Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

REFLEXIÓN

Esta sección nació como complemento a OBRA, más abierto y flexible, con el foco en «lo poético»: el sentido, la calidad y, sobre todo la aproximación a poetas (muestras de poetas —famosos o no, o apenas—, poemas, entrevistas y ensayos, etc.). Como la «poesía» es hija de «alquimia y arte», por ello tienen acogida en REFLEXIÓN.

[Ver más en VIDA y SAL / SALudo]

Poetas iberoamericanos

Viaje por Bolivia-2

1 - Poeta - Jaime Nisttahuz Parrilla (La Paz, Bolivia, 1942)

En una sala de alfombra

En una sala de alfombra
Ud. me entiende señora
puede voltearla un perro en la calle
y no he de llorar ni reír
es posible que Ud. pinche pero no corta
muchas gracias señora
no se moleste
estoy bien sin calzoncillos.
¿Me sentaría la corbata?
Con sinceridad
el fuego del entendimiento le hace falta.
Comprendo. Ud. cuida las apariencias
esencialmente es capaz de mentir.
¿Su marido es persona responsable?...
Excelente. ¿No habrá que condecorarlo?
Si no me equivoco
a Ud. le gustan las películas de amor
la telenovela
andar muy tiesita
y quisiera un auto.
No, no es mala ama de casa.
Las cosas en su sitio y limpias.
¿Se ha preguntado limpiamente
por los que sufren hambre y sed de justicia?
¿No ha sentido asco de Ud.?
Gracias.
Tal vez cree excitarse bebiendo. Gracias.
Sólo se remojan y ablandan la soledad y los prejuicios.
Quién no quisiera vestirse con flores
volar con el viento
y buscar como ave el verano.
Aunque trajinando en pos de la verdad
he comenzado a querer también
con esperanza al invierno.
Cualquier tarde vuelvo a pasar.

Fe de Erratas

Donde dice abogado
renglón 20 de la pág. 1040
debe decir ha robado;
fácil mujer pág. 1050
debe leerse grácil mujer;
militarismo pág. 1055
debe cambiarse por ocultismo;
en lugar de un brasero encendido
en el Barco Nacional pág. 1100
debe estar un trasero tendido en el Banco Nacional;
Hispanoamérica como un niño
en las últimas páginas
deberá leerse Latinoamérica como un puño.

Marginalia

He pasado como un hombre sin rostro
junto a incipientes mercaderes
afanosos de pensamientos y sonrisas calculados
con la mayor exactitud
y
gota
a
gota
el asco
se-me-fundía-en-las-vísceras
mientras mis ojos preguntaban
entre semblantes vacíos y luces desenfrenadas
por otros ojos
para repetirme un poco
y encenderme
desde
el
fondo
como ayer.

2 - Poeta - Jaime Saenz (La Paz, Bolivia, 1921-1986)

Como una luz

Llegada la hora en que el astro se apague,
quedarán mis ojos en los aires que contigo fulguraban
Silenciosamente y como una luz
reposa en mi camino
la transparencia del olvido.

Tu aliento me devuelve a la espera y a la tristeza de la tierra,
no te apartes del caer de la tarde
no me dejes descubrir sino detrás de ti
lo que tengo todavía que morir.

Contra Jaime Gil de Biedma

De qué sirve, quisiera saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación, y ya es decir,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
seguro de gustar, es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

¡Si no fueses tú tan puta!
Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

Eres visible

Permaneces todo el tiempo en el olor de las montañas
cuando el sol se retira,
y me parece escuchar tu respiración en la frescura de la sombra
como un adiós pensativo.

De tu partida, que es como una lumbre, se condolerán
estas claras imágenes
por el viento de la tarde mecidas aquí y a lo lejos;
yo te acompaño con el rumor de las hojas, miro por ti
las cosas que amabas
–el alba no borrará tu paso, eres visible.

3 - Poeta - Blanca Wiethüchter (La Paz, Bolivia, 1947-2004)

El desasosiego

Sería después de conocer el mar
que la niña que fui
cogió una piedra del agua.

