Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

REFLEXIÓN

Esta sección nació como complemento a OBRA, más abierto y flexible, con el foco en «lo poético»: el sentido, la calidad y, sobre todo la aproximación a poetas (muestras de poetas —famosos o no, o apenas—, poemas, entrevistas y ensayos, etc.). Como la «poesía» es hija de «alquimia y arte», por ello tienen acogida en REFLEXIÓN.

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Poetas iberoamericanos

Viaje por Chile-2

1 - Poeta - Jorge Teillier (Lautaro, Chile, 1935-1996)

Bajo un viejo techo

Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo,
y el niño que hay en mí renace en mi sueño,
aspira de nuevo el olor de los muebles de roble,
y mira lleno de miedo hacia la ventana,
pues sabe que ninguna estrella resucita.

Esa noche oí caer las nueces desde el nogal,
escuché los consejos del reloj de péndulo,
supe que el viento vuelca una copa del cielo,
que las sombras se extienden
y la tierra las bebe sin amarlas,
pero el árbol de mi sueño sólo daba hojas verdes
que maduraban en la mañana con el canto del gallo.

Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo,
pero sé que no hay mañanas y no hay cantos de gallos,
abro los ojos, para no ver reseco el árbol de mis sueños,
y bajo él, la muerte que me tiende la mano.

Cuando todos se vayan

Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.

Como una araña que recorre
los mismos hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de malezas
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio.

De Crónica de forastero: XX

Quedé solo en medio de un bosque.
El bosque ya no me reconocía.
Hermanos y amigos partieron
hacia los cuatro brazos del horizonte.
En la lejanía encendían fogatas en círculos de piedra.

Me senté junto a una hoguera a punto de extinguirse
sin poder recordar
cuales eran las piedras de donde nacía el fuego,
esas piedras que me enseñaron a frotar
una mañana de caza.

El bosque se estremece soñando
con los grandes animales que lo recorrían.
El bosque cierra sus párpados
y me encierra.

Siempre vuelve un rostro

Siempre vuelve un rostro, siempre
en el chubasco que cae repentino, en las
islas de las nubes.

Silencioso se asoma un oscuro sol
en las ventanas. Tu hermana lo retiene
un momento entre los dedos
y luego las manos vacías recorren muros
blancos con sus sombras.

Siempre por el patio asomas
a buscar el rostro de alguien.
Un chasquido se oye: es un chubasco
o un fantasma de un niño que vivió aquí hace tiempo
y vuelve a escuchar como la madre lee a su hijo.

Un rayo de sol ha quedado encerrado
en el rellano de la escalera
el sueño hace señas con su linterna
el sueño nos despierta

y la voz de la hermana cruza entre las nubes
la hermana que no conocimos.

2 - Poeta - Malva Marina Vásquez (Santiago, Chile, 1959)

Cayó en el fuego del sol

Cuatrocientos conejos
en el disfraz de Judas
florida travesura urdieron

En nido de polluelo
esconden
plumaje de serpiente

Del pulque
a un madero
está ahora atado
la burla del sol

En su corazón flechado
el jaguar su sangre bebe
es el Chile verde
que ya comienza
a ponerse colorado...

Misterio gozoso

Venite adoremus
congénere venéreo
tú eres
la oveja predilecta
Por ti Cristo
se vuela la tapa
de los sesos
y el lacrimal no afloja
en la Mater Dolorosa
Por ti
el burdel en el velorio
DIABLO COJUELO
es Cáliz
que se presta
a GOZAR
el misterio

Perla negra

Enerva que dura
Cautiva la mirada
Clavada como un joyel enhiesto
Luciendo sombras
De rotas columnas
ANTIGUA-OCULTADORA
Que escribe con sus ojos
Con un tinte de un blancor
gris-ceniza
enerva que dura
su risa
de Esfinge-cejijunta
cuando se ríe sin sonidos
con el latido
de las desolladas
Guardianas del Valle de México
Más turba el embeleso
Del Perro-dolor
Con el sudor de su látigo óseo
Y con el ala negra de la ceja
Enarca y enerva
En su fangal
La NEGRA PERLA

Tras los espejos de otras manos

Siempre muriendo el muere
murientes inéditos versos
coronados de un verdor cercado
por el hálito de lo memorable

Pues cuanto más altiva el cielo toca
sella el polvo la boca
haciendo abismo de su propio vuelo

De un caracol sonoro, funesta sombra
del muero porque no muero
en la escucha de sacrílegas musas
bocas mestizas, bastante desleales

