Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Reflexión

Se me ocurrió abrir esta sección, a la que denomino REFLEXIÓN, pensando en disponer de un espacio libre orientado primordialmente a «la Poesía y lo poético», y, al menos en su comienzo, a su sentido, a la valoración de su calidad y a una pizarra de ideas brillantes (ajenas, claro, aquí no hay).

Explico mi concepto y mis convicciones: a) con «al menos en su comienzo» quiero indicar que el propio caminar de la sección puede o debe sugerir o necesitar de nuevos rumbos; b) con el «sentido de la poesía» pretendo indicar que la poesía, con el arte en general y la música muy en particular y que encuentro tan relacionadas, forma parte esencial de la gran oportunidad de encontrar algún sentido al sinsentido de este mundo; c) con «la valoración de su calidad» sugiero la conveniencia de una aproximación, aunque sea sólo orientativa, a la calidad o grupo de las cualidades, a eso tan vaporoso que conduce a reconocer, por ejemplo en el poeta Gamoneda, el nivel de excelencia. Es que la poesía es tan escurridiza, tenue y lábil, que comprendo que necesito ser amparado por otras sensibilidades y otros conocimientos para aprender mejor, lo cual es una opinión que extiendo a vosotros (o nosotros) los lectores, entre otras razones porque yo mismo, esencialmente, soy embriagado lector.

Se me ocurre que, implícitamente, esta oferta se orienta no tanto al profesional, sea escritor o crítico, porque usualmente ya dispone de recursos propios o ajenos —pero al que tampoco se excluye: ¿rigideces, para qué?—, como al que se inicia en este desprovisto terreno o ya padece el vicio; es decir, se dirige de forma bien especial a quien lee, porque creo que lectora y lector son la parte importante del habitat poético, porque sin ellos la poesía sería un robinsón o absurdo islote de único habitante. ¿O no?

Me guía la prudencia para empezar, aunque sea un contrasentido poético, pero sobre todo por aquello de que uno debe ir poco a poco para llegar lejos y por aquello otro de que es preferible ir añadiendo que ir eliminando. Por eso he comenzado en su día por colocar una serie de propuestas sobre el concepto de poesía o sensibilidad poética, alguna de mi propia cosecha pero la mayoría procedentes de reconocidas firmas, y animando a los improbables o a los recalcitrantes lectores de la página a que me envíen sus propuestas, comentarios o sugerencias, a las que siempre trataré de dar respuesta (considerando la paciencia a la que mis limitados propios recursos obligan).

En febrero del 2010, sólo un mes después del inicio de la páginaweb, aunque siempre teniendo en cuenta que el único ambiente que cabe en ella es el poético, he ampliado la reflexión a otros aspectos e iniciado una serie alfabética —que comienza por la A— de reflexiones breves de poetas reconocidos sobre el hecho de escribir, o poemas breves o trozos, o bien máximas, aforismos, sentencias, proverbios, ideas,… En fin, algo así como rebuscar la llave de encender las luces de lo poético.

Reflexión 1

Homenaje a GONZALO ROJAS, poeta

Gonzalo Rojas (Lebu, Chile, 1917-2011)