Esa piedra
desconocida y verbal
me posee
como un sol cautivo
con un fulgor
de país largamente buscado.

Esa piedra
como un carbón por lo negro
como un carbón por lo quemante
como un carbón por la ceniza.

Esa piedra.
tosca
ardua en la memoria
se hizo fuego al tacto
y fue sin saberlo
un resplandor lejano
del cristal de la muerte
el don de la vida
el árbol del camino.

¿Y existe acaso el fuego para mí?
– pregunté entonces.

Miré alrededor.
Un silencio mudo
buscándome
observando con ojos de viva luz.

Y me dio miedo
porque soy mujer, creo.

Porque no sabía quién era yo
ni quién sería
ni sabía decir, ni tampoco reír
ni cansarme
sólo percibir
el rigor de la llama
anunciando el desierto.

Esperé una señal
un signo, un sueño, un cometa
para echar a andar, me dije
sin quitar el ojo
a la locura del fuego:
esa piedra
entre mis manos.

Y era alumbrar
con un relámpago
un abismo
y era bajar
y forjar
y subir
tan sólo para poder morir
junto al fulgor de esa luz
en cautiverio.

El reposo

Entro en mi casa
y me alojo en su centro
esperando la temperatura
que enmudece los ruidos inútiles.

En un andar del silencio
comienza el mundo
en un olor a fuego
en una hoja
en un cambio de sábanas
en una gana de hacer cosas
no siempre precisas.

Ya no soy la misma
y mis pasos en la voz
resuenan más oscuros.

Otro es el sol que arde
en los crepúsculos que contemplo
viajera inmóvil
pienso
sólo quiero cuidar de lo vivo
y tener luz
para él
y mis niñas.

De "Territorial" (fragmento)

Sólo tengo este cuerpo. Estos ojos y esta voz.
Esta larga travesía de sueño cansada de morir.
Conservo el temor al atardecer.
No se comunica con nadie.

Por mi modo de andar
algo descubierto un poco esperando
cambio frecuentemente de parecer
conmigo no puedo vivir segura.

Habito un jardín de palabras
que han dejado de nombrarme
para nombrarla. No me atrevo
pero es necesario decirlo. Es un secreto.
En realidad somos dos.

Ahora debo inventar a la otra.

Nº - Poeta - Adela Zamudio (La Paz, Bolivia, 1854-1928)

Nacer hombre

Cuánto trabajo ella pasa
Por corregir la torpeza
De su esposo, y en la casa,
(Permitidme que me asombre).
Tan inepto como fatuo,
Sigue él siendo la cabeza,
¡Porque es hombre!

Si algunos versos escribe,
De alguno esos versos son,
Que ella sólo los suscribe.
(Permitidme que me asombre).
Si ese alguno no es poeta,
Por qué tal suposición
¡Porque es hombre!

Una mujer superior
En elecciones no vota,
Y vota el pillo peor.
(Permitidme que me asombre).
Con tal que aprenda a firmar
Puede votar un idiota,
¡Porque es hombre!

El se abate y bebe o juega.
En un revés de la suerte:
Ella sufre, lucha y ruega.
(Permitidme que me asombre).
Que a ella se llame el "ser débil"
Y a él se le llame el "ser fuerte".
¡Porque es hombre!

Ella debe perdonar
Siéndole su esposo infiel;
Pero él se puede vengar.
(Permitidme que me asombre).
En un caso semejante
Hasta puede matar él,

¡Oh, mortal privilegiado,
Que de perfecto y cabal
Gozas seguro renombre!
En todo caso, para esto,
Te ha bastado
Nacer hombre.