Burla burlando voy
en esta cumbre de las visiones
de humana mente, el gozo siento
frente a los simulacros del entendimiento
y tras los espejos de temerarias manos
caigo bajo el hechizo de un primero sueño

3 - Poeta - Rodrigo Verdudo Pizarro (Santiago, Chile, 1977)

Anochece

En memoria de Stella Díaz Varin

Nos tapamos el rostro con un escombro viudo
pero igual vemos el mar y el cielo: los mismos delirios enraizados
Tampoco sabemos que hacer durante el día
salvo tocar la flauta para que se abra la matriz blasfema
donde tu estarás desaprobando ciertas sombras, ciertas llamas
o bien perfumándote para que los salvajes
te conduzcan en medio de una tempestad de imanes.
Mira como en ninguna casa nos reciben, como nos cierran sus puertas
le temen a tu cabellera porque tiene el designio
de esos padres laberínticos que no tuvieron piedad de la luz
e hicieron un lecho sobre aberraciones de sal.
Vas engrandecida por cenizas lujosas, por armas de hielo
que te rodean en círculos hasta que ninguno de nosotros pueda entrar
salvo que tú lo quieras,
salvo que le hagas la señal a la copa y el cielo enrojezca
mientras aquí nos aferramos al polvo jactancioso
nos quedamos fuera de todo linaje, mientras la piel atrapa al día
y una amenaza de cáscara se cierne sobre el mundo.
Esos padres laberínticos te están vaciando los ojos
infringiendo lo conocido del agua
quedan escombros viudos al centro de la noche
donde tu estarás viendo a los pájaros alcanzar la angustia del fuego
mientras nosotros vemos que hombres y pájaros
se han quedado para siempre en ello.
Te tapas el rostro con una roca cubierta de pelos y te despides
la misma que te hace odiarnos, la misma que altera las restauraciones
le otorgas a las lámparas la locura de los cadáveres
pero se la quitas sin decir nada
y resta nada más ver como son las alas
ahora que ningún abismo le falta a la luz.
Los espejos traicionaron los límites
había una vez en que un funcionamiento de niebla iba por las calles
y en cada copa y boca.

Desde que desperté contigo

A Diana Camacho B.

Sí, esta noche la eternidad se arriesga en nuestra sangre
y antes que yo, el desciframiento cubre tu cuerpo.
¿Recuerdas que con solo clavarle el ardor de un pecho el bosque fue nuestro?
Desde que desperté contigo las aguas nos volvieron imborrables
y los días y las noches
se mantienen como caídas inconclusas.

Enero

Abres tus piernas
y es la calavera del sol que me espera.
Meto uno de mis huesos dentro del animal
para la reprogramación.

Continuidad

Nació de un retrato de niebla
olas inconfesables alumbraron esa voracidad.
Los fundamentos del día pasaron a la sangre
las ciudades se quedaron blancas
velaron las mitades de un mismo cuerpo en distintos ataúdes.

4 - Poeta - Alejandra Ziebrecht (Concepción, Chile, 1959)

Casas tristes

Casas tristes
navegan sombrías
en mi calle
Tras las cortinas
vislumbro
rostros cabizbajos>

La muerte bosteza
en los portales


Tenemos miedo
de ser peces a la deriva
mientras Ella extiende sus redes

Dueña del minúsculo pedazo de tierra

Dueña del minúsculo pedazo de tierra
adherido a mi zapato
me transformo
en un pecado venial
el esbozo de un suspiro
a media tarde
Me desplomo
en el cajón de la rutina
con los ojos abiertos
hostigando el ventanal
tras el nocturno acomodo
de los huesos
No bailarán los hemisferios
mientras acune este óvulo ancestral
que cercenó mis alas
dejándome un pañuelo decaído
un sol hecho trizas
en este atardecer
que escobillo con recuerdos
camisa raída
que ha sudado el mundo

Estas santas mujeres

Estas santas mujeres
pintan arcoiris con sus piernas
Son el feriado ilegal
la huelga sin pancartas
el testamento otoñal de los ebrios
la entrada al purgatorio

Ellas juzgan lo divino en lo humano
ascienden lo humano hasta su divinidad

Conocen de memoria a qué saben los cuerpos
perciben los olores
no por los ojos siempre cerrados
no por los sueños sino por la vigilia

