Esta sección se me ocurrió con objeto de disponer de un espacio complementario a OBRA y CALA pero más flexible, más abierto — al lector, p.ej.—, aunque siempre orientado a «la poesía y lo poético», y, más preciso, a aspectos como su sentido, la valoración de su calidad, la aproximación a otros poetas y poemas y a un amplio continuo de ideas o buenas prácticas, además de reflexiones stricto sensu (homenaje o muestra de poetas apenas o nada conocidos u olvidados, entrevistas, análisis y ensayos sobre otras manifestaciones artísticas, recordatorios de poemas, frases o versos notables, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de poesía y poeta son para mí hermanos de magia o mago acerca del arte y el artista, y por ello tienen cómoda acogida en REFLEXIÓN.
[Ver más en VIDA y SAL / SALudo]
ANNE SEXTON - Vida y poemas
(Norton, Massachusetts, 1928-1974)
Reflexión 2
Con la primera versión de la sección Reflexión-2, continente y contenido, he procurado ser tímido —ineficaz es el exceso— para evitar desorientar a los improbables lectores con lo inestable o lo brusco. Así, estuve una buena temporada trabajando sobre entrevistas que llamaban mi atención entre personajes de la poesía o del arte en general; después fue surgiendo una euforia tranquila hacia el maestro poeta Gamoneda, al cual dediqué un gustoso esfuerzo, en concreto de su sublime y largo poema Descripción de la mentira. Y ahí sigue estando, como todo lo demás, bajo la doble colección de ya más de un mes de meses bajo el botón pulsable de Ir a reflexiones anteriores.
Mediado 2012, creí que era el momento de un nuevo derrotero, esta vez de más larga duración —si el cuerpo aguanta— y siguiendo una vía semejante a la que viene indicando la sección Reflexión-1, la del abecedario. Por otro lado, mi corazoncito me venía reclamando hacía tiempo una complementaria dedicación a la mujer —la mujer poeta— que ayude a suavizar el abundante defecto histórico y, a la vez, me sirva para reconocerle su general valía y sus aportaciones en este campo de la creación. Y, naturalmente, sirva de agradecimiento especial a mis lectoras, que asombrosamente son más de una.
Esa es la razón de que el 1 de julio de 2012 haya iniciado, como Reflexión-2 el ABECÉ de Mujeres Poetas, que espero completar de la A a la Z, desde mi selección posible de autoras y textos. Para cada letra iré buscando lo que entienda más oportuno y accesible, desde la primera, Anna Ajmátova, y las sucesivas (ver Ir a reflexiones anteriores). Espero que la siguiente elección resulte óptima (mi preferencia es elegir poetas en español, pero algunas letras se resisten y además, más de una vez, me vencen las devociones).
Fuentes: Páginas varias de internet, entre ellas:
«http://es.wikipedia.org/wiki/Anne_Sexton»
«https://sites.google.com/site/annesextonpoemas/»
«http://cuadrivio.net/2012/04/poemas-de-anne-sexton/»
«http://www.ctv.es/USERS/borobar/assassin.htm»
«http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Anne_Sexton.html»
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar
Vida de Anne Sexton
La poeta norteamericana Anne Sexton, nacida como Anne Gray Harvey en el seno de una familia burguesa de Massachusetts, siendo la pequeña de tres hermanas, vivió la mayor parte de su vida en Boston, en barrios de clase, y también en San Francisco y en Baltimore. En 1948 decidió dejar los estudios básicos para casarse, matrimonio que duró hasta 1970 y del cual tuvo dos hijas a los 25 y 27 años; en 1954, en el posparto de su primera hija, tuvo su primer contacto con la depresión. Y en 1955, después del nacimiento de su segunda hija, sufrió otra crisis y volvió a ser hospitalizada; sus hijas fueron enviadas a vivir con sus abuelos paternos. Ese mismo año, el día de su cumpleaños ya intentó suicidarse.