Poetas del mes

1 - Poeta Eduardo Mitre

Eduardo Mitre.jpg

(Oruro, Bolivia, 1943)

Vida y Poemas

Notas de vida y obra

Eduardo Mitre estudió Derecho en la Universidad Mayor de Cochabamba y luego realizó estudios de literatura en Francia y en Estados Unidos, donde se doctoró por la Universidad de Pittsburgh con una tesis sobre Vicente Huidobro. Tiene publicados al menos una docena de libros de poesía, desde Morada (1975) a Al paso del instante (2009), los cuatro últimos publicados en España.

Bastantes de sus poemas han sido incluidos en antologías hispanoamericanas y otros traducidos al inglés, francés, italiano, alemán y portugués. En su obra crítica figuran al menos cinco libros, desde Huidobro: hambre de espacio y sed de cielo hasta Pasos y voces - 9 poetas contemporáneos de Bolivia; también ha elaborado y traducido del francés una antología de poetas belgas. Ha sido profesor en La Universidad Católica de Cochabamba y en variasuniversidades de EEUU —Columbia (Nueva York) y Dartmouth (New Hampshire) y lo es en Saint John’s (Nueva York)—. Desde l999 es Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua.

DIEZ poemas

Añoranza

Si el recuerdo fuera una ciudad
y no una estatua
y la ausencia una carta
y no una espalda
y esta noche aquella mañana
y Amsterdam Cochabamba
y este cuarto aquella calle
y esta sombra aquellos árboles
y este nombre aquella cara
y esta lámpara aquella mirada
y aquella boca esta página
y aquel silencio estas palabras.

Epifanía

Follaje de caricias y besos,
frutos los cuerpos
maduran dentro:

Se abren, se parten
en dos mitades
se comparten enteros:

Como una granada
estallan juntos justo a tiempo:
volcán de espumas
mar de brasas:

Un instante inmemorable
vislumbran ciegos
el rostro que dibuja
y borra el deseo.

Larsen

En Montevideo (ese recodo del tiempo)
la súbita revelación de tu rostro,
tu alta frente,
tu pelo hebreo,
el verde profundo de tus ojos,
la garúa de tus pasos
por el estuario,
la extraña sensación
de habernos conocido hace tiempo,
el húmedo silencio
de tu boca en un cuarto,
la sabiduría inocente
de tu lengua en el beso,
el pausado
creciente
oleaje del deseo
y la sal de tu nombre
a ciegas esparcida
en el mar tempestuoso de tu cuerpo.

Luego, como al despertar de un sueño,
la navaja de la partida
hundida hasta el hueso,
y la sal del recuerdo
derramándose en la herida.

Las amorosas

Con nosotros se acuestan,
con nosotros se levantan.

Todo el día nos sirven,
de noche nos acompañan.

Si hablamos, dicen;
si no, se callan.

No hay amantes más fieles
ni más maltratadas.

con nosotros se levantan
las amorosas palabras.

Sólo el silencio las ama.

La silla

No echa raíces como el armario
la silla que sólo se posa como los pájaros.
La silla era un ave de ala portátil
y vuelo escaso (sobre los hombros en fiesta
pasaba la silla como una cigüeña).
Con viento y papeles es ya palomar.
En los velorios nadie alivia más que la silla.
Encapuchada con una camisa
amanece la silla.
Tarántula erguida en la penumbra la silla.
La silla espirita junto a la mesa.
Como el poema, la silla es un atado de líneas.
La silla sostiene al que escribe estas líneas.

Manhattan Transfer

Entre el silencio y el ruido
abro un túnel de palabras
directo a Cochabamba.
Con el paraguas de Manhattan
atravieso la lluviosa distancia,
la minera oscuridad.

De improviso
brota un repique de campanas:
es la iglesia del Hospicio.
Amanece en la Plaza Colón:
contemplo las nubes bajas,
los jacarandás florecidos,
la pareja de sauces en el estanque.

Enfilo por la íntima calle,
reconozco la casa,
franqueo el frío zaguán
y subo por la gradas soleadas.

Resuenan voces en la cocina:
me acerco, atisbo por la ventana:
son ellas, las dos siempre juntas
que hornean el pan y conversan
y de pronto se preguntan
qué estaré haciendo
yo a esta hora en Manhattan.