Es que buscan y nunca encuentran
la bocanada breve del consuelo

Me corrompen estas calles

Me corrompen estas calles
el mar con su escándalo demente
Me persigue la sal
el olor de las cantinas
el mercado de mujeres
La noche es una barcada
el amor un ardite
Estos ebrios se beben el mundo
y qué importa el aguacero
amparado en canciones añejas
en boleros trasnochados
El olor a carne fresca promete recuerdos
una bita en donde atar la vida
El bar se ha vuelto una isla
sin puntos cardinales

Poetas del mes

1 - Poeta Pablo de Rohka

Pablo de Rohka.jpg

(Licantén, Chile, 1894)

Vida y Poemas

Notas de vida y obra

Pablo de Rokha, seudónimo de Carlos Díaz Loyola, es uno de los poetas chilenos importantes del siglo XX, cuya obra, apenas apreciada en su época y hoy revalorada. En parte pudo ser debido a la fama de poetas como Neruda y Huidobro, pero creo que sobre todo a sus ideas políticas y filosóficas e, incluso, a la propia estética de su escritura y a su temprana aproximación a los movimientos europeos. Las convicciones anarquistas fueron centrales en toda su vida y su obra de Pablo De Rokha: fue miembro del Movimiento Anarquista y, un breve tiempo del Partido Comunista; así, concebía asimismo su obra como un compromiso, una forma de lograr cambios sociales, y de revalorizar las tradiciones chilenas y latinoamericanas como base de su estilo propio; hasta el punto de no entregar sus textos a las editoriales, y encargarse él mismo de la edición y distribución de sus libros, pese a las consecuencias económicas y sociales que esto tenía.

Polémica tras polémica, de Rokha asimiló pronto la vanguardia: futurismo, dadaísmo, surrealismo y expresionismo y la huella está en textos como Los gemidos y Sudamérica. Además, desarticuló las formas genéricas tradicionales mezclando distintos tipos de discurso, como el verso con textos históricos y otros casi provocando lo panfletario. Su obra no separa pensamiento de escritura: para él la poesía era una forma de acción y cambio social. Entre sus libros más conocidos están La Escritura de Raimundo Contreras (1929), Epopeya de las Comidas y Bebidas de Chile y Canto del Macho Anciano (1965).

OCHO poemas

Autorretrato de adolescencia

Entre serpientes verdes y verbenas,
mi condición de león domesticado
tiene un rumor lacustre de colmenas
y un ladrido de océano quemado.

Ceñido de fantasmas y cadenas,
soy religión podrida y rey tronchado,
o un castillo feudal cuyas almenas
alzan tu nombre como un pan dorado.

Torres de sangre en campos de batalla,
olor a sol heroico y a metralla,
a espada de nación despavorida.

Se escuchan en mi ser lleno de muertos
y heridos, de cenizas y desiertos,
en donde un gran poeta se suicida.

El viajero de sí mismo

Voy pisando cadáveres de amantes y viejas tumbas llenas de pasado, cubierto con cabello horripilante del gran sepulcro universal tragado.

Acumulo mi yo exorbitante y mi ilusión de Dios ensangrentado, pues soy un espectáculo clamante y un macho-santo ya desorbitado.

Mi amor te muerde como un perro de oro, pero te exhibe en sus ancas de oro. Winett, como una flor de extranjería.

Porque sin ti no hubiera descubierto como una jarra de agua en el desierto la mina antigua de mi poesía.

Epitafio a la tumba de Juan el carpintero

Aquí Yace «Juan, el carpintero»; vivió setenta y tres años sobre la tierra, pobremente, vió grandes a sus nietos menores y amó, amó, amó su oficio con la honorabilidad del hombre decente, odió a la capitalista imbécil y al peón canalla, vil o utilitario; —juzgaba a los demás según el espíritu—.

Las sencillas gentes honestas del pueblo veíanle al atardecer explicado a sus hijos el valor funeral de las cosas del mundo; anochecido ya, cantaba ingenuamente junto a la tumba del rorro, —un olor a lavirutas de álamo o quillay, maqui, litre, boldo y peumos geniales perfumaba el ambiente rústico de la casa, su mujer sonreía; no claudicó jamás, y así fue su existencia, así fue su existencia.

Ejerció diariamente el grande sacerdocio del trabajo desde el alba, pues quiso ser humilde e infantil, modesto en ambiciones; los Domingos leía a Kant, Crevantes o Job; hablaba poco y prefería las sanas legumbres del campo; vivió setenta y tres años sobre la tierra, falleció en el patíbulo, POR REVOLUCIONARIO. R.I.P.

