada en años
Tu vertiente de río turbulento
Tus árboles internos como arterias
Tu abono de paciencia
Tus íntimos establos
Tu invernadero inquieto
Tu pastizal de sombras
Tus granjas enemigas
Tu musgo germinal
Tu ardiente mediodía
Tus vestigios de miel
Tus sueños ácidos
Tus retoños silvestres
Tus veredas cerradas
Tus cerros suaves
Tu brisa matinal
Tus frutos secos
Tus vigilias lodosas
Tu tejado encendido
Tus torrentes secretos
Tu arroyuelo de luz
Tus astros calcinados
Tu follaje de niebla
Tus piedras entumidas
Tus pasturas nutrientes
Tu leña atormentada
Tus baldosas silentes
Tu agua quieta
Tu porvenir de frutos
Tus hiedras adheridas
Tus estallidos púrpura y violeta
Tu lenguaje de hogueras
Tus caricias curtidas
Tu sal, tu voz, tu almizcle
Echa raíces en mi ciudad pequeña
En mi casa sin puertas
En mi jardín oculto
En mi palabra estrecha.

Destierro

La patria no es otra cosa
que la infancia perdida:
una calle en el barrio de Mixcoac,
el patio de una escuela,
la canción aprendida
en el autobús de una excursión.
Un asunto de nostalgia
que crece con la distancia.
Reminiscencias que se desgranan
al interior del cuerpo
para evocar en la memoria
el sabor de una sopa,
el color de un juguete
al fondo del jardín,
las páginas de un libro en la primaria.
Desarraigados para siempre de la infancia
creamos la ilusión de pertenencia
a una casa mayor que nos contenga;
deseo de unidad
que nos vuelve grupo, tribu, masa
cuando reconocemos en el otro
un gesto familiar, un acento conocido.
La soledad nos vuelve compatriotas
en las tribunas del estadio de futbol
y hasta en la guerra;
nos alimenta un fanatismo idiota.
El destierro nos viste de colores precisos
de himnos y banderas
que cubren el dolor
de no poder regresar jamás
a la primera casa.

Escoba

Eres un gallo surrealista, escoba.
Con la cresta hacia abajo
pintas la madrugada,
borras la luna en el papel del cielo.

Es tu rezo de espigas un anuncio.
Si mueves tu cintura de provincia
amanecen los pájaros.

Rascas la calva gris del pavimento,
las calles sueltan otra vez las trenzas,
algunos coches comienzan a ser ríos.

Barres con eses largas
las sombras que cayeron de los árboles.
Cuelgan de las persianas racimos de agua.

Tiende la luz
entusiasmos recientes en las cuerdas del aire.
Tu voz de lija blanca despeja otras ciudades.

Yo despierto.

La chancla de hule

La cubrirá la arena;
una oleada de mar la arrojará al abismo.
Mas, que puedo yo hacer por esta chancla,
no tiene par, no es mía,
nada tiene que hacer en esta playa,
tampoco en otra parte encontrará su sitio.
Pero algo me detiene junto a ella.
Si hay hombres que se sienten seguros junto al mar,
si en la selva o en el monte recuperan
la biología perdida
o el correr milenario de su sangre
se escucha nuevamente junto a un río,
hay otros que se sienten confortados,
nos sentimos,
por una llanta vieja o un paraguas.
Seres cuyo paisaje
de alcantarillas y de elevadores
nos da el sosiego que a otros
el halo de la luna les otorga.
Siento junto a esta chancla
lo que sentí otras veces
cuando al dejar la oscuridad del campo,
su silencio,
el valle abierto,
la carretera larga como el tiempo,
la ciudad con sus luces
se presentó a su amparo.
Nada menos humano
que un hule que no sirve
pero en ella se encuentra quizá todo:
la huella de unos pies,
la intimidad de un baño,
el olor de una toalla,
el miedo que a la muerte le tenemos.
"El hombre y sus objetos", he de pensar un rato;
a mis manos regresarán la pala y la cubeta
con las que hace treinta años cavé un foso
que el mar llenó de pronto,
la camiseta roja, la diadema,
el sombrero de paja en la silla de lona
donde quedó marcado para esfumarse pronto
la silueta húmeda de un cuerpo.

Y todo por la chancla
que alguien olvidó
sobre la arena.

Lejos de casa

Miran hacia delante como las vías del tren.
Del pasado les queda
alguna pertenencia:
una fotografía,
un recuerdo fugaz,
algún aroma que se desvanece
con el amanecer.

Su presente tiene la dimensión
de sus zapatos:
única patria temporal,
único hogar seguro.

Desafiantes abordan la distancia
como quien decide
dominar a una bestia
sentándose en su lomo.
Una victoria íntima
alimenta sus sueños:
cruzar el vacío
como quien cruza una frontera.

Cuando escucho el lamento del tren
pienso que ahí van ellos,
los ángeles de hierro,
los guerreros del tiempo
dispuestos a atravesar los llanos
heridos por la noche
y ese silbido grave
me abre un país inhóspito
el pecho.

Ulises cotidiano

Traes en tu cuerpo la leyenda
de un navegante cansado.
Es tan grato, en silencio,
descalzarte de barcos,
recoger de tus ojos
las sirenas perdidas,
las redes enlamadas,
los sonidos ocultos de las olas.
Te espero cada noche
cuando levantas anclas en mi espacio
y una lluvia de estrellas
te hace perder el rumbo
y un enjambre de peces y caricias
nos recobra el naufragio tan deseado.
Cómo darte las gracias
por la luz palpitante de aquel faro,
por el sonido suave de los remos
en esta noche grande.
Es más amplio mi pecho.
Hoy le caben los puertos,
hoy que encallas
tibiamente
junto a mí.

Zona de fumar

El cigarro es la soledad que uno elige.
César Luis Menotti

Miro a esas mujeres que fuman sus cigarros
como si hicieran el amor.
Una de ellas desprende la cintilla de celofán
con la gravedad de quien desabrocha un cinturón
o desanuda una corbata.
Otra acaricia con tres dedos la lisura blanca
anticipando un fuego conocido,
queriendo retrasarlo.
Hay la que lo detiene con los labios
disfrutando su peso,
su seca desnudez
y después lo humedece para volverlo propio.
La primera lo absorbe hasta el abismo,
se hace un poco de daño
para sentir que existe.
La segunda lo mira iluminarse
y consume en secreto sus recuerdos.
La tercera sacude la ceniza,
mira el humo
como quien se despide en una calle solitaria.
Una lo apaga con pequeños golpes,
sabe de espasmos.
Otra lo tira al piso, lo tritura
y esa violencia la desquicia suavemente.
La tercera lo deja consumirse
porque no le gusta apresurar ningún desprendimiento.
Parece que platican,
desayunan en este restorán,
piden la cuenta, así, como si nada.
Pero sus cuerpos habitan otra realidad,
sus almas vibran,
su soledad salvaje las denuncia.

FIN de los poemas de Carmen Villoro

Xoán A. Leiceaga Baltar, Setiembre de 2014