Pena

Con la misma mano
que te hirió,
ciega de ira
como una pedrada;

con la mano cortada
por tu mejilla,
ahora mancho esta página,
sangro estas líneas.

Viéndote dormir

Las piernas recogidas,
las manos casi juntas,
una mejilla encendida,
la otra tibiamente oculta.

Toda entera, envuelta
en la cuna del sueño,
en posición contrita
respiras, regresas

al tiempo sin tiempo
anterior a tu nombre,
a la herida del nacimiento,
a la caída en ti misma.

Flor apacible, vuelta
semilla, a oscuras,
ajena a esta vida, buscas
otra menos cruenta.

Vitrales del pasado

Nunca se quedó atrás nuestro pasado:
tenaz, entre intervalos de aparente olvido,
nos fue siguiendo los pasos, furtivo
como un ladrón detrás de los árboles.

Pasajero invisible en los viajes,
se embarcó con nosotros
en los trenes y aviones
que por deseo o fuga abordamos.

En los cuartos de los hoteles,
tras el azogue de los espejos
registró celestinamente
los cuerpos prohibidos que amamos.

A menudo, es cierto, perdió el sentido
(no las huellas) de nuestro tránsito,
pero siguió, indigente, recolectando
fragmentos de cuanto vivimos.

Sólo bastó que llovieran los años
y nos volviéramos lentos
para sentirlo sobre la espalda, con su talego
de calamidades y milagros.

Zona de embarque

Se angosta el paisaje
al filo de los pasos.
Huele a paraje
el amplio espacio.

Se pisa una calzada
de luces y sombras
donde duda la mirada
y tropieza la memoria.

Es la zona de embarque
en el aeropuerto del tiempo.
Cada cuerpo es el pasajero,
la nave y el equipaje.

Y aguardábamos las señales,
inquietos, sin saber
si llamarán para emprender
o cancelar el viaje.

FIN de los poemas de Eduardo Mitre

2 - Poeta Pedro Shimose

Pedro Shimose.jpg

(Riberalta, Bolivia, 1940)

Vida y Poemas

Notas de vida y obra

Pedro Shimose, poeta, profesor y ensayista boliviano. Nacido en 1940 de ascendencia japonesa, Shimose es notorio por sus textos poéticos pero de inspiración también política, y que como tal abordan temas de identidad nacional y liberación social. Por algún tiempo se dedicó al periodismo y fue docente en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz. En 1972, obtuvo el premio de poesía Casa de las Américas, un año después de irse a vivir a Madrid.

Su más bien extensa obra esencial, consta al menos de los siguientes libros: Triludio en el exilio (1961), Sardonia (1967), Poemas para un pueblo (1968), Quiero escribir, pero me sale espuma (1972), Caducidad del fuego (1975), Al pie de la letra (1976), El Coco se llama Drilo (1976), Reflexiones maquiavélicas (1980), Bolero de caballería (1985), Poemas (1988) e Historia de la literatura hispanoamericana (1989).

DIEZ poemas

Epigrama

Después de impresionar a las muchachas con nuestro ingenio;
después de quemar lirios, enterrar nubes e incendiar templos;
después de degollar vacas sagradas y asesinar dioses;
después de escribir sin mayúsculas y sin signos de puntuación;

después de dinamitar museos y bailar en los cementerios;
después de perseguir la gloria y soñar que nos acostamos con ella;
después de pelear con dragones, imperios y quimeras;
de gemir porque publiquen nuestro nombre en los periódicos
y de reunirnos por la madrugada para derribar pirámides,
¿qué nos queda?

un sillón en la academia
y una chequera.

Fax nada urgente

Después de tres cafés
me sobran las alquimias.
Curado del estrés,
supero lipotimias.

Mis dolencias, ya ves,
son afecciones nimias.
Males de la vejez:
insomnios y bulimias.