La forma épica del engaño

El mundo no lo entiendo, soy yo mismo
las montañas, el mar, la agricultura,
pues mi intuición procrea un magnetismo
entre el paisaje y la literatura.

Los anchos ríos hondos en mi abismo,
al arrastrar pedazos de locura,
van por adentro del metabolismo,
como el veneno por la mordedura.

Relincha un potro en mi vocabulario,
y antiguas norias dan un son agrario,
como un novillo, a la imagen tallada.

Un gran lagar nacional hierve adentro,
y cuando busco lo inmenso lo encuentro
en la voz popular de tu mirada.

Niña de las historias melancólicas

Niña de las historias melancólicas, niña,
niña de las novelas, niña de las tonadas
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el agua de otoño de la cara perdida
y en los serios cabellos goteados de dramas.
Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente
como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus huesos.
Llenas la tierra entera, como un viento rodante,
y tus cabellos huelen a tonada oceánica,
naranjo de los pueblos terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu corazón tiene la forma de una lágrima.
Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando
la cola inmensa y turbia de lo desconocido,
tu alma enorme rebasa tus huesos y tus cantos,
y es lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita de suspiros.
Te pareces a esas cántaras populares,
tan graciosas y tan modestas de costumbres;
tu aristocracia inmóvil huele a yuyos rurales,
muchacha del país, florecida de velámenes,
y la greda morena, triste de aves azules.
Derivas de mineros y de conquistadores,
ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña,
y tu abuelo, Domingo de Sánderson, fue un hombre;
yo los miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima de la espalda.
Eres la permanencia de las cosas profundas
y la amada geográfica, llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.
Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga,
cariñosa lo mismo que el pan del hombre pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en desorden.

Nocturno muy oscuro

La noche inmensa no resuena, estalla
como un bramido colosal, retumba
con un tremendo estruendo de batalla
que saliera de adentro de una tumba.

Fue un pedazo de espanto que restalla
o una convicción que se derrumba,
una doncella a quien violó un canalla
y una montura en una catacumba.

Calla con un lenguaje de volcanes,
como si un escuadrón de capitanes
galopara en caballos de basalto.

Porque el silencio es tan infinito
tan espantoso y grande como un grito
que cae degollado desde lo alto.

«Pablo de Rokha» por Pablo de Rokha

Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de cipreses metafísicos, ciudades, polillas, lamentos y ruidos enormes; la personalidad, colmada de eclipses, aúlla. (Mujer: sacúdeme las hojas marchitas, del pantalón).

Andando, platicando, andando con la tierra por los caminos varios, se me caen los gestos de los bolsillos, —atardeciendo olvidé la lengua en la plaza pública...—, no los recojo y ahí quedan, ahí, ahí, como pájaros muertos en la soledad de los mundos, corrompiéndose; el hombre corriente dice: «son colillas tristes», y pasa.

Como el pelo, me crecen, me duelen las ideas; dolorosa cabellera polvorosa, al contacto triste de lo exterior cruje, orgánica, vibra, tiembla y, cargada de sangre, parece un manojo de acciones irremediables. (Radiogramas y telegramas cruzan los hemisferios de mi fisiología, aullando sucesos, lugares, palabras).

Ayer me creía muerto; hoy, no afirmo nada, nada, absolutamente nada, y, con el plumero cosmopolita de la angustia, sacudo las telarañas a mi esqueleto sonriéndome en GRIS de las calaveras las paradojas, las apariencias y los pensamientos; cual una culebra de fuego la verdad, la verdad le muerde las costillas al lúgubre Pablo.

Aráñanme los cantos la congoja y el vientre, con las peludas garras siniestras de lo infinito; voy a abortar un mundo; (mis calzoncillos, mis calzoncillos se ríen a carcajadas!..).

Un ataúd azul, y unas canciones sin sentido, intermitentes, guían mis trancos mundiales.

Y la manta piojenta de la vida me envuelve grotescamente cual la claridad a los ciegos...(Ruido de multitudes, automóviles, muchedumbres, van conmigo; como pájaro solo y loco canta lo absoluto en los álamos negros de tu cabeza, Pablo de Rokha!..). (... ... ... Universo, Universo, ¡cómo nos vamos borrando, Universo, tú y yo, SIMULTÁNEAMENTE!.. ... ... —).

Tercetos dantescos a Casiano Basalto

Dedicado a Pablo Nerudar

Gallipavo senil y cogotero
de una poesía sucia, de macacos,
tienes la panza hinchada de dinero.