  1. "De holocausto realmente se va haciendo el hombre, la historia también, y hasta la libertad se hace de holocausto, de sacrificio. A todos los éxtasis, tal vez prefiramos el sacrificio".
  2. Yo no soy el mejor, eso se sabe, sino escasamente uno más. Para empezar no sé lo que es la poesía. Se me aparece, pero no sé lo que es. Todo lo más, tengo visiones. ¿Cómo fue que dijo Vallejo en sus primerísimas líneas fundadoras de Los heraldos negros? Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé.
  3. ... la perplejidad del poeta, que escribe sin saber lo que escribe. Y anda por ahí de alumbramiento en alumbramiento.
  4. ... y que tampoco se entiende. Es mejor que uno no entienda a veces sus propias cosas.
  5. (Del poema ¿Qué se ama cuando se ama?, con el personaje avanzando entre las mujeres): ... en esta guerra / de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar / trescientas a la vez...
  6. (Insistencia en la palabra 'Nadie', en una conferencia en Buenos Aires): Lo dijo una vez Paul Celan, poeta mío, y pudo haberlo dicho Vallejo, ese otro gran balbuceante del misterio: ¡Alabado seas, Nadie!. Si hay una palabra que he amado y sigo amando es nadie. Porque si somos polvo también somos enigma y de eso estamos hechos... Ser nadie es aquel al que no se le ve la mano, como Dios. Al otro, al que se oculta detrás de lo impersonal forzado, también se le ve la mano aunque la esconda.
  7. ¡Qué escribo poquito! Yo soy un inconcluso. Estoy por la contención, no por el derramamiento. De ahí viene mi clasicidad. Decir lo máximo con lo mínimo, como decía Pound.
  8. Entre las utopías, la que no ha perecido, la del fundamento, es el amor.
  9. Yo era tartamudo de pequeño. Me costaba un mundo sacar los vocablos con fonemas duros, la pe, la te, la ka, qué horror, en lugar de leerlos me inventaba otra palabra suave y hacía jugar mi imaginación. Ése es el taller interno de un poeta.
  10. Mi librito se titula Del ocio sagrado porque ocio implica visión. Es el sosiego que se alcanza cuando se llega, cuando uno es capaz de abstenerse de la trampa de la alabanza, del negocio, del éxito. Esos abusos son una falsificación pavorosa.
  11. (Poema completo Los niños): Entre una sábana y otra sábana o, aún más rápido que eso, en un mordisco / nos hicieron desnudos y saltamos al aire ya feamente viejos / sin alas, con la arruga de la tierra.
  12. (Del poema La palabra placer): La palabra placer, cómo corría larga y libre por tu cuerpo la palabra placer / cayendo del destello de tu nuca, fluyendo....
  13. (Del poema Efímero): ¿Sabes como escribo cuando escribo? Remo / en el aire, cierro / las cortinas del cráneo-mundo, remo / párrafo tras párrafo, repito el número / XXI por egipcio, a ver / si llego ahí cantando, los pies alzados / hacia las estrellas....
  14. (Del poema Los verdaderos poetas son de repente): Los verdaderos poetas son de repente: / ... / Aman y fosforecen, apuestan / a ser, únicamente a ser, tienen mil ojos / y otras mil orejas, pero / las guardan en el cráneo musical, olfatean....
  15. (Del poema La Eternidad): Sin tener qué decir, pero profundamente / destrozado, mi espíritu vacío / llora su desventura / de ser un soplo negro para las rosas blancas, / de ser un agujero por donde se destruye / la risa del amor, cuyos dos labios / son la mujer y el hombre....
  16. (Del poema Rimbaud: No tenemos talento, es que / no tenemos talento, lo que nos pasa / es que no tenemos talento, a lo sumo / oímos voces, eso es lo que oímos; un / centelleo, un parpadeo y ahí mismo voces. Teresa / oyó voces, el loco / que vi ayer en el Metro oyó voces....
  17. (Poema completo Daimon del domingo): Entre la Biblia de Jesrusalén y estas moscas que ahora andan ahí volando, / prefiero estas moscas. Por 3 razones las prefiero: // porque son pútridas y blancas con los ojos azules y lo procrean todo en el aire / como riendo, por / eso velocísimo de su circunstancia que ya lo sabe todo desde mucho antes del / Génesis, por / además leer el Mundo como hay que leerlo: de la putefracción a la ilusión.

REFLEXIÓN 2

Adiós al autor de METAMORFOSIS DE LO MISMO

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GONZALO: "3 adioses a y 3 Poemas de"

En la edición de 28 de abril de 2011 del diario El País, se daba cuenta del fallecimiento del gran poeta chileno Gonzalo Rojas (Chile, Lebu, 20-12-1917 - Santiago de Chile, 25-04-2011), que había tenido lugar el día anterior; fue una noticia y tres adioses de tres de escritores afines a él y a su singular poesía: Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre y Luis Sepúlveda. Se da el caso de que Gonzalo Rojas es un poeta que me parece tan innovador como cazador de la excelencia, desde que me tropecé con él, por eso permaneció siempre en mi mayor estima, como un manantial de agua pura que me proporcionó inigualables momentos de placer. Realmente, de entre los poetas que escriben en español constituyó (constituye, constituirá), junto con Antonio Gamoneda, el duo de mis dioses y maestros poéticos. Pasaron muchos años ya cuando, bastante antes de que hubiera recibido él su Premio Cervantes, el azar me hizo descubrir un librillo baratísimo titulado Del ocio sagrado que me deslumbró definitivamente y me condujo a denominarlo, para mis adentros, el poeta de la alegría de vivir; ya después busqué Metamorfosis de lo mismo y así, sucesivamente, hasta hoy no deja de crecer su luz para mí. Ese día 28 de abril, tenía yo preparada la totalidad de ficheros .htlm necesarios para la actualización de mi sitio web el próximo 1 de maio, como todos los primeros de mes, pero la para mí inesperada defunción del maestro, me obliga a posponer lo previsto hasta el 1 de junio y, mal que me pese, a toda velocidad elaborar mi modesto homenaje, que más que sumirme en la tristeza me lleva celebrarlo, pues nos hay quien nos arrebate su maravilloso legado poético.