En 1957, alentada por su médico, sabedor de esa afición de adolescencia, comenzó a escribir poesía y, paulatinamente, sus poemas en poco tiempo la hicieron ser conocida, sobre todo por sus publicaciones en varias revistas de prestigio estadounidenses como el New Yorker, Harper's Magazine o Saturday Review. Como mentor, W.D. Snodgrass la ayudó a desarrollar su creatividad. En un taller, conoció a la poeta Maxine Kumin, de quien no se separó hasta el final de su vida y entre ambas escribieron 4 libros infantiles; en otro taller conoció a Sylvia Plath y, más tarde, llegó a dirigir talleres propios en el Boston College, el Oberlin College y la Colgate University. En la Universidad de Boston fue profesora titular.
Convirtió su experiencia de mujer en el centro en su poesía y, como poeta confesional, ofrece al lector la visión de su propia angustia; a causa de ello hubo de soportar todo tipo de críticas y rechazo social al reflejar asuntos insoportables para la época, tales como la menstruación, el aborto y la drogadicción. Aún así, alcanzó a ser poeta reconocida, becada y premiada, ganadora del Pulitzer (por Live or Die, 1967) y después jurado de dicho premio; por todo ello, se convirtió en una de las escritoras más famosas de su país. Con 40 años, con su figura atractiva y sus dotes de actriz, recita en público su poema Menstruación y hace temblar los relamidos jardines de la burguesía norteamericana. Aún con todo, finalmente se suicidó en 1974 inhalando monóxido de carbono; desde el principio al fin siempre latió la otra cara, la de un vendaval poético, sexual y alcohólico. Copio del diario español El País, de un artículo de 31 mar 2013: «Con Anne Sexton siempre se empieza por el final. No es fácil librarse del ritual de muerte que la poeta interpretó el 4 de octubre de 1974, cuando se puso el abrigo de piel que había heredado de su madre, se bebió dos vodkas y con un tercero en la mano entró en el garaje de su casa, encendió el motor y la radio de su auto rojo y se quitó la vida»
Obra poética de Anne Sexton
To Bedlam and Part Way Back (1960)
The Starry Night (1961)
All My Pretty Ones (1962)
Live or Die (1966)
Love Poems (1969)
Transformations (1971)
The Book of Folly (1972)
The Death Notebooks (1974)
Libro 9 (1975, edición póstuma)
Libro 10 (1976, edición póstuma)
Libro último (1978, edición póstuma)
Edición en español de Anne Sexton
Obra completa (Ed.LINTEO, Ourense, 2013, 939 págs.)
El asesino
La muerte correcta está escrita.
Colmaré la necesidad.
Mi arco está tenso.
Mi arco está listo.
Soy la bala y el garfio.
Estoy amartillada y dispuesta.
En mi alza lo tallo
como un escultor. Moldeo
su última mirada hacia todos.
Cambio sus ojos y su cráneo
constantemente de posición.
Conozco su sexo de macho
y lo recorro con mi dedo índice.
Su boca y su ano son uno.
Estoy en el centro de la emoción.
Un tren subterráneo
viaja a través de mi ballesta.
Tengo un cerrojo de sangre
y lo he hecho mío.
Con este hombre tengo en mis manos
su destino y con este revólver
tengo en mis manos el periódico y
con mi ardor tomaré posesión de él.
Se inclinará ante mí
y sus venas saldrán en desorden
igual que niños... Dame
su bandera y sus ojos.
Dame su duro caparazón y su labio.
Él es mi mal y mi manzana y
lo acompañaré a casa.
Los bombarderos
Nosotros somos América.
Somos los que rellenan los ataúdes.
Somos los tenderos de la muerte.
Los envolvemos como si fuesen coliflores.
La bomba se abre como una caja de zapatos.
¿Y el niño?
El niño decididamente no bosteza.
¿Y la mujer?
La mujer lava su corazón.
Se lo han arrancado
y se lo han quemado
y como último acto
lo enjuaga en el río.
Este es el mercado de la muerte.