El sístole aburrido
y el diástole cansado
repiten el maullido

De un gato enamorado.
(Largo y hondo quejido
de un macho engatusado).

Introducción a la cosa

Este poema
forma parte de un libro
del cual se tirarán
500 ejemplares.

De esos 500 ejemplares
se regalarán 50,

de los cuales
se leerán 5,

de los cuales
sólo 1
será comprendido

Vale la pena.

La vida me está matando

Ya no me persigue el terror político
con su rayo láser,
ni los prójimos me aman
con su palo y su picana eléctrica.

Ya no me ofende la Declaración Universal
de los Derechos Humanos,
ni la bomba me quita el sueño,
ni siquiera los disparos
de una guerrita en Africa o Europa,
¡qué más da!

Caen los muros,
crecen los lamentos.
Y el odio vuelve
con sus ángeles violentos.

El Sur sigue donde estaba.
No nos portamos mal
(es evidente)
y todos tan contentos,
constitucionalmente.

Esta vida me sobra
con su nicotina,
con su infarto y su cáncer,
con su miedo al sida y las jeringas.
Sólo el amor
y la poesía
pueden ser míos
cuando a nadie parece ya importarle
el amor
y
la poesía.

Poema de amor

La mujer de mi vida se acuesta con un tipo
que la hace sufrir cada vez que llega con un ramo
de rosas al amanecer;
que le ha robado sus horas más preciosas y no puede
devolvérselas.

La mujer de mi vida comparte su belleza con un ciego
que, a menudo, tropieza en la misma piedra de
escándalo;
que la trae por la calle de la amargura
y la lleva a la punta de un cuerno de la luna.
Sordo ausente, no le presta atención cuando ella le
habla de las horas muertas.
Todo le entra por un oído y le sale por otro en la
consulta del otorrinolaringólogo.

Harta de tanta sombra en una habitación cansada,
la mujer de mi vida sigue ocupándose de la declaración
de la Renta y de las pólizas de seguro de vejez;
sigue haciendo cuentas para que las bombillas no se fundan
este fin de semana.

Ella sigue hermosa y puede que ese patán la siga viendo
hermosa
y le diga que la quiere (a lo mejor, es cierto)
y puede que la siga seduciendo como cuando sus
miradas se cruzaron hace mil años.

La mujer de mi vida.

Preludio afónico

Poeticomienzo en vino avinagrado:
¿cómo escribir del tizne sin carbones;
de la tos, sin gargajo; y sin borrones,
cómo escribir de mí si estoy fregado?

Garrapateo espumas, cabreado,
con humo y humedad en los pulmones;
doliéndome en la sombra y los rincones
mi soledad en verso encebollado.

Desgarrado y vencido por las furias;
en el exilio, triste, voy sufriendo
el hambre de mi pueblo en mis penurias.

En lágrimas y pus voy escribiendo.
A medias muero en jácaras espurias.
A medias vivo, voy sobreviviendo.

La doliente quimera

Vuelvo el rostro y veo
la dimensión del odio.
No he venido a decirte
que todo es tarde en mí.
He vuelto a tu crueldad,
a sucumbir junto a la
piedra.

Veo mis ruinas en tus ojos
hermosos todavía.
Veo tus manos
todavía perfectas
y emerjo
de las brumas violentas
del pasado
cada vez más
solo.

Vuelvo a contemplarme y todo es triste.
Todo:
mi soledad:
mi fuerza:
la montaña.

Te miro
en la mentira de mis sueños
y te arrojo a mis
abismos.

Si me llego a encontrar con aquel
que huye de mí
volveré a tu ternura
y empezaré a decir
lo que nunca
hubiera dicho.

Las hienas, siempre las hienas

Buscan tu papagayo, una chequera, algún discurso.
Exhuman tu uniforme, lo descuelgan del ropero,
fotografían tus huesos y analizan tus cenizas;
buscan un helicóptero con alambres chamuscados,
con jabalíes escondidos en tus botas, con buitres
y petunias florecidas en tus charreteras.
Registran tus mariposas, examinan tus radiografías,
hurgan tu basilisco, tu calavera y tus medallas;
revuelven tu gorra, tus calcetines, en busca de un poema,
buscan una llamarada y un paracaídas con nubes y aguaceros.