[Quiero recordar a mis improbables pero leales lectores que todavía es posible encontrar en este sitio web, la magnífica entrevista realizada a Gonzalo Rojas por el poeta colombiano Juan Manuel Roca y comentada por mí; la cual incansable recomiendo como verdadera lección de poesía que es del maestro y se encuentra en Reflexión/ Ir a a reflexiones anteriores / mayo a junio de 2010.]

(Y un poco de información bajada de Internet)

Gonzalo Rojas Pizarro fue destacado poeta de la llamada Generación de 1938. Fue profesor en Valparaíso entre 1948 y 1952. Luego, entre 1952 y 1973, profesor en la Universidad de Concepción en las cátedras de Literatura Chilena y de Teoría Literaria del Departamento de Español. En dicha universidad creó los Encuentros de Escritores y las Escuelas Internacionales de Temporada. El presidente de la República, Salvador Allende, le nombra Consejero Cultural en China 1970-1971 y más tarde encargado de negocios en Cuba 1972-1973, país en el cual se sintió más cerca de los jóvenes que al gobierno. Tras el golpe de 1973, exiliado en la República Democrática Alemana (1973-1975) y en Venezuela (1975-1980), fue exonerado como profesor de todas las universidades chilenas.

Su primer libro, La Miseria del Hombre, fue publicado en 1948, recibiendo malas reseñas por parte de los críticos; uno de ellos llegó a decir, incluso: Al paso que llevan, las letras nacionales no prometen nada bueno. En cambio, de parte de poetas recibió muy buenas críticas: Miguel Arteche le expresó: "Seguramente no va a gustar a ciertos críticos almibarados, sucios de espíritu. (...) Este es un libro como tiempo hacía no se presentaba en nuestro país. Gabriela Mistral dijo: "Me ha tomado mucho, me ha removido y, a trechos, me deja algo parecido al deslumbramiento de lo muy original, de lo realmente inédito. (...) Lo que sé, a veces, es recibir el relámpago violento de la creación efectiva, de lo genuino, y eso lo he experimentado con su precioso libro.

En su conjunto, su obra se enmarca en la tradición continuadora de las vanguardias literarias latinoamericanas del siglo XX. Ampliamente reconocido a nivel Hispanoamericano y poco a poco en todo el mundo, entre otros, se le otorgaron numerosos galardones: en 1992 el Premio Nacional de Literatura de Chile y, en España, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana también en 1992 y el Premio Cervantes en 2003. Fue nombrado académico de honor de la Academia Chilena de la Lengua , miembro del Instituto de Literatura Latinoamericana de Pittsburg, Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional Andrés Bello de Chile, etc., etc.

Adiós-1: ROJAS HA MUERTO: QUÉ EXTRAÑO

Antonio Gamoneda (Oviedo, España, 1931), poeta

Me entero a las dos de la tarde de que ha muerto Gonzalo Rojas. Es una negra noticia la que se me da en este lunes primaveral y húmedo. La muerte no es solo penosa; sucede y a mí se me hace incomprensible que suceda; quizá porque es también incomprensible ese otro accidente que consiste en vivir: ir de la inexistencia a la inexistencia. Un viaje que, finalmente, muestra su escaso sentido: no nos lleva a ninguna parte.

No nos lleva a ninguna parte y está poblado por sufrimientos y horrores, bien lo sabemos, pero, hay que reconocerlo, simultáneamente, es proveedor de causas que nos ayudan a permanecer en la extrañeza y el sufrimiento: el amor, la amistad, la intensidad que nos procura la belleza terrestre, la que advertimos en la figura y el talante de algunos vivientes y la que se nos muestra en las creaciones estéticas. De las tres causas sabía mucho Gonzalo y las tres estaban —están— presentes en su poesía, extensa y continuamente pronunciada en su afirmación.

Lo primero que se me ha ocurrido (más que ocurrencia ha sido un movimiento impensado y compulsivo) es escuchar un disco con la voz de Gonzalo; se corresponde con una lectura que hizo en la Residencia de Estudiantes, en mayo de 1998:

«Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir mi Lebu en dos
mitades de fragancia, lo escucho, lo huelo, lo acaricio, lo recorro
en un beso de niño como entonces...»
.

«... Cuando lo apostamos todo y lo perdemos venimos llegando.
Al amar, al engendrar venimos llegando, al morir escalera abajo
venimos llegando»
.

«¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, que se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas,
sus volcanes...?»
.

Poema-1: GONZALO ROJAS

Elección: Xoán A. Leiceaga Baltar

Los verdaderos poetas son de repente

Sobre un acorde de Chihuahua

Los niños en el río / dicen el fondo / de la transparencia.

Los verdaderos poetas son de repente:
nacen y desnacen, dicen
misterio y son misterio, son niños
en crecimiento tenaz, entran
y salen intactos del abismo, ríen
con el descaro de los quince, saltan
desde el tablón del aire roquerío
aciago del océano sin
miedo al miedo, los hechiza
el peligro.

Aman y fosforecen, apuestan
a ser, únicamente a ser, tienen mil ojos
y otras mil orejas, pero
las guardan para el cráneo musical, olfatean
lo invisible más allá del número, el
vaticinio va con ellos, son
lozanía y arden lozanía.

Al éxtasis
prefieren el sacrificio, dan sus vidas
por otras vidas, van al frente
cantando, a cada uno
de los frentes, al abismo
por ejemplo, al de la intemperie anarca,
al martirio incluso, a las tormentas
del amor, Rimbaud
los enciende:

«Elle est retrouvée
Quoi? L'Éternité»

Pero La Eternidad es esto mismo.

Adiós-2: Sueños pendientes de ser soñados

Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, España, 1957), poeta y artista gráfico

No hay campos de concentración en las estrellas y la niñez comienza en Homero. Lebu, en mapuche torrente hondo, fue el lugar de su fundación en 1917. Sus padres venían del carbón y del hambre de Heráclito, es decir, de la intemperie que es Chile en el permanente aplazamiento de la utopía. Ha pasado el zumbido de su tiempo, y a la cifra de su cábala le seguirá faltando el esquivo siete que completa el círculo del siglo. Dicho así, cuando ya el lecho es otro y el amanecer distinto, ha muerto Gonzalo Rojas. Nada de necrológicas, todos los elegiacos son unas canallas, y el renegado anarca, alejado ya de la pifia mortal del éxito, demorándose en las tablillas etruscas de lo imperfecto, va de camino a la cornisa de sus últimas sílabas, las de no haberle tenido jamás miedo al miedo:

«Abro mis labios, deposito en la atmósfera un torrente de sol
como un suicida que pone su semilla en el aire»
.

Quevedo, la federación de los insurgentes estudiantes universitarios que en la Universidad de Concepción, en los años setenta, siguen siendo los sueños pendientes de ser soñados por Miguel Enríquez. El Gonzalo Rojas que ahora muerto es también el ciudadano sonámbulo que sigue vagando en busca de respuesta por las cercanías de la locura de Hölderlin. Dijo Huidobro:

«Déjenlo, Gonzalo es un loco que necesita cumbre».

Gonzalo Rojas alumbró la lengua castellana desde un silencio que pareciera haber sido revelado por el relámpago. Y en esa cumbre de renegado y loco, pájaro desobediente a la bandada, sembrador de raros y remotos balbuceos del idioma entre las premoniciones de Darío, seguirá el poeta arrancándole un puñado de arena a la misteriosa deidad que será siempre para él la deseosa, la poesía amada por el mandarín de los silabarios en su vieja cama con espejos. Así era su vida cotidiana, una conversación entre los muertos de Comala y las chicas que aún sueñan con John Lennon.

Recorrimos muchas veces juntos lugares hoy vencidos por el maremoto y la melancolía de las fraternales pérdidas. Subimos a los volcanes donde el Arcipreste recalentaba las viejas cazuelas de la retórica. Vagamos por Concepción, la ciudad de los lagartos venenosos, con una irrefutable fe en los vencidos y algo más que confianza en el fracaso. Así sucedió con las muchachas, con las espinas del socialismo y el espíritu de las rosas. Primero se exilió en el Báltico, luego en el Torreón del Renegado, con Hilda May, más real que cualquier otra luz de universo que pudiese ser llamada mujer.

Su poesía dio testimonio de lo ominoso en épocas donde el gesto civil era resistencia moral ante la inmolación de los inocentes, tuvo hambre y sed de justicia. No pestañeó ante los amores locos que, desde Safo a los lúcidos proscritos que aparecen orinando de espaldas contra un cuadro de Klee, son el porvenir más bello de los amantes del mundo.