¿Dónde están tus méritos,
América?
Cerdo
Oh tú máquina de beicon marrón,
cuán dulcemente yaces,
engordando una libra y media por día,
tú, par de calcetines enrollados,
tú, pesadilla de perro,
tú, con el morro aplastado
pero las orejas extendidas,
tus ojos blandos como huevos,
cerdo, grande como un cañón,
cuán dulcemente yaces.
Por la noche estoy tendida en mi cama
en el armario de mi mente
y cuento cerdos en un corral,
marrones , moteados, blancos, rosados, negros,
avanzan por la lanzadera hacia la muerte
del mismo modo que mi mente avanza
buscando su propia pequeña muerte.
En celebración de mi útero
Todo en mí es un pájaro.
Agito todas mis alas.
Querían cortarte y sacarte
pero no lo harán.
Decían que estabas infinitamente vacío
pero no lo estás.
Decían que estabas enfermo de muerte
pero se equivocaban.
Cantas como una colegiala.
No estás desgarrado.
Dulce peso,
en celebración de la mujer que soy
y el alma de la mujer que soy
y de la criatura central y su deleite
canto para ti. Me arriesgo a vivir.
Hola, espíritu. Hola, copa.
Sujetar, cubrir. Cubierta que contiene.
Hola tierra de las colinas.
Bienvenidas, raíces.
Cada célula tiene una vida.
Aquí hay suficiente para satisfacer una nación,
para que el pueblo haga suyos estos bienes.
Cualquier persona, cualquier sociedad diría:
"Este año está resultando tan bueno que
podemos pensar en otra cosecha.
Una plaga ha sido prevista y eliminada."
Por eso muchas mujeres cantan al unísono:
una maldiciendo la máquina de hacer zapatos,
una en el acuario cuidando de la foca,
una aburrida al volante de su Ford,
una cobrando en la barrera de peaje,
una en Arizona echando el lazo a un ternero,
una en Rusia con un chelo entre las piernas,
una en Egipto trajinando ollas en la cocina,
una pintando de luna las paredes de su dormitorio,
una moribunda pero recordando un almuerzo,
una en Thailandia desperezándose en su estera,
una limpiándole el culo a su hijo,
una mirando por la ventanilla de un tren
en medio de Wyoming y una está
en cualquier parte y algunas en todas partes y todas
parecen cantar, aunque algunas no pueden
cantar ni una nota.
Dulce peso,
en celebración de la mujer que soy
déjame llevar una bufanda de tres metros,
déjame tocar el tambor por las de diecinueve años,
déjame llevar cuencos para la ofrenda
(si eso es lo que me toca).
Déjame estudiar el tejido cardiovascular,
déjame medir la distancia angular entre meteoros,
déjame libar de los estambres de las flores
(si eso me toca).
Déjame hacer ciertas figuras tribales
(si me toca).
Por todo esto el cuerpo necesita
que me dejes cantar
para la cena,
para el beso,
para la afirmación
exacta.
Cartas para el Dr. Y.
Hoy me hacen feliz las sábanas de la vida.
Enjuagué las sábanas de la cama.
Tendí las de la cama y las contemplé
dar palmadas y alzarse como gaviotas.
Cuando estuvieron secas las descolgué
escondí mi cabeza entre ellas.
Todo el oxígeno del mundo estaba en ellas.
Todos los pies de bebés del mundo,
Todas las ingles de los ángeles del mundo,
todos los besos matinales estaban en ellas.
Todos los juegos a la pata coja en las aceras,
Todos los ponis de trapo estaban en ellas.
De modo que esto es la felicidad,
ese jornalero.
El beso
Mi boca florece como una herida.
He estado equivocada todo el año, tediosas
noches, nada sino ásperos codos en ellos
y delicadas cajas de Kleenex, llamando llora bebé
¡llora bebé, tonto!
Antes de ayer mi cuerpo estaba inútil.
Ahora está desgarrándose en sus rincones cuadrados.