Pasan lista en los cuarteles, revisan los retretes,
registran parques zoológicos en busca de una espada,
mueven cántaros de chicha, remueven genealogías,
Dios los cría y tú los juntas, los reúnes y complotan
en congresos celestiales y conspiran,
marchan a la catedral, imprimen manifiestos contra el sueño.

No ha sido suficiente.
Las cacatúas alaban tus virtudes en violas paranoicas.

Manifestación

Con la rabia en el ají,
salgo con mi cóndor bajo el brazo,
cruzo la calle con una piedra en la mano,
camino con un policía vigilándome el hambre,
busco el oído y el ojo de la noche,
pego carteles, corro por las plazas,
grito con una brasa en la lengua,
pinto las paredes: "viva el Che"
me dan agua en manguera,
soy el fuego;
me dan relámpago en humo,
soy la tierra;
me abren una herida donde sea,
soy el pueblo;
me persiguen, me encarcelan, me torturan.
Canto mi libertad, muevo adoquines,
rompo maderas y cristales, canto,
voy a la huelga con mi miedo natural y un sorbo
de café caliente;
vuelo por la ciudad, rasgo el aire,
trizo las vitrinas,
golpeo las páginas de los periódicos,
derribo puertas, venzo máscaras y cachiporras,
traspaso los umbrales de la historia,
¡soy!

LLuvia

La mujer que está conmigo sabe que no me aburre
tu rumor persistente como un tambor secreto;

sabe que me gustas porque estás en las horas
más felices del bosque.

Tu humedad es más mía cuando lamo sus senos
y mis manos se alegran de acariciar sus nalgas.

Su desnudez florece en cuanto me recibe
y el peso de mi cuerpo cae sobre su pubis.

Mojado en ti soy barro y besos y gemidos.
De pronto, iluminado por íntimos relámpagos,
tu amistad me recuerda
que soy apenas tiempo
y me voy acabando.

FIN de los poemas de Pedro Shimose

Fuentes utilizadas

Páginas varias de internet, entre ellas::
«www.bolivianet.com/poetas/nisttahuz.html»
«www.poemas-del-alma.com/jaime-saenz-como-una-luz.htm»
«www.boliviaweb.com/poetry/wiethuchter.htm»
«www.bolivian.com/literatura/zamudio.html»

«www.foroliterario.org/esp/mitre_pe.html»
«www.boliviaweb.com/poetry/shimose.htm»

Xoán A. Leiceaga Baltar, Abril de 2015

BIBLIOTECA de REFLEXIONES —> Apunte

Inicio: Desde febrero 2010 Reflexión ofrece reflexiones sobre entrevistas a poetas (G. Rojas, por ejemplo) y otros artistas; después, desde octubre 2011 se extiende hacia el poema-libro Descripción de la mentira del maestro A. Gamoneda. Surge pronto la decisión de conservar el carácter mensual y así nace la creciente biblioteca de consulta, que supera ya el mes de meses y se almacena en Biblioteca de reflexiones, al final de Reflexión.

Segunda parte: En julio 2012 se abre un camino de especial dedicación a la mujer poeta, porque sí y por ir en contra de olvidos improcedentes; además, me sirve de gracias a mis lectoras, que asombrosamente existen. Y ahí comienza el ABeCé de Mujeres Poetas, que la Z completa este diciembre de 2014 y que va de la rusa Anna Ajmátova a la alemana Unica Zürn.

Tercera parte: 2015 se aborda con nueva savia, un recorrido por poetas en español, desde la A de Argentina a la V de Venezuela. Luego, para ascender a lo iberoamericano, preveo incorporar a poetas del portugués e, incluso, a los de las otras tres lenguas existentes en Iberia, una de ellas la mía.