Fue un placer abstracto la desigualdad de su conducta, la sorpresa irremediable del que se ha salido del surco para contar lo que no está escrito ni se espera que cante en la rama del mundo donde también el ruiseñor inmortal es otro. El imperfecto ciudadano, el imperfecto poeta, el imperfecto usuario que acabó con el negocio de los clientes del elogio y la tradición. Sostenía Leautaud que todo libro que hubiera podido ser escrito por otro solo es bueno para echarlo al cesto de los papeles. Ninguna página de Rojas podría haber sido escrita por otro que no hubiera sido él, delicado entre los superiores ángeles malditos, un hombre, un poeta con hocico de animal sagrado.

Poema-2: GONZALO ROJAS

Elección: Xoán A. Leiceaga Baltar

El fornicio

Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones, te turbulentamente,
[besara
mi vergonzosa, en esos muslos
de individua blanca, tocara esos pies
para otro vuelo más aire que ese aire
felino de tu fragancia, te dijera española
mía, francesa mía, inglesa, ragazza,
nórdica boreal, espuma
de la diáspora del Génesis, ¿qué más
te dijera por dentro?
¿Griega,
mi egipcia, romana
por el mármol?
¿Fenicia,
cartaginesa, o loca, locamente andaluza
en el arco de morir
con todos los pétalos abiertos,
tensa
la cítara de Dios, en la danza
del fornicio?
Te oyera aullar,
te fuera mordiendo hasta las últimas
amapolas, mi posesa, te todavía
enloqueciera allí, en el frescor
ciego, te nadara
en la inmensidad
insaciable de la lascivia,
riera
frenético el frenesí con tus dientes, me
arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo
de otra pureza, oyera cantar a las esferas
estallantes como Pitágoras, te
lamiera,
te olfateara como el león
a su leona,
parara el sol,
fálicamente mía,
¡te amara!.

Adiós-3: El renegado ilustre

Luis Sepúlveda (Ovalle, Chile, 1949), escritor

Pablo Neruda fue el gran anfitrión del mar de Chile, y Gonzalo Rojas fue el cicerone del profundo sur chileno. Solía decir que Sur y Ser eran un mismo verbo condenado a conjugarse siempre en presente y con los ojos cerrados, porque así lo exigía la gramática de las araucarias.

Hijo de mineros de Lebu, en el sur de las lluvias y las nieblas, hizo primero de la Universidad de Concepción una gran casa de las palabras y a su amorosa convocatoria acudieron, en los años cincuenta, las mejores voces de la literatura escrita en español. Gonzalo Rojas acostumbraba a formular sus invitaciones con un escueto te espero con la mesa puesta, y con ese dato bastaba para llegar hasta su casa sureña bautizada como Torreón del Renegado.

Siempre rehuyó las alabanzas y prefería ser el narrador de anécdotas que hablaban de sus días en China, en Cuba, en la patria sin fronteras del exilio alemán, en los Estados Unidos, o en los parajes de ese sur que siempre llevó como un tatuaje. Gonzalo Rojas es uno de los últimos gigantes de la poesía chilena y, fiel a su estatura, jamás se quejó de las afrentas recibidas por la dictadura y sostenía que el Poeta o era un renegado o no era.

Lo recuerdo mientras caminábamos por las calles solitarias de Bad Hemsen, un día de invierno alemán en 1988 que, según él, contagiaba la solemnidad de los pingüinos. Representábamos a Chile en un evento extraño llamado La Societé Imaginaire que se realizó una sola vez, y nunca supimos quién nos había invitado. De pronto, y mientras me hablaba de la urgente necesidad de regresar al sur de Chile, se acercó una estudiante alemana con uno de sus libros traducidos y le pidió una dedicatoria. Gonzalo Rojas abrió el libro, observó los numerosos versos subrayados, y escribió:

«Estos versos que nacieron con muy poca esperanza
son ahora más tuyos que míos»
.

Su legado poético ya es definitivamente nuestro, y en el sur de Chile, en su Sur Ser, bajo el cielo gris brilla una lámpara en la parte más alta del Torreón del Renegado.

Poema-3: GONZALO ROJAS

Elección: Xoán A. Leiceaga Baltar

Orquídea en el gentío

Bonito el color del pelo de esta señorita, bonito el olor
a abeja de su zumbido, bonita la calle,
bonitos los pies de lujo los dos
zapatos aúreos, bonito el maquillaje
de las pestañas a las uñas, lo fluvial
de sus arterias espléndidas, bonita la physis
y la metaphysis de la ondulación, bonito el metro
setenta de la armazón, bonito el pacto
entre hueso y piel, bonito el volumen
de la madre que la urdió flexible y la
durmió esos nueve meses, bonito el ocio
animal que anda en ella.

FIN

Xoán A. Leiceaga Baltar, Mayo de 2011