Defeca en el portal de los maracos,
tu egolatría de imbécil famoso
tal como en el chiquero los verracos.

Legas a ser hediondo de baboso,
y los tontos te llaman: ¡«gran pedota»!
en las alcobas de lo tenebroso.

Si fueras un andrajo de opereta,
y únicamente un pajarón flautista,
¡sólo un par de patadas en la jeta!...

Pero tu índole sadomasoquista,
un tiburón de las cloacas suma
a la carroña del oportunista.

Y si eres infantil como la espuma,
eres absurdo Cacaseno oscuro,
si el escribir con menstruación te abruma.

Granburgués, te arrodillas junto al muro
del panteón de la Academia Sueca,
a mendigar... ¡dual amoral impuro!

Y emerge el delincuente hacia la pleca
de la carátula facinerosa,
que exhibe al sol la criadilla seca.

Astuto, ruin, tarado, voz gangosa,
saqueas a la U.R.S.S, envilecido,
con la tremenda mano estropajosa.

Flojo arribista, tonto y bien comido,
dijiste de este norme pueblo ardiente:
«Chile, país de cafres», ¡gran bandido!

Eres la negra cabeza de puente
de la horrorosa corrupción burguesa
en el filo-marxismo decadente.

Avido como pájaro de presa,
refleja tu persona a un mar de idiotas,
y es su retrato, en ti, lo que interesa.

Por eso no caminas, y rebotas
contra la parte más noble y sufriente
de tu partido, y te ladran las botas.

Tú, el discriminador impenitente,
burócrata y plutócrata racista
que insulta a herida, a eterna, a heroica gente!...

Es que tienes costumbres de alquimista
de fiambrería, y es que estás vendido,
todo, al gran criminal imperialista.

La baba oscura del hampón, hundido
en la maldad oblicua del plagiario,
te chorrea del corazón podrido.

Y las pelotas del «estravagario»,
juegan al campeonato del canalla
en el gran orinal «crepusculario».

Eres el «jefe» de una tal morralla,
tan desleal como todo cobarde,
y mereces escupos, no metralla.

Calumniador e infamador, tu alarde
de apropiarte de un muerto es de demente,
que se ahoga en los mares de la tarde.

Abominando del hombre valiente,
echas en cara la desgracia humana,
y, al insultar, muestras la bestia ingente.

¡Es tan abyecta tu actitud marrana
y es tan de amoral tu ejecutoria...
¡debiste ser hijo de puto y rana!...

Chillas por eso pidiendo euforia
necio-anormal de «un puntapié en el culo»,
y el ser pro-imperialista es tu victoria.

Tu condición de Judas y de Chulo,
corrompe con dinero mal habido,
y a quien explotas, lo declaras nulo.

Tu verso inmoral se ha «enriquecido»
de un mil de pederastas de prontuario:
cantas por paga, en tu rabel transido.

Estafándola, alzando su calvario,
a aquella fiel humilde «hormiguita»,
formas la roña del prostibulario.

Por tu gran colección hermafrodita
sin que falte una loca Concha sola,
la Reacción mundial te felicita.

lamiendo por debajo de la cola
al ladrón del Viet Nam, al asesino,
eres el héroe de la coca-cola.

Gran comensal del Wall Street ladino
miras a Cuba como los «gusanos»,
y su martirio te importa un comino.

... ... ...

A tu «realismo» échale formalina
en el tronco esencial de la macana,
porque muestra su lengua femenina.

La épica social americana
la escribo yo, rugiendo pueblo adentro,
con mi pluma-fusil, (gran hacha humana).

Y tu canción de amor es epicentro
de mistificadores, y bolina
de maricas, con punto y como al centro.

Lo bautizaste como «Guillermina»
al «Mascarón», que oculta tus «apremios»
de bailarín de la Tía Carlina.

Y si aún deseas premios y más premios,
te ofrezco el premio a la sirvengüenzura
colosal y feroz de los bohemios,

que se cavan la propia sepultura:
no importas tú, ¡importa tu impostura!...