Está desgarrando los vestidos de la Vieja Mary, nudo anudo
y mira, ahora está bombardeada con esos eléctricos cerrojos.
¡Zing! ¡Una resurrección!
Una vez fue un bote, bastante madera
y sin trabajo, sin agua salada debajo
y necesitando un poco de pintura. No había más
que un conjunto de tablas. Pero la elevaste, la encordaste.
Ella ha sido elegida.
Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
los tambores, las cuerdas están tocando irremediablemente. Tú hiciste esto.
Puro genio trabajando. Querido, el compositor ha entrado
al fuego.
De esas
He salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello;
soñando el mal, he sobrevolado
las casas planas, de luz en luz:
pobre solitaria, con mis doce dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.
He encontrado las cuevas tibias del bosque,
las he llenado de sartenes, tallas, estantes,
de armarios, sedas, de incontables bienes;
he preparado la cena para los gusanos y los elfos:
llorando, aullando, ordenando lo que estaba mal.
A una mujer así no se la comprende.
Yo he sido de ésas.
He viajado contigo, carretero, saludando
con los brazos desnudos a los pueblos que dejábamos atrás,
aprendiéndome las últimas rutas de la claridad, superviviente
allí donde tus llamas aún muerden mis muslos
y crujen mis costillas bajo la presión de tu carreta.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas.
Ama de casa
Algunas mujeres se casan con casas.
Es otra especie de piel; tiene un corazón,
una boca, un hígado y movimiento de intestinos.
Las paredes son estables y rosadas.
Mirad cómo se pasa el día hincada de rodillas,
lavándose fielmente.
Los hombres penetran a la fuerza, retrocediendo como Jonás
dentro de sus gordas madres.
Una mujer es su madre.
Eso es lo más importante.
Cigarrillos, Whiskey y Mujeres Salvajes
[De una canción]
Quizá nací de rodillas,
Nací tosiendo en el largo invierno,
Nací esperando el beso de la misericordia,
Nací con una pasión por la rapidez
Y aún así, al ir progresando las cosas,
Aprendí temprano sobre la estocada
O sacarla, el vapor del enema.
A los dos o tres aprendí a no arrodillarme,
A no esperar, a plantar mis fuegos bajo tierra
Donde a nadie más que las muñecas, perfectas y terribles,
Se puede susurrar y dejar morir.
EAhora que he escrito tantas palabras,
Y dejado tantos amores, para tantos,
Y he sido completamente lo que siempre fui –
Una mujer de excesos, de celos y codicia,
El esfuerzo me parece inútil.
¿Acaso no me miro al espejo,
Estos días,
Y veo una rata borracha voltear la vista?
¿Acaso no siento un hambre tan aguda
Que preferiría morir antes
Que mirarla a la cara?
Me arrodillo nuevamente,
En caso de que la misericordia llegue
En el último minuto.
Dijo el poeta al analista
Mi negocio son las palabras. Las palabras son como etiquetas,
o monedas, o mejor: como un enjambre de abejas.
Yo confieso que sólo me quiebra la fuente de las cosas;
como si las palabras se contaran como abejas muertas en el ático,
desabrochadas de sus ojos amarillos y sus alas secas.
Debo siempre olvidar que la palabra de uno es capaz de escoger
a otra, y de otra forma, hasta que tengo
algo que pude haber dicho…
pero que no lo hice.
Su negocio es vigilar mis palabras. Pero
no admito nada. Hago lo mejor que puedo, por ejemplo,
cuando puedo escribirle elogios a una máquina tragamonedas,
esa noche en Nevada: diciendo cómo la mágica bolsa acumulada
fue tocando tres campanadas sobre esa pantalla con suerte.
Pero si debiera decir que esto es algo que no es,
entonces me debilito, y recuerdo cómo mis manos se sintieron graciosas
y ridículas y llenas de todo
el crédulo dinero.
FIN de los poemas de Anne Sexton
Xoán A. Leiceaga Baltar, Marzo de 2014