Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Reflexión 1

Abecedario de escritores – Letra H

  1. Hahn, Oscar (Chile, 1938)
    (Soneto): Dónde estaré pasado que tuvimos / el pasado que tuve entre tus brazos / En la calle resuenan nuestros pasos / pero no estamos: nos desvanecimos.
  2. Handke, Peter (Grieffen, Austria, 1942)
    ('Don Juan'): Cualquier amor que posea un proyecto está hoy amenazado. De un amor así surge una enorme energía, aunque sólo para el momento. Esto es lo propiamente donjuanesco, lo momentáneo. Entonces llega una increíble energía: ahora somos. Nosotros dos, ahora. Estamos amenazados por todos lados, y no sólo por guerras; estamos amenazados por la falta de espontaneidad, por un sistema organizado... porque, sea uno joven o mayor, siente que no duran las relaciones. O sospecha que no durarán.
  3. Hanif, Mohammed (Pakistán, 1966)
    (Entrevista 09, 'La explosión de los mangos'): Me gustan la farsa y los chistes. Cuando era joven leí y me fascinó el humor del italiano Dario Fo. Creo que tuvo cierta influencia en mí. Además, por estricta censura, la mayoría de los pakistaníes nos dedicábamos a hacer chistes con la realidad. La gente trataba de escapar de la dictadura burlándose de ella y el humor viajaba de un extremo al otro del país... Un viejo chiste dice que «los países normales tienen un Ejército y que en Pakistán el Ejército tiene el país».
  4. Hardy, Thomas (Dorchester, Inglaterra, 1840)
    Lo accidental es la prosa, la poesía es lo esencial. La poesía es un espacio íntimo y libre, mientras que la novela es del dominio público... La poesía es un asunto de madurez.
  5. Harpur, Patrick (Windsor, Inglaterra, 1950)
    El otro mundo siempre ha sido éste.
  6. Haro Tegglen, Eduardo (Madrid, 1924-2005)
    Mi madre me decía [hablando de mi padre]: «¡Qué tontos son los hombres de talento!».
  7. Hass, Robert (San Francisco, EEUU, 1941)
    ('Tiempo y materiales'): Si pretendes decir la verdad en lugares públicos / puede que también alces el vuelo de la tierra.
  8. Hatoum, Milton (Manaus, Brasil, 1952)
    (Poema sobre el Amazonas): ¿Qué otro río surgirá / sobre la superficie / de este río hecho desierto?.
  9. Hawthorne, Nathaniel (Salem, Massachusetts, EEUU, 1804-64)
    Dos personas esperan un acontecimiento callejero y la aparición de los protagonistas. El acontecimiento ya está ocurriendo y ellos son los actores.
  10. Helder, Herberto (Funchal, Madeira, 1930)
    ('Los pasos en torno'): Yo sabía que la inocencia es cómplice del mal: ignoraba sólo dónde atan ambos el nudo estrangulador.

REFLEXIÓN 2

El minimalismo ‘infectado’ de Mona Hatoum

Mona Hatoum

Fietta Jarque
Parte I de II

Comentarios de Xoán A. Leiceaga Baltar

En la edición de 9 de octubre de 2010 de Babelia —suplemento sabatino del diario El País— en su sección ‘ARTE / Exposiciones’, se publica la entrevista que hizo en Berlín la periodista y crítica Fietta Jarque a la artista Mona Hatoum (Beirut, 1952), días antes de su exposición Le Grand Monde en Santander (España) auspiciada por la Fundación Marcelino Botín. El caso es que la entrevista me ha parecido de sobra interesante como para incluirla bajo el botón ‘Reflexión’ de mi página web; naturalmente, como viene siendo habitual en mí, no he resistido la tentación de incluir unos cuantos comentarios propios, pensados más como pretexto para llenar mi página que como singular aportación. La entrevista tenía demasiados elementos de interés como para dejar pasar la oportunidad: el propio origen libanés de la artista, su prestigio internacional, la consistencia de las preguntas y respuestas y, en especial, la posibilidad de trasladar el contenido —las ideas— desde el mundo del arte al de la poesía.

FJ-0: El hogar puede ser un sitio peligroso. Un lugar de pesadilla en el que los utensilios metálicos de cocina suelten descargas eléctricas, la cuna del bebé tenga el aspecto de un cortahuevos y esos apetitosos caramelos que están sobre la mesa sean, en realidad, granadas de mano. El hogar tiene peligros potenciales como los tiene también —en gran magnitud— el mundo en el que vivimos. Y esos son los dos polos de la obra de Mona Hatoum. La artista libanesa tuvo que dejar su país en 1975 para no volver. Su familia huyó de la guerra y ella terminó su educación y desarrolló su carrera en Londres, donde ha vivido hasta ahora, aunque actualmente comparte su residencia con Berlín. Fue una de las artistas británicas que catapultó la exposición Sensation, de Charles Saatchi, y ha sido finalista del Premio Turner. Con muestras en los grandes centros de arte de todo el mundo, es una referencia clave del arte contemporáneo. Es en la capital alemana donde nos encontramos con ella para hablar de las señas que marcan su obra, días antes de que se inaugure su exposición en la Fundación Marcelino Botín, en Santander.

XL-0: Esa tremebunda —por una vez empleada la palabra con intención positiva— inversión de valores de los objetos de uso general y cotidianos no deja de ser otra de las provocaciones que me impiden dar de lado a esta entrevista sin sacarle provecho, para mí mismo y quién sabe si para alguien más. Porque, ¿hay alguien a quien no descoloque y estimule eso de convertir las granadas de mano en caramelos para los niños? Más todavía, ¿hay alguien que no haya pensado alguna vez en la gran variedad de caramelos que nos mete por los ojos el todopoderoso mercado —o sea, el sistema— y cuyo efecto no sea menor, aunque pueda ser más lento, que las anticuadas granadas de mano? Más aún, ¿hay alguien que no se haya dado cuenta de que tales caramelos, en muchos casos no sólo los publicitan sino que lo hacen con tanta insistencia y sutileza que más que a la oferta tienden a la imposición? Y no creo que sea preciso seguir con el asunto de las cunas de bebé como arma blanca, porque me vienen a la cabeza los millones de bebés que ni siquiera tienen cuna; ni un mendrugo de pan. En cuanto a Mona Hatoum (en adelante MH), no lamento en absoluto que resida ahora en el mundo occidental y que lo recorra con éxito, pero lo que sí es de lamentar es la imposibilidad de regresar a su país ni de visita. Ah, felicidades por la parte de sarcasmo —al cabo y aunque macabra, una forma de humor— y rebeldía que habita el fondo de sus obras, algo característico de la gente inteligente.

FJ-1: Sus obras suelen ser sencillas, directas, contundentes, de las que dejan al espectador pensando. La gente no me cree cuando digo que muchas veces me lanzo a hacer cosas sin pensarlo demasiado, dice Mona Hatoum. Las ideas vienen después. Con frecuencia me digo, voy a hacer tal cosa. Y luego funciona. No elaboro necesariamente el concepto antes de la obra. Cuando era joven solía pensar demasiado antes de hacer cualquier movimiento y eso a veces me paralizaba y hasta me impedía realizarlas. Era demasiado autocrítica. A medida que me he ido haciendo mayor confío cada vez más en mi intuición, me arrojo hacia algo y luego busco la idea que puede haber en el fondo, explica.

XL-1: También los poemas—obras, al fin y al cabo—, los de los alpinistas, claro, son a menudo sencillos, directos y contundentes, y dejan al lector atento echando humo. Ya sé que el alpinismo es minoría entre los artistas, ayer y hoy y tal vez siempre, y que es más que otra cosa un deseo íntimo y que en la mayoría de los casos se queda ahí, sin acuse de recibo, pero aún así reconozco, aun por experiencia propia, lo envidiable que resulta el reconocimiento público de la contundencia en la percepción de la obra de cada uno, artista o poeta. También me llama la atención esa manera escueta y tajante que tiene MH de expresarse, en suma, su desparpajo; por ejemplo, cuando asegura que para ella la intuición es anterior al raciocinio, aunque posteriormente éste se convierta en necesidad, en buceo por el mar de los significados. Les suena a ustedes esto a lo que sucede con la escritura y, en concreto, más con la escritura de un poema. Intuición y después trabajo racional e insistente, una buena receta. ¡Qué bueno que nos la ponga delante de los ojos una artista que no trabaja con palabras! Puede ser que tal metodología no sea más que fantasía de mi magín, pero, sin saber muy bien por qué, me suena a que no.

FJ-2: Al inicio de su carrera Mona Hatoum fue una artista de la performance. Una forma de expresión que luego cayó en desuso, pero hoy ha recobrado nuevos bríos, renovada completamente. La performance, a finales de los setenta y principios de los ochenta no se parecía mucho a las de hoy. Las mías eran muy improvisadas, no eran teatrales. Se trataba más bien de un trabajo con el público para suscitar sus respuestas. Eran acciones muy impulsivas. A finales de los ochenta la performance se había convertido en algo demasiado formalizado. Había perdido su filo crítico. El hecho de que la improvisación quedara fuera me disgustó y lo dejé.

XL-2: Esto de la performance sí que es algo que, hasta donde yo alcanzo, no se ha dado en entornos de poesía. (Aunque sé que esta propuesta es un brindis, porque soy consciente de que hay millones de actividades culturales que se desarrollan por todos los rincones del mundo sin que yo tenga conocimiento de ellas, espero que ustedes me disculpen si continúo elucubrando. De todos modos, es curioso al respecto, y creo que significativo, ver lo que dice la enciclopedia, en este caso la Larousse, acerca de la palabra performance: Voz inglesa para test destinado a la apreciación de funciones mentales que no requieren el uso del lenguaje.) O no se ha dado, al menos, en lo que podemos entender por poesía pura; y digo «pura» no tanto como opuesto a la ganga sino a la mezcla con objetivos ajenos a ella misma. Esta intuición de ausencia de performance poética, me obliga a preguntarme por la causa, dado que en los recitales poéticos también se pretende agitar algo interno del público, aunque quizá más para suscitar preguntas que para obtener respuestas. Sin embargo, creo que esa sacudida, aunque no lo considere ahora MH o yo no se lo vea, es objetivo también, implícito o explícito, de cualquier manifestación artística no prostituida (exposición, teatro, cine, novela,…); tal vez sean las superficiales, o no serias, las que pretendan no ya sugerir sino imponer respuestas, que para eso está el negocio y su parafernalia de propagandas.

La performance artística es, o suele ser o eso tengo entendido, una representación o acto breve de tipo teatral o circense, con uno o varios actores, con o sin música, con o sin danza, con o sin gimnasia, más bien «sin requerir el uso del lenguaje», más o menos improvisada o impulsiva; en cierta medida y de modo orientativo, la imagino entre un corto de teatro y una exposición de escultura móvil. Al contrario, un recital típico es una lectura con base en la palabra, sin o con escasa representación, aunque pueda ir acompañada de declamación o actuación discreta, sea con un solo actor o con varios, pero en el que no son habituales la música, la danza y, todavía menos, la gimnasia artística; la veo, pues, como acción teatral lejana al circo, en el que los actores hablan mucho pero como escultura son inmóviles, porque lo único que se mueve son las palabras. Creo que lo que diferencia a la performance del recital es la prioridad de elementos, en ambos casos con movilidad, pero en aquélla del cuerpo o su imagen y en ésta de la palabra. Se podría hacer un recital con performance y, probablemente, haya ejemplos de performances que hayan utilizado la poesía —debo reconocer que no lo sé, pero no me sorprendería en un mundo en el que se impone la mezcla y lo efímero—. ¿Por qué, pues, la poesía es la hermanita pobre entre las diversas manifestaciones del arte? ¿Por qué no vende, por qué no convoca? ¿Por qué los poetas son vistos como gente a respetar pero a la vez escasamente viril, ilusa y distante? ¿Cuál será el balance entre los artistas plásticos, que pueden vivir dignamente de su trabajo e incluso más que dignamente, y los poetas, que casi aspiran al monopolio de buscarse otro medio de subsistencia? ¿Será cultural la causa o será la inmovilidad del cuerpo? En poesía, quizá lo más parecido a la performance actual fueran las actuaciones de los trovadores medievales, pero ahora no es su momento, sino la era de la televisión y el zapping. Mona Hatoum me sugiere preguntas. Dicho lo dicho y apoyado de nuevo en MH, ¿no sería acaso inconcebible una performance en el que la poesía, con o sin palabras, esté del todo ausente? Y ¿no podríamos decir lo mismo de cualquier otra manifestación del arte?

FJ-3: Hay artistas de performance muy interesantes hoy, reconoce de inmediato. Gente que hace arte en las calles, como Francis Alys, por ejemplo. Yo también hice acciones en la calle, en Brixton, en 1985. Así que ese es el sentimiento que más me interesa, el sentir algo y hacerlo. No esas acciones demasiado elaboradas de antemano, pulidas y formalizadas. En principio la performance era más libre y experimental, a finales de los ochenta se convirtió en una expresión teatral. En esa época la performance, definitivamente, no se vendía, era una reacción al mercado del arte. Hoy ya ha sido asimilada.

XL-3: Sí, lo último parece una verdad incuestionable que comparto, el mercado se hace dueño del arte, cada vez más y más descaradamente, y así asimila todo lo que se le ponga por delante; y cuanto más mercado menos arte, todo mercado cero arte. La excepción es el curioso caso de la poesía, que se va salvando de ser fagocitada. Quizá la disminución de la improvisación que denuncia MH es debida precisamente a su asimilación, aunque no creo que se pueda decir eso en el caso de la poesía, en el que la improvisación sería muy contradictoria —no entro aquí en el caso de los trovadores actuales, por la lejanía de sus objetivos y porque sus rimas son de la historia—. Lo repienso y siempre veo lo mismo: una persona, dotada y entrenada para el lenguaje poético, encerrada en el silencio y la soledad de un cuarto, confortable o no, y en las noches o ratos libres de su trabajo de supervivencia. Claro que eso no impide la existencia de improvisación en un recital, no tanto en el poema, pero sí posible en el formato o montaje, en la lectura, en la elección de los poemas a leer y en el dinamismo que acompaña a la declamación. Es curioso recordar como en la ciudad colombiana de Medellín, se dan también recitales improvisados, dinámicos pues, en el que todo o casi todo se improvisa excepto el poema; tienen lugar en la calle o en un parque, en un bar o en la casa de cultura, incluso en un auditorio… y siempre en ausencia de preparación del escenario y de ensayos de la escena; y el público asiste y aplaude, pero no paga entrada —como tampoco en muchos otros espectáculos de esa ciudad—. La poesía, por propia voluntad o por fuerza externa, se resiste a ser esclava del mercado. O, tal vez, es que el mercado la desprecia por inútil o la deja por imposible; o, por el lado opuesto, como no alcanza a ser un forúnculo real en su espalda baja, al mercado astuto le interesa exhibir ese rasgo de generosidad sabiendo que no deja de ser un asunto de difícil acceso y exclusivo de o para escuálidas minorías.

FJ-4: Mona Hatoum construye instalaciones o esculturas de gran formato, que tienen como punto de partida objetos domésticos. Piezas que compaginan lo minimal con lo poético y hasta cierto surrealismo actualizado. Interior/Exterior Landscape es una instalación con una cama, una mesa y una silla. La silla está incrustada en la mesa y la almohada tiene bordado con pelo humano el itinerario de vuelo entre Beirut y Nueva York. Del somier cuelgan también largos cabellos, como si alguien hubiera estado escondido bajo la cama. Una jaula con delicadas bolitas hechas también con pelo (suyo) y una bolsa realizada con un mapa recortado completan esta pieza. Yo voy coleccionando objetos y, de pronto, surgen cosas, relaciones. Una ambientación, una pieza, dice. Suelo visitar mercadillos y tiendas de antigüedades. Son elementos aislados que de pronto, al juntarlos, cobran otro sentido.

XL-4: Bueno, eso es lo que hacen los poetas de la duda, que por ahí van coleccionando inocencias, incluso más frondosas y extravagantes que los objetos de MH, humos como recuerdos u olvidos, caricias o laceraciones, también siempre hilvanados aunque en este caso con neurona humana… También objetos, domésticos o no, antiguallas o no, insólitos o surrealistas: una cama puede ser vertical, una mesa puede ser de dos patas o de veinte, una silla puede incluso no tener patas o extrañamente servir para sentarse, una almohada puede estar hecha con serrín o pintada. El poeta llena el mundo de lucidez a fuerza de extrañeza, a fuerza de retorcer las ideas hasta el jugo, de forzar la materia y los cuerpos con prensas y de hacer cartografía en mapas en blanco. Construir lo inaudito es muy fácil, dotarlo de sentido, esa impalpable luz, ya no lo es. Con permiso del mundo digital, un escultor trabaja con la materia y el poeta trabajo con el aliento, pero al final hacen lo mismo, bucean por las cumbres y vuelan por la tierra, husmean y elaboran giros de 180 grados en el pasado y muestran impúdicamente el futuro.

FJ-5: Electrified (2002) es una sarta de utensilios de cocina electrificados que terminan en una bombilla. Uso un transformador que reduce la carga eléctrica para que no sea peligroso. No quiero matar a nadie; aun así, el temor sigue presente, dice.

XL-5: Pues Antonio Gamoneda —y disculpen mi insistencia en él, aunque siempre me parezca insuficiente— ha escrito un libro que ustedes conocen, o deberían, que se titula Descripción de la mentira y lo ha hecho vomitando, pero únicamente verdades, igual que puños, sin usar transformador aunque sin desear matar a nadie, aunque mate; en cambio, eso sí, para algunos es tanto o aún más peligroso que el Electrified. Y no sólo Gamoneda, claro, pero respetuoso no me atrevo a sugerir listas porque jamás podrían ser exhaustivas y perjudicaría así a los inevitables ausentes; o, torpe de mí, ¿no sería, tal vez, a los presentes?

FJ-6: Ese factor de riesgo de electrocución aparece en otras obras suyas. Sí, es una amenaza, te hace sentir el peligro. Hice otra pieza electrificada en los años setenta, cuando era estudiante. Pero no me dejaron exponerla. Y luego hice otra serie de trabajos, entre ellos Homebound (2000), una ambientación que consistía en una serie de utensilios metálicos de cocina sobre mesas y sillas, unidos por un cable eléctrico y bombillas. Todo eso con un zumbido de descarga que daba un poco de miedo.

XL-6: Ya ven ustedes, incluso en las sociedades norteamericanas o europeas, social y políticamente auto-consideradas tan avanzadas, hay censura respecto a las cosas que están electrificadas, esos artilugios, artístico o no, que pueden hacer daño, muchas veces altamente improbable y con evitable factor de riesgo, a sus propios ciudadanos, de uno en uno. No están prohibidas, al contrario, los tanques ni los aviones de guerra ni las bombas de racimo; no están prohibidas las armas letales, ni su diseño, ni su fabricación, ni su venta, ni están prohibidos ese ni los demás negocios de la muerte masiva; tampoco está prohibido el hambre ni su fabricación, ni su explotación; todas esas cosas no están prohibidas en el primerísimo mundo del descaro. Las prohibiciones contra la poesía, contra la buena siempre insidiosa, que a menudo también está electrificada, son más sutiles; simplemente se la deja abandonada en la cuneta o en el silencio del mercado —lo cual, para más inri, no pocas veces es aplaudido, por activa o por pasiva, por la mediocridad o la cobardía de los propios colegas—, en condenas que si no son perpetuas son bien extensas. Volviendo al ejemplo de Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), poeta de suma excelencia, se debe recordar que no estaba muy alejado de los sesenta años cuando comenzó a desguazarse el silencio sobre él (fue, si no estoy mal informado, en 1987, a partir de su premio Nacional de Poesía). Y así más y más… y siempre en el aprovechamiento malicioso de que la poesía no es moto que se venda fácil, y siempre en la religiosidad cínica de elevadas subvenciones a los múltiples disfraces o maquillajes de la nada.

(Continuará)

Xoán A. Leiceaga Baltar, Diciembre de 2010