FIN de los poemas de Pablo de Rohka

Poetas del mes

2 - Poeta Gonzalo Rojas

Gonzalo Rojas.jpg

(Lebu, Chile, 1917-2011)

Vida y Poemas

Notas de vida y obra

Gonzalo Rojas ha vivido, en primera línea, buena parte de las grandes convulsiones experimentadas por la poesía en español, en España y en América, a lo largo del siglo XX. Y decir primera línea indica protagonismo: como poeta animador e impulsor. Adscrito a la generación chilena de 1938, Rojas contribuyó de manera decisiva a la revisión de la poesía desde la vanguardia, colaborando en la actualización de la poesía chilena, con los otros poetas mayores (Huidobro, Parra de Rokha,...): el surrealismo entraba en crisis y aparecía la necesidad de construir una poesía más abierta, conjurar el hermetismo y reforzar el diálogo con el mundo, acentuando lo universal frente a los localismos. Desde finales de los años treinta, Gonzalo Rojas trazó un camino personal de compromiso con el mundo, en especial con los desfavorecidos (llegó a fijar su residencia en una región minera de Chile, donde enseñó a leer a los mineros con un silabario y textos de Heráclito); la conciencia crítica respecto al lenguaje actuará, a lo largo de setenta años, como su elemento catalizador.

No deseo ocultar que Gonzalo Rojas es uno de mis tres poetas favoritos en español y, tal vez por eso, me fuerzo para ser breve y limitarme a indicar la lista de sus obras publicadas que conozco. Son: La miseria del hombre (1948), Contra la muerte (1964), Oscuro (1977), Transtierro (1979), El alumbrado (1986), Materia de testamento (1988), Las hermosas (1991), Río turbio (1996), Metamorfosis de lo mismo (Visor Libros, Recopilación, Madrid, 2000), Del ocio sagrado (Debolsillo, Barcelona, Recopilación, 2002) y No haya corrupción (2003).

DIEZ poemas

A quien vela, todo se revela

Bello es dormir al, lado de una mujer hermosa,
después de haberla conocido
hasta la saciedad. Bello es correr desnudo
tras ella, por el césped
de los sueños eróticos.

Pero es mejor velar, no sucumbir
a la hipnosis, gustar la lucha de las fieras
detrás de la maleza, con la oreja pegada
a la espalda olorosa,
a mano como víbora en los pechos
de la durmiente, oírla
respirar, olvidada de su cuerpo desnudo.

Después, llamar a su alma
y arrancarla un segundo de su rostro,
y tener la visión de lo que ha sido
mucho antes de dormir junto a mi sangre,
cuando erraba en el éter;
como un día de lluvia.

Y, aún más, decirle: "Ven,
sal de tu cuerpo. Vámonos de fuga.
Te llevaré en mis hombros, si me dices
que, después de gozarte y conocerte,
todavía eres tú, o eres la nada",

Bello es oír su voz: -"Soy una parte
de ti, pero no soy
sino la emanación de tu locura,
la estrella del placer, nada más que el fulgor
de tu cuerpo en el mundo".

Todo es cosa de hundirse,
de caer hacia el fondo, como un árbol
parado en sus raíces, que cae, y nunca cesa
de caer hacia el fondo.

Al silencio

Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría,
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.

Desocupado lector

Cumplo con informar a usted que últimamente todo es herida: la muchacha
es herida, el olor
a su hermosura es herida, las grandes aves negras, la inmediatez
de lo real y lo irreal tramados en el fulgor de un mismo espejo
gemidor es herida, el siete, el tres, todo, cualquiera de estos números de la danza es
herida, la barca
del encantamiento con Maimónides al timón es herida, aquel diciembre 20 que me cortaron de mi madre es herida, el sol es herida, Nuestro Señor
sentado ahí entre los mendigos con esa túnica irreconocible por el cauterio del psicoanálisis es herida, el
Quijote
a secas es herida, el ventarrón
abierto del Golfo contra la roca alta es
herida, serpiente
horadante del Principio, mar
y más mar de un lado a otro, Kierkegaard y
más Kierkegaard, taladro
y por añadidura herida; la
preñez en cuanto preñez en la preciosidad de su copa es herida, el ocio
del viejo río intacto donde duermen inmóviles los mismos peces
velocísimos es
herida, la Poesía
grabada a fuego en los microsurcos de mi cerebro de niño es herida, el hueco
de 1.67 justo en metros de rey es herida, el éxtasis
de estar aquí hablando solo en lo bellísimo de este pensamiento de
nieve es
herida, la evaporación
de la fecha de mármol con el padre adentro
bajo los claveles es
herida, el carrusel
pintarrajeado que fluye y fluye como otro río de polvo y otras
máscaras
que vi en Pekín colgando en la vieja calle de Cha Ta-lá
cuya identidad de 2.500 años de drogas y ataúdes rientes
no se discute, es
herida; la cama en fin
que allí compré, con dos espejos para navegar, es herida,
la
perversión
de la palabra nadie que sopla desde las galaxias es herida, el Mundo
antes y después de los Urales es
herida, la hilera
de líneas sin ocurrencia de esta visión
sin resurrección es herida. Cumplo
entonces con informar a usted que últimamente todo es herida.

Carta al joven poeta para que no envejezca nunca

Repita usted siete veces: no hay
rata curativa y sanará, repita, repita,
hasta que las palomas salgan volando del pantano
y aparezca Lautréamont como por encanto
riendo sin paraguas
ni mesa de disección, ¡pamplina
el azar!, el juego es otro
y no se sabe cuál, no hay
belleza convulsiva ni menos
hada, ni
mucho menos computación, la apuesta
es distinta, usted
mismo es la musa con sus zapatos hamletianos de rey
sin nadie adentro diciendo el to be
o el not to be de la farsa
parado ante nadie desde el momento
que el momento va a estallar, se lo digo, repita,
repita: no hay rata
curativa, toda rata acarrea peste.

Guardo en casa con llave

Guardo en casa con llave a las dos serpientes
dinásticas en
trinche aparte: Prorsa (así le puso Stendhal)
es más larga y sigilosa, más
ondulante Versa; las dos
vuelan como cisnes cuando les pido
que hagan su ballet en el aire por la noche; de
día más bien duermen dobladas
en siete, casi siempre en siete, en
su morada de vidrio; sueñan que son
las diosas Nekhbet y Bouto que ya bailaron antes como ellas
en El Libro de los Muertos.
Las uso para escribir el Mundo, por eso
les doy leche y uvas, las dejo jugar
libres entre mis papeles; me gusta que hablen solas
como yo, que piensen
su pensamiento de muchachas desde un fulgor
inmemorial sin miedo a
morir: eso me gusta.
Además cómo ríen de cada línea loca
que se me ocurre, Versa
es la que más confía en lo que hago, y hasta
acaricia mi oreja, Prorsa la exacta
me exige menos lujo. -Así no,
me dice: sin
euforia.
A veces les abro la otra puerta de mi cráneo y ésa sí
es alegría: bailan
hasta enloquecer, vuelan
por mi imaginación como si entraran a
otra galaxia y
no dejan dormir a nadie en ese espejo. La quebrazón
empieza con los gallos.

La eternidad

Sin tener qué decir, pero profundamente
destrozado, mi espíritu vacío
llora su desventura
de ser un soplo negro para las rosas blancas,
de ser un agujero por donde se destruye
la risa del amor, cuyos dos labios
son la mujer y el hombre.

Me duele verlos fuertes y felices
jurarse un paraíso en el pantano
de la noche terrestre,
extasiados de olerse y acecharse
tigremente en lo inmóvil:
—Piedad, estrellas,
por los párpados de estos que no alcanzan a ver
el extrasol del Otro juego, piedad por el cuándo
y el dónde de estos mortales, por la piel de esta espuma
aciaga, piedad, ley de los remolinos.

No escribas diez poemas a la vez

No escribas diez poemas a la vez parece decirme la lectora,
escribe cuatro: uno
a mis ojos, otro
a mis axilas de perra, otro al Dios
que hay en mí en lo sagrado
de los meses, y si te queda tiempo no escribas
el último, ponte en mi caso, estoy
tan triste, llena de hombre
con tanta vibración de hombre en el espinazo, y adentro
tanto otro fulgor que duerme en mí, a tan
sangrientos días del parto.

El fornicio

Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones, te turbulentamente besara,
mi vergonzosa, en esos muslos
de individua blanca, tocara esos pies
para otro vuelo más aire que ese aire
felino de tu fragancia, te dijera española
mía, francesa mía, inglesa, ragazza,
nórdica boreal, espuma
de la diáspora del Génesis, ¿qué más
te dijera por dentro?
¿Griega
mi egipcia, romana
por el mármol?
¿Fenicia
cartaginesa, o loca, locamente andaluza
en el arco de morir
con todos los pétalos abiertos,
tensa
la cítara de Dios, en la danza
del fornicio?
Te oyera aullar,
te fuera mordiendo hasta las últimas
amapolas, mi posesa, te todavía
enloqueciera allí, en el frescor
ciego, te nadara
en la inmensidad
insaciable de la lascivia,
riera
frenético el frenesí con tus dientes, me
arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo
de otra pureza, oyera cantar a las esferas
estallantes como Pitágoras, te
lamiera,
te olfateara como el león
a su leona,
parara el sol,
fálicamente mía,
¡te amara!

La palabra placer

La palabra placer, cómo corría larga y libre por tu cuerpo la palabra placer
cayendo del destello de tu nuca, fluyendo
blanquísima por lo vertiginoso oloroso de
tu espalda hasta lo nupcial de unas caderas
de cuyo arco pende el Mundo, cómo lo
músico vino a ser marmóreo en la
esplendidez de tus piernas si antes hubo
dos piernas amorosas así considerando
claro el encantamiento de los tobillos que son
goznes que son aire que son
partícipes de los pies de Isadora
Duncan la que bailó en la playa
abierta para Serguei
Iesénin, cómo
eras eso y más para mí, la
danza, la contradanza, el gozo
de olerte ahí tendida recostada en tu ámbar contra
el espejo súbito de la Especie cuando te vi
de golpe, ¡con lo lascivo
de mis dedos te vi!, la
arruga errónea, por decirlo, trizada en
lo simultáneo de la serpiente palpándote
áspera del otro lado, otra
pero tú misma en
la inmediatez de la sábana, anfibia
ahora, vieja
vejez de los párpados abajo, pescado
sin océano ni
nada que nadar, contradicción
siamesa de la figura
de las hermosas desde el
paraíso, sin
nariz entonces rectilínea ni pétalo
por rostro, pordioseros de los pezones, más
y más pedregosas las rodillas, las costillas:
-¿Y el parto, Amor, el
tisú epitelial del parto?

De él somos, del
mísero dos partido
en dos somos, del
báratro, corrupción
y lozanía y
clítoris y éxtasis, ángeles
y muslos convulsos: todavía
anda suelto todo, ¿qué
nos iban enfriar por eso los tigres
desbocados de anoche? Placer
y más placer. Olfato, lo
primero el olfato de la hermosura, alta
y esbelta rosa de sangre a cuya vertiente vine, no
importa el aceite de la locura:

—Vuélvete, paloma, que el ciervo
vulnerado
por el otero asoma.

Oh pureza, pureza

Abro mis labios, deposito en la atmósfera un torrente de sol
como un suicida que pone su semilla en el aire
cuando hace estallar sus sesos en el resplandor del laberinto.

Ya sé que el sol de la muerte me está haciendo girar en un eterno proceso
de rotación y traslación llamado falsamente Poesía.
A veces, como hoy, esta aparente confusión me hace reír, me hace reír.
Este torbellino de palabras volcánicas como una erupción,
que son una amenaza para los sacerdotes del soneto y el número.

Pero es un sol innumerable lo que me sale por la boca,
como un vómito de encendido carbón qué me abrasara las ideas y las vísceras.

FIN de los poemas de Gonzalo Rojas

Fuentes utilizadas

Páginas varias de internet, entre ellas::
«www.uchile.cl/cultura/teillier»
«www.chilenos.com/poetas/vasquez.html»
«http://www.poetasenlared.com/rodrigo/poesias.htm»
«http://www.poemaspoetas.com/alejandra-ziebrecht»
«www.derokha.blogspot.com.es/2009/05/seleccion-de-poemas-de-pablo-de-rokha.html»
«www.gonzalorojas.uchile.cl/antologia»

Xoán A. Leiceaga Baltar, Junio de 2015

BIBLIOTECA de REFLEXIONES —> Apunte

Inicio: Desde febrero 2010 Reflexión ofrece reflexiones sobre entrevistas a poetas (G. Rojas, por ejemplo) y otros artistas; después, desde octubre 2011 se extiende hacia el poema-libro Descripción de la mentira del maestro A. Gamoneda. Surge pronto la decisión de conservar el carácter mensual y así nace la creciente biblioteca de consulta, que supera ya el mes de meses y se almacena en Biblioteca de reflexiones, al final de Reflexión.

Segunda parte: En julio 2012 se abre un camino de especial dedicación a la mujer poeta, porque sí y por ir en contra de olvidos improcedentes; además, me sirve de gracias a mis lectoras, que asombrosamente existen. Y ahí comienza el ABeCé de Mujeres Poetas, que la Z completa este diciembre de 2014 y que va de la rusa Anna Ajmátova a la alemana Unica Zürn.

Tercera parte: 2015 se aborda con nueva savia, un recorrido por poetas en español, desde la A de Argentina a la V de Venezuela. Luego, para ascender a lo iberoamericano, preveo incorporar a poetas del portugués e, incluso, a los de las otras tres lenguas existentes en Iberia, una de ellas